A dos bandos de cubanos nos distancian el mar y una diferencia esencial: unos creyeron que podían encontrar la riqueza y la paz en tierras del capitalismo; otros creímos que podíamos hallarla en Cuba socialista. Para volver a sentarnos todos a la mesa familiar, mucho tendremos que hablar, entre nosotros y con terceros.
Imperdonable es, sin embargo, que uno de esos bandos apoye contra el otro la agresión económica y militar de la mayor potencia del planeta, bajo el criterio de que esta les ha dado refugio. Triste es callar ante la apuesta estadounidense de ahogar y desesperar por hambre, guerras y mentiras de redes, a quienes resistimos en esta Isla. Esa no es el alma cubana que conozco.
¿Abandonará la pelea el bando que confía en la Revolución? Parece ingenuo esperarlo, si concebimos la Revolución para proteger la independencia de Cuba, y la independencia para levantar una economía de todos. La historia y las calles hoy no indican hábito de retirada, a pesar de los signos de desesperación de algunos y la violencia recientes. ¿Cederá la ojeriza estadounidense contra Cuba? También parece difícil. Ahora más. La pandemia se les pinta ideal para multiplicar el acoso y el castigo. Es el hábito político en ese país. Los demócratas saben aplicarlo.
Más por cálculos electorales que por razones de humanidad, esa hostilidad disminuiría cuando todos los cubanos, radiquen donde radiquen, nos aliemos públicamente contra el bloqueo, en el respeto honesto a la paz, el comercio y la convivencia. Cedería la violencia que odiamos y volveríamos a la mesa común de nuestra identidad, si dejamos fuera a un comensal que no habla en buen cubano.
Socio me gustan todas tus publicaciones e intervenciones, pero ésta está fenomenal. Infinitas gracias por tu trabajo.