COLUMNISTAS

¿Quién paga el micrófono?

En una viñeta de El Roto varias cabezas escuchan atentas mientras el autor advierte “Antes de escuchar lo que dicen, entérate de quien paga el micrófono”.

No es nuevo. No funcionó en Cuba en 1994 en pleno periodo especial con la “crisis de los balseros”. No funcionó en Venezuela en el 2014 ni en el 2017 cuando las calles se llenaron de guarimberos armados. Tampoco lo hizo en Nicaragua en el 2018 cuando las ONG financiadas por USAID y la NED alimentaron los discursos de odio y violencia que causaron más de 300 muertos.

El domingo 11 de julio los paraperiodistas de todo el espectro ideológico y financiero nos decían que los cubanos se manifestaban en las calles de la isla pidiendo electricidad y vacunas al grito de “libertad para Cuba”. La noticia se nos presentaba igual que si estuviera ocurriendo en el narcoestado colombiano o en el, todavía pinochetista, Estado chileno, pero con una importante diferencia: ninguna imagen que ilustrara la represión de la que se hablaba. Ni ejército disparando y asesinando a los jóvenes de la primera línea como ocurre en Colombia, ni antidisturbios rociando con aguas fétidas como hacen los israelíes con los palestinos, ni ojos reventados por las pelotas de goma de los carabineros chilenos. Ciertamente, como es habitual, una orgía de fake news con imágenes también falsas y un ejército de robots disparando retweets. Tampoco la guerra cibernética es una novedad.

En el 2014 un violinista joven ponía su imagen humanitaria a las revueltas en Venezuela [1]. Imagen que corría como la pólvora por las redes sociales y era portada de todos los periódicos del mundo para escenificar la violencia del gobierno venezolano. Al poco, este violinista decidió salir del país invitado por el Oslo Freedom Forum de Nueva York y por Human Rights Foundation. Misión cumplida. En noviembre del 2020, la protesta y detención del rapero negro Denis Solís, al que se sumó el llamado Movimiento de San Isidro de artistas cubanos, petaba las redes sociales. El rapero declaraba luchar por la defensa de los derechos humanos en la isla. Salía de la cárcel el domingo 11 de julio, el mismo día que se iniciaron las protestas en la isla y agradecía al exilio cubano y a la comunidad internacional su apoyo[2] con el siguiente discurso: “Patria y Vida” y “Cristo Vive” y “Abajo el comunismo y Abajo la dictadura de los Castros”, “Viva Cuba Libre”, “Cambio Pronto” y “Libertad para todos los Presos políticos”. Un mes antes circulaba una declaración conjunta sobre derechos humanos en Cuba, elaborada por el Centro David Rockefeller de Estudios Latinoamericanos, el Centro Hutchins de Investigaciones Africanas y Afroamericanas y el Instituto de Investigaciones Afrolatinoamericanas de la Universidad de Harvard[3] . Misión cumplida.

A diferencia del violinista venezolano y del rapero cubano, el asesinato de Francisco Martínez, joven artista callejero asesinado por los carabineros chilenos a principios de este año, no fue merecedor de ninguna declaración sobre derechos humanos en Chile, y los medios se han limitaron a hablar de la “muerte de un artista callejero”[4]. Las redes sociales no ardieron reclamando justicia.

Desde principios de Junio, redes sociales y paraperiodistas arremeten contra Nicaragua, especialmente los medios de comunicación progresistas e incluso los que se dicen de izquierdas. Las consignas: represión y falta de libertad; la variante “no hay garantías para unas elecciones libres”[5], los voceros Human Rights wacht.

A poco que investiguemos sobre el momento y la forma en que se producen todos estos acontecimientos, algo parecido a lo que hacía el personaje de Robert Redford en Los tres días del Cóndor[6], descubrimos sin darnos cuenta multitud de conexiones de una trama que podría ser un guion de película si no fuera por la crueldad y por las consecuencias inhumanas que la agresión imperialista inflige a estos tres países dignos, Venezuela, Nicaragua y Cuba.

