Mientras en el estadio el jabalinista indio Neeraj Chopra batalla por un envío que le dé la primera medalla de oro a su país en Tokio 2020, el luchador libre cubano Reineris Salas se bate por el bronce de los 97 kilogramos. Combates al borde de la despedida de los XXXII Juegos.
No le va a ser fácil al hindú; tampoco al antillano. Los rivales del primero han logrado marcas superiores de por vida y en la actualidad. La fama los abraza con mayor potencia. Las palabras de los comentaristas, las fotografías y las imágenes en movimiento rodean a los favoritos al iniciarse la lid.
El de la mayor isla caribeña no recibe las sonrisas más amplias. Le apodan el Gimnasta porque dio sus primeros pasos deportivos en esa disciplina. La agilidad, los rápidos reflejos, el intento siempre de hacerlo perfecto han apoyado su carrera triunfal en diversos torneos. En el olimpismo ha tenido que conformarse con quinto y octavo puestos en los más recientes certámenes de esta clase. No está entre los elegidos de la cita nipona.
Ambos confían en sus fuerzas. Se han preparado con esmero. El lanzador no se amilana. De pronto, un tirazo… Tiemblan los rivales. Algunos se quiebran. ¿De dónde ha salido este hombre? Vaya, una lesión agarra al gran favorito, lo saca de la pelea y del podio. El deporte es así: la tristeza de algunos vigoriza la alegría de otros. En la vida también ocurre. Usted no lo busca y le cae encima el regalo. Le toca el turno de nuevo a quien lleva la voz cantante. ¡Se consolida en la posición! Ahora lo busca la prensa. Él sonríe por dentro más bien.
El antillano mostró, a pesar de sus 32 años, firmeza, inteligencia que conjuga con la experiencia y los anhelos. Pelea actualmente en los 87 kilos, está más fuerte, no ha perdido resistencia ni ímpetus. En sus dos victorias lo demostró. Solo cayó ante el mejor del mundo. La calidad de ese contrincante lo trajo hasta aquí. Mendieta, su entrenador, le ha trazado una táctica magnífica para esta pelea. El pupilo la ha asimilado.
“No me voy a ir de Japón con las manos vacías. Mi rival cree que porque estoy debajo por dos puntos me tiene agarrado”. Ataca el caribeño. La velocidad a su favor. Logra el pase atrás. Empata. Al marcar ahora, en el segundo tiempo, si aguanta subirá al podio. Ese era el plan.
La ofensiva del oponente se estrella ante el vigor de Salas. ¡Aguantó, aguantó…! El Gimnasta ha ganado otra medalla de bronce para su pequeño país de enorme alma, bloqueado, atacado por la maldad externa e interna, en medio de una pandemia tan terrible. Vencedor como él. En la jabalina algunos con opciones, lanzan y tratan de quitarle la dicha al que encabeza la lid. Esfuerzos infructuosos. No hay cambios en la cima. Se acabó…
Al siguiente día, el librista anuncia el retiro, para dedicarse más a la familia: esposa, dos hijos, los progenitores que tanto lo miman todavía. Todos ellos merecen parte de la presea porque le han mantenido la retaguardia a la vanguardia. El veterano, un muchacho aún realmente, anuncia a los periodistas que no dará la espalda a la lucha. Será entrenador, de alguna forma continuará ligado a ese gran amor.
Con el aporte de Salas y la corona del boxeador Andy Cruz en la jornada del adiós, se solidifica el sitio 14 ocupado por Cuba en el medallero. La victoria con el dardo permite que el inmenso país, en territorio y población, no se quede sin un premio. El único galardón de la de la India en Tokio 2020 es el título alcanzado por Neeraj.