Este martes “Cuba, trending topic: ¿qué pasó?”, el primero de los tres paneles concebidos como parte del encuentro “Cuba en la hora actual”, fue uno de los análisis más integrales y complejos realizados hasta el momento en los medios públicos de comunicación, sobre los acontecimientos vividos en Cuba el 11 de julio y la anatomía de los factores que alentaron su ocurrencia.
Rosa Miriam Elizalde, vicepresidenta primera de la Unión de Periodistas de Cuba; Pedro Santander Molina, profesor de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso; el recién asignado decano de la Universidad de las Artes y coordinador del Capítulo Cubano de la Red en Defensa de la Humanidad (REDH), José Ernesto Nováez; Helen Yaffe, profesora de la Universidad de Glasgow, en Reino Unido y Txema Sánchez, conductor del canal antimperialista “TECs Tertulias en Cuarentena” e integrante de la REDH, fueron los invitados a esta sesión de debate que se transmitió, desde las 2: 00 p.m. hasta las 4:00 p.m., de manera virtual y con traducción simultánea al inglés.
Una de las ideas en la que coincidieron los analistas es que los hechos del 11 de julio no resultaron casuales, sino que fueron preparados desde mucho antes. “Para mí empezaron en febrero de 2020”—dijo Rosa Miriam Elizalde— cuando surgieron las primeras pistas “del diseño de fase aguda de la campaña” contra nuestro país.
De acuerdo con Elizalde, “la maquinaria tóxica se enfocó en dos vertientes de una misma causa: la reelección del expresidente estadounidense, Donald Trump y acabar con el socialismo en Cuba”; una de las aspiraciones más antiguas “de la derecha transnacional aliada y sobre todo de la propia maquinaria de Trump”.
Rosa Miriam ofreció otras claves de interpretación de los hechos y en este sentido, recordó que en comunicación política digital se habla de dos actores principales, los influencers y los influenciados, un aspecto que motiva la polarización en las redes sociales y que acentúa la brecha a la que apunta “esa maquinaria tóxica” muy vinculada al asalto al Capitolio de Washington DC, el 6 de enero pasado.
“A eso se suman los problemas que tiene todo el mundo durante la pandemia e impactan en Cuba: aislamiento, dependencia tecnológica, aumento de la velocidad y sincronización de la derecha transnacional que se moviliza al grito de abajo el comunismo”, precisó la también Premio Nacional de Periodismo José Martí 2021, a lo cual agregó: “se trabaja mucho la arquitectura de la atención y de los sentimientos de las personas frente a la razón. Hay una batalla muy fuerte a partir de una nueva arquitectura mediática que repotencia las prácticas de los medios hegemónicos, se enmarcan las agendas, se resignifica la realidad, se modelan los escenarios políticos y se potencia el flujo de noticias falsas”.
El Doctor en Ciencias, Pedro Santander no encontró mejor forma de iniciar su presentación que a través de una idea del reconocido intelectual cubano Fernando Martínez Heredia, quien escribió en 2016: “Estados Unidos está decidido a recuperar el dominio que tuvo sobre Cuba mediante la victoria en una guerra cultural”.
Según Santander Molina, es clave entender que el escenario actual también es de guerra, con una dimensión novedosa que se expresa desde el componente cultural. “Tal como conocimos la invasión a la Isla, ahora estamos ante un nuevo tipo de invasión, más semiótica, cultural simbólica”, acotó.
La mejor forma de dilucidar la magnitud de la campaña mediática que se gesta es a través de una mirada holística a su metodología. Con ese interés, el investigador chileno partió de dos supuestos. El primero, el ataque permanente bajo el cual vive la Isla en un contexto asimétrico que es olvidado al responder a la agresión imperialista lo cual “hace perder tiempo y energía”. Mientras el segundo se centra en la economía y la comunicación como flancos principales de ataque.
Pedro Santander considera que se puede hablar de una “playa Girón 2.0”, cuyo teatro de operaciones ya no es es geográfico, sino la sociedad civil en su conjunto.