Pero si nada de lo que ocurre hoy en la isla es nuevo, si podemos apenas sin esfuerzo encontramos un patrón que se repite, y si en ocasiones anteriores no ha servido para doblegar al pueblo cubano y derrocar a su gobierno, nos preguntamos: ¿Por qué ahora? ¿Qué ha cambiado en todos estos años para que EE.UU y sus cómplices europeos intenten de nuevo acabar con Cuba?

Una primera aproximación a la respuesta la encontramos en los documentos del Comando Sur cuando en Marzo, en un informe al Congreso de Estados Unidos advierte de que sus “competidores” -eufemismo para no hablar de enemigos- avanzan en su influencia en América Latina. No cabe duda de que el imperio está en peores condiciones para revalidar su hegemonía mundial pues así lo confirma la potencia económica de China, y el papel de Rusia y sus alianzas en el contexto geopolítico internacional. A la multipolaridad inevitable se unen la profunda crisis política, económica y social pero también ideológica de un país que ha ido perdiendo credibilidad y legitimidad internacional y que sólo puede imponerse por la fuerza y gracias a la impunidad que le otorgan las instancias internacionales.

Tampoco el declive estadounidense es nuevo. Sin embargo, sí es ahora cuando los Think Tank imperiales encuentran mejores condiciones objetivas, o vislumbran la posibilidad de no seguir retrocediendo en su dominio del mundo, especialmente en el caso de América Latina. Tal y como señala el informe del jefe del comando Sur, Craig Faller, en América Latina y el Caribe, la pandemia ha generado una gran fragilidad en todos los países y crea las condiciones favorables para que sus “competidores” avancen en la región[7]. Por supuesto Craig se refiere a China y Rusia; y al mismo tiempo afirmaba en esas mismas fechas, en una comparecencia en el senado, que “Cuba, Venezuela y Nicaragua son una amenaza directa para el territorio estadounidense”[8]

Es necesario tener en cuenta un segundo factor: El contexto objetivo de sufrimiento de estos países, especialmente de Cuba y Venezuela por el bloqueo y la guerra económica a la que están sometidos. El camino de la independencia y la soberanía ha desatado contra sus pueblos la guerra más cruel imaginable ya que no les permite defenderse. Como ocurría en la Edad Media con el sitio de las ciudades a las que se obligaba a rendirse por hambre y sed, el bloqueo económico es una forma de guerra genocida que trata de someter a pueblos enteros con el sufrimiento cotidiano de la alimentación, la luz, el trasporte, las medicinas, etc. El bloqueo no sólo asfixia a la isla sino que oculta las responsabilidades reales de las carencias que sufre la población. Por ejemplo, un país que ha producido sus propias vacunas contra la COVID-19 se encuentra con dificultades para comprar las jeringuillas necesarias para vacunar a su población.

El tercer factor a considerar es la ciberguerra. Por un lado, los ejércitos de paraperiodistas han sofisticado sus armas terciarizando sus tareas a través de las redes sociales. Por otro, la potencia y los efectos de la propaganda mediática se hace mayor y mucho más económica. Aparentemente las redes sociales han funcionado como el espacio virtual que permitía la comunicación con los familiares lejanos, la fácil socialización que superaba las dificultades materiales para verse y compartir, pero la realidad es que más allá de la buena voluntad y las mejores intenciones de los usuarios, no fueron creadas para esas utilidades y por tanto su diseño y sus capacidades están prioritariamente al servicio de la manipulación y manejo de datos. Al servicio pues de los grandes operadores, y sujetas a la minería de datos, en contextos de guerra, las redes acaban cumpliendo las tareas que les asignan sus dueños: orientar y conducir conductas.

Las investigaciones realizadas a partir de los escándalos de Cambridge Analytica por la obtención de 50 millones de datos de las redes sociales, y las evidencias de la implicación de estas redes en golpes de Estado como en Bolivia, demuestran que el vehículo que permite la organización y articulación de todas estas protestas son las redes sociales. En realidad, es un eufemismo para hablar de las nuevas armas de control y organización contrarrevolucionaria porque las redes han servido para impulsar y coordinar las “guarimbas”, legitimar linchamientos, promover “estallidos sociales”, etc. todo ello tras la consigna de la libertad de expresión.

