De ambas instituciones tenemos en Cuba y en América Latina, bastante material como para conocerlas y definirlas…y de paso repudiarlas.
La SIP, es decir la Sociedad Interamericana de Prensa, se perfiló siempre como vocera de los dueños de la gran prensa, de los monopolios informativos, muy aliada al poder de quienes tienen en ella una retaguardia segura para la defensa de sus intereses económicos.
Con este aval, por lógica, no podía quedarse fuera en el gran show provocativo para alterar el orden en Cuba. Su tarea estaba clara: actuar a la ofensiva contra el gobierno cubano y, supuestamente hacerlo, sobre la base de «defender el periodismo independiente».
De exteriorizar sus opiniones se encargó la agencia española EFE con sus despachos desde Miami: «la situación de Cuba merece decisiones urgentes de parte de la comunidad internacional».
Así se expresaron el presidente de la SIP, Jorge Canahuati, y el presidente de la Comisión de Libertad de Prensa e Información, Carlos Jornet, en una declaración sobre tres supuestos periodistas detenidos en Camagüey luego de los disturbios del 11 de julio.
Solicitaron, nada menos que a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos —la otra pata de esta mesa— para que «otorgue de manera urgente, medidas cautelares a favor de los «tres periodistas detenidos e incomunicados».
0tro despacho informativo, este de la estadounidense CNN en español, acude a un burdo montaje y argumenta que «Jóvenes cubanos advierten que continuarán en las calles a pesar de la sangre que ha manchado su bandera».
En este caso, entrevistan a un personaje bastante oscuro de la región, Erika Guevara Rosas, directora para las Américas de Amnistía Internacional, donde se autoconsidera como especialista en el tema de los derechos humanos.
Declaró a la televisora que desde el domingo está monitoreando el uso excesivo de la fuerza, detenciones arbitrarias, en protestas espontáneas que se propagaron rápidamente por 58 localidades de todo el país.
En este caso vale subrayar lo del «uso excesivo de la fuerza», las «detenciones arbitrarias» y las «58 localidades» del país donde se produjeron las manifestaciones.
Tales mentiras son muy fáciles de contrarrestar, pues quienes único hicieron uso excesivo de la fuerza, fueron los violentos llenos de odio, que rompieron vidrieras, destrozaron inmuebles, dieron punzonazos, hiriendo a personas a las que le lanzaron piedras y palos, destruyeron autos estatales y privados y hasta atacaron a un hospital infantil.
Todas las detenciones que se han producido se han hecho bajo estrictas reglas del respeto a la ley y a la integridad ciudadana, y donde cada detenido tiene los derechos legales establecidos.
Lo de las 58 localidades, no conozco el mecanismo de conteo que tiene CNN para ser tan exacta a la hora de emitir esa afirmación.
Se hace eco esta televisora de la aseveración de la funcionaria de Amnistía Internacional que, además, ha sido capaz de mentir groseramente con aquello de que «el gobierno cubano está presionando o reclutando a jóvenes, incluso menores de edad, para que se manifiesten a su favor, incluso choquen contra quienes protestan».
Y, como parte del chanchullo desinformativo, en otra entrevista con BBC Mundo, Guevara-Rosas, denunció que «han registrado al menos 247 personas que han sido detenidas o que están desaparecidas».
Saben muy bien los representantes de las agencias y otros medios de prensa que en Cuba ni se realizan detenciones arbitrarias ni hay personas desaparecidas. En todo caso, el medio de prensa en cuestión y la vedet entrevistada, se equivocaron de país: Cuba no es Chile y sus carabineros; nuestra policía no está integrada por supremacistas blancos que a diario matan o hieren a alguna persona negra en Estados Unidos, por solo poner dos ejemplos.