El objetivo —afirmó— es socavar por dentro el estado de ánimo (subjetividad), el cual está bajo ataque. “La artillería son bombas de desaliento y la matriz fundamental de todos los ataques apuntan a desalentar a la población cubana. Nosotros estamos entre el desaliento que ellos nutren y la esperanza que debemos levantar”.
El ataque que vive Cuba en las redes es “ubicuo, veloz, digital y de amplio alcance, con contenido falso pero verosímil” y con tres fases bien delimitadas, crónica, aguda y crítica, esta última definida por la ocurrencia de un “evento gatillo” y por el acompañamiento de una etiqueta mundial “que suele ser trending topic en las redes sociales, y va unida a una activación brutal de cuentas falsas, robotización” cuya apuesta final es que sea posible pasar de las redes a las calles.
Al hacer un diagnóstico de cómo respondió Cuba a esa estrategia, Pedro Santander destacó que “hubo una escasa e inexplicable ausencia de anticipación comunicacional” si bien ha habido “un permanente y multiplataforma debate de lo que significó el 11 de julio”.
Como ejemplo “de lo que no se debe hacer” ante esta tipología de ataques comunicacionales, el analista señaló la necesidad de evitar errores de “uso y costumbres”; es decir, “no negar lo que el enemigo afirma porque nos estamos haciendo parte de su agenda y no de la propia” y por otra parte, hizo hincapié en cuidar la visualidad y cómo, semióticamente, se representan determinadas informaciones.
¿Qué debemos hacer entonces? Para Pedro Santander es fundamental comprender que la comunicación “tiene su raíz en lo común, en la comunidad” por lo cual, desde ahí se debe avanzar y preparar a la ciudadanía.
Además, resaltó, “debemos tener una coordinación sistémica, vincular lo comunicacional con lo educacional, una nueva lógica, convocar nuevos concursos y sumar al esfuerzo a las Facultades de Comunicación”.
“Debemos priorizar la defensa comunicacional, dedicarnos a las audiencias, a las comunidades interpretativas y resistencias cognitivas. Debemos construir algo que le falta al campo comunicacional latinoamericano, una doctrina comunicacional. Debemos dialogar y sintetizar categorías militares con categorías comunicacionales. En este sentido, la “Guerra de todo el pueblo” que propuso Fidel Castro, tiene que ser actualizada y llevada al ámbito comunicacional y cultural”.
Por su parte, José Ernesto Nováez reconoció que es necesario atender también a las “propias falencias” del proyecto socialista cubano. De ahí que señalara el deber de “analizar las insuficiencias de las estructuras comunitarias y de poder popular” y pensar en “cómo retomamos la experiencia de trabajo comunitario”, en cómo se llega a todo el pueblo de Cuba.
En su intervención, la historiadora británica Helen Yaffe se centró en denunciar el bloqueo impuesto a Cuba por el Gobierno de Estados Unidos, “un acto de guerra que obstaculiza el desarrollo cubano” y que constituye el sistema más extenso de sanciones aplicado contra cualquier país en el mundo.
Txema Sánchez explicó que el movimiento antimperialista “se enfrenta no solo a ejércitos de elaboración de fake news sino de personajes ficticios de currículos engordados y malogrados” y a pesar de confirmar que las redes sociales funcionan bajo la lógica del capitalismo, confía “en que se convertirán en herramientas colectivas al servicio de la unidad en la medida que el balance de fuerzas en la lucha de clases caiga de nuestro lado”; por tanto, “nuestro deber, desde la guerrilla comunicacional antimperialista, es conectarnos, acompañar y fortalecer la creatividad de los pueblos, su razón, su lucha cotidiana y combatir el desaliento.
“No cometo la ingenuidad de esperar a que cada ciudadano sea un especialista en la vida y obra de José Martí, pero sí cometo la ingenuidad de esperar que cada cubano sea un martiano”, dijo Txema Sánchez y concluyó: “Acaso, ¿no es José Martí suficiente vacuna contra esos venenos ambientales? ¿No fue Martí capaz de hacer de cada cubano, por humilde que fuera, un patriota? ¿No es capaz de inspirar resguardo ético, resistencia frente a la adversidad y amor profundo a su país?”.