La probada falta de transparencia en la gestión de datos de millones de personas gracias a los entresijos de un algoritmo que destila manipulación y violencia, ha ayudado en innumerables ocasiones y contextos a que Facebook condicione la realidad política y social del mundo. Si alguna pieza de ese engranaje falla develando las inconsistencias de su proceder, los think tank detrás de la plataforma movilizan estrategias que le permitan limpiar la suciedad para continuar vendiendo una imagen pulcra e imparcial.
Brian Boland, exvicepresidente encargado de la estrategia de asociaciones de la compañía, dijo a The New York Times que a Facebook le encantaría la transparencia total si hubiera una garantía de historias y resultados positivos, sin embargo-precisó- cuando “la transparencia crea momentos incómodos”, su reacción suele ser destruirla.
Luego de once años de trabajo en la empresa, Boland abandonó el puesto en noviembre pasado y reconoció, en su primera entrevista fuera del cargo, que entre las razones de esa decisión estaba el hecho de que los más altos directivos de la compañía “no quieren poner los datos a disposición de otros porque eso dificultaría su trabajo y los obligaría a rendir cuentas”.
Con la adquisición de CrowdTangle en 2016, una herramienta de análisis de datos y monitorización de publicaciones, Facebook buscó aumentar su reputación a través de la incorporación de la herramienta como recurso para incrementar la “transparencia” de la plataforma.
Aunque bien construidas, las trampas de los ejecutivos en la compañía no escapan al dominio público. Kevin Roose, columnista sobre temas de tecnología en el Times, publicó un extenso artículo en el cual develó algunos de los conflictos internos que aturden la tranquilidad de quienes apuestan en la empresa por una transparencia real y otra selectiva.
De acuerdo con el periodista, el cofundador y consejero delegado de CrowdTangle, Brandon Silverman, anunció el traslado de la plataforma, que había funcionado casi independiente dentro de Facebook desde 2016, al equipo de integridad de la red social, un grupo que intenta eliminar del sitio virtual la desinformación y el discurso del odio.
La noticia-escribió Roose- fue el resultado de una batalla de un año entre los ejecutivos de Facebook sobre cuánto debe revelar la red social acerca de su funcionamiento interno.
Puertas adentro estaban instaladas dos posiciones. La primera encabezada por Silverman y Brandon celebraba que la empresa debía compartir públicamente toda la información posible sobre lo que ocurría en su plataforma; mientras la segunda apostó por revelar sus propios datos “de manera selectiva y en informes cuidadosamente redactados”.
Ganó la segunda matriz de opinión y perdió, una vez más, la transparencia informativa y los usuarios de la red social.
Es cierto, tal como alude Roose, que una “batalla interna” sobre estas cuestiones puede parecer una nimiedad dentro de la lista de investigaciones de alto perfil que enfrenta la compañía; no obstante-acota-la historia de CrowdTangle importa “porque ilustra la forma en que la obsesión de Facebook por gestionar su reputación, a menudo, obstaculiza sus intentos de limpiar la plataforma”.
Aunque la reducción de su personal y la integración de sus servicios al grupo de integridad, pretendan ser vendidos como una estrategia más completa “sobre cómo aprovechar algunas de estas iniciativas de transparencia de cara al futuro”, a tono con el argumento que Joe Osborne, portavoz de Facebook, ofreció al Times; los cambios responden a la creciente inconformidad de los funcionarios que intentan desvincular la empresa de Zuckerberg con el ala más radical de la derecha estadounidense.
El año pasado, después de un tiempo de uso de la herramienta, Roose abrió en Twitