Onedys Calvo durante un largo periodo de tiempo trabajó, dentro de la Oficina del Historiador de La Habana, como especialista y responsable de las artes visuales, una tarea nada fácil que exigió de ella un aprendizaje diario y el poner en práctica sus vastos conocimientos como historiadora del arte; luego pasó a laborar en Factoría Habana, un sitio para impulsar el arte contemporáneo y, posteriormente –a petición del doctor Eusebio Leal-, asumió la dirección del Centro para la Interpretación de las Relaciones Culturales Cuba-Europa: Palacio del Segundo Cabo, de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, todo un desafío profesional que ha sabido llevar adelante aun en tiempos de pandemia. Pero, ¿Cuáles serán los retos cuando arribemos a la llamada –y ansiada- “nueva normalidad”.
“Nuestro centro se mantendrá con sus líneas de trabajo habituales, retomando los espacios más relevantes para nuestro hacer como el Coloquio Presencias Europeas en Cuba. Pero también mantendremos las oportunidades que nos han dado las nuevas tecnologías para mantenernos en contacto desde el distanciamiento físico. El centro irá abriendo paulatinamente a los interesados con un protocolo de visita dirigida, que no excederán las 8 personas, teniendo en cuenta que muchas de nuestras salas cuentan con experiencias lúdicas que dependen de la interacción física del usuario con las pantallas táctiles.
-Europa ha sido un continente muy afectado por la pandemia: desde La Habana ¿algún mensaje?
-A lo largo de la historia Europa ha sido un continente que ha padecido grandes pandemias y guerras devastadoras. Pero de cada gran conflicto han emergido proponiendo nuevos y mejores derroteros hacia el desarrollo. Nuestro mensaje siempre es de solidaridad y de confianza en que su próxima estabilidad seguirá siendo un referente.
-Hay quienes aseguran que el mundo fue de una manera antes de la pandemia y será otro después de ella, ¿cómo lo imaginas?, ¿qué nos ha enseñado este virus que afecta al planeta entero?
-Creo que la pandemia nos ha puesto de cara a lo vulnerable que somos y nos ha subrayado, fundamentalmente, a nivel individual, los valores que son verdaderamente trascendentes; creo que nos ha incentivado la sensibilidad y el humanismo a nivel personal; nos ha enfrentado al temor, al dolor y a lo extremo. Quiero pensar que debe tener un saldo bueno a nivel global en cuanto a cooperación internacional, potenciación de la salud, y de un modo de vida más amigable con el planeta y con la comunidad humana. Me gustaría pensar en la disminución de la soberbia y el egoísmo; y en la capacidad del ser humano para intentar equilibrar un orden social con mejores oportunidades para todos, tal y como ocurrió después de la II Guerra Mundial.
-Tienes la dicha de ser la mamá de Teo, un inquieto niño de 9 años, ¿cómo te la estás arreglando a nivel de familia?, ¿cuánto de imaginación hay que tener para mantener a Teo en casa?
-Cuando veo comentarios sobre el aburrimiento en la cuarentena, o el tiempo para por fin leer libros pendientes o ver series y películas muy seguidas por todos, no me siento identificada. Por mis responsabilidades aún mantengo un horario parcial de trabajo y también hago trabajo a distancia. Pero nada es comparado con el rol de maestra. Debo ver las teleclases para recibir las orientaciones y negociar intensamente los horarios y modos de estudio. Es difícil transitar del rol de mamá, al de maestra. En lo relativo a la enseñanza, la mamá apoya, ayuda con la confianza típica de esta relación. El respeto y la autoridad de la maestra, parece que quedó en la escuela. He leído en las redes que al parecer las madres se han recargado con esta misión, y no tengo dudas de esto, aunque también lo he disfrutado. Teo ha ocupado más del espacio del trabajo habitual en este tiempo en casa, pero es un tiempo que agradezco, porque la premura diaria de la normalidad, no siempre nos permite tanto dedicarnos al amor.
-He escuchado decir por los medios de comunicación y también por familias amigas que tienen pequeños en su hogar que ellos “se han vuelto muy responsables y que son los más exigentes”, ¿cómo es tu caso personal?
-A pesar de lo complejo del panorama actual, este ha sido un tiempo interesante. Y creo que nos ha demostrado que a veces subestimamos a los niños. Me ha sorprendido la responsabilidad con la que Teo se lava constantemente las manos, está pendiente de la conferencia de prensa para actualizarse del parte que ofrece el Doctor Durán y hasta me comentó ‘que en Telesur ponen cosas muy interesantes’. También me ha reclamado cuando debo ir al Palacio porque ‘él escuchó que las madres con hijos pequeños no tienen que ir a trabajar’. Si en ese horario pasan los estudiantes de medicina para la pesquisa, los atiende por la ventana, porque tiene claro que no puede abrirle la puerta a nadie, pero además, le da la información precisa.
Está muy preocupado por sus abuelos, que viven lejos, y le exige a su abuelito que no salga a la calle a hacer mandados. Es un niño acostumbrado a las relaciones sociales y la compañía constante de amiguitos. Pasa muchas horas jugando con sus carritos, y otros juguetes que hacía tiempo no miraba; dibuja mucho, (creo que sería un buen historietista), o se entretiene con el televisor. El Tablet ha sido desplazado de sus intereses y esto, por supuesto, ha sido muy bueno”.