Enterados estamos de quien paga el micrófono de la oposición venezolana, también sabemos quien está detrás de los disidentes nicaragüenses y quien alimenta las redes sociales contra Cuba, pero no por ello la estrategia desestabilizadora se detiene. Por el contrario, los paraperiodistas ajustan sus armas y enfocan el objetivo previamente señalado. Si no preparamos a los receptores de las redes sociales para ser capaces de interpretar y defenderse de los ataques poco conseguiremos denunciando una y otra vez las Fake News. Preparar a la población para una “resistencia cognitiva”, educar para destruir las “matrices comunicacionales” manipuladoras, crear vínculos no virtuales con los usuarios de las redes, organizar a los receptores y usuarios, trabajar para “desnormalizar” la información mediada, construir en definitiva, un sentido común político capaz de dar la batalla de la cibercomunicación[9].

En el “mundo libre” de las redes sociales la libertad cabalga a lomos de la injusticia, la desigualdad y la indignidad de los pueblos. El individuo, libre de empatía, libre de solidaridad y de compromiso, apunta su libertad hacia la imagen reflejada en la pantalla de su celular, dispara y cuenta los likes obtenidos.

15 de Julio de 2021

[1] El joven Wuilly Arteaga fue invitado a participar en el Oslo Freedom Forum en Nueva York, organizado por Human Rights Foundation, y de la intensificación de amenazas, Wuilly decidió salir del país, viajando por tierra a Colombia el 13 de septiembre y llegando a Estados Unidos para participar en el Lincoln Center de Nueva York en la conferencia sobre derechos humanos.

[2] Radio televisión Martí una de las agencias al servicio de la política bélica de EEUU y del exilio cubano, uno de los más violentos que se conoce, está dando amplia cobertura a la salida de la cárcel del rapero que se ha producido precisamente el 12 de julio, al tiempo que se producen las manifestaciones actuales. Una evidencia más de  que se trata de una campaña coordinada: https://www.radiotelevisionmarti.com/a/denis-sol%C3%ADs-activista-del-movimiento-san-isidro-fue-liberado-/299189.html

[3] Victor Fowler, “Documento penoso”, 5-06-2021, http://www.cubadebate.cu/opinion/2021/06/05/un-documento-penoso/

[4] Mar Centenera, El País, “La muerte de un artista callejero a manos de un carabinero reactiva las protestas en Chile”. 6/02/2021, https://elpais.com/internacional/2021-02-06/la-muerte-de-un-artista-callejero-a-manos-de-un-carabinero-reactiva-las-protestas-en-chile.html (Consulta 15/07/2021)

[5] Público, “HRW alerta ente la represión de la oposición en Nicaragua: “No hay garantías para unas elecciones libres”, 22/06/2021,  https://www.publico.es/internacional/represion-politica-nicaragua-hrw-pide-contundencia-onu-represion-oposicion-nicaragua.html (Consulta 15/07/2021)

[6] En esta película de Sydney Pollack (1975) un investigador de la CIA dedicado a conectar acontecimientos de periódicos, revistas, libros descubre una trama de esa organización.

[7] Comando Sur de EEUU, https://www.southcom.mil/Media/Special-Coverage/SOUTHCOMs-2021-Posture-Statement-to-Congress/ (Consulta 14/07/2021)

[8]Voz de América, 16/03/2021, “Maduro continua aferrado al poder con el apoyo de Cuba, Rusia, Irán y China,  https://www.vozdeamerica.com/venezuela/craig-faller-maduro-aferrado-al-poder-con-el-apoyo-de-cuba-rusia-iran-china (Consulta, 14/07/2021)

[9] A.Diez, “La guerra tecnológica-comunicacional en el contexto de la pandemia”, https://observatoriodetrabajadores.wordpress.com/2021/03/29/la-guerra-tecnologica-comunicacional-en-el-contexto-de-la-pandemia-angeles-diez/

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Angeles Diez
Dra. en Cc. Políticas y Sociología, miembro de la Red de Intelectuales artistas y movimientos sociales en defensa de la Humanidad y del Frente Antiimperialista Internacionalista.

One thought on “¿Quién paga el micrófono?

  1. Muy certeras sus palabras y esclarecedoras para aquellos que se dejan llevar por la ola mediática y funcionan como títeres (consciente o inconscientemente) en la obra teatral del imperialismo.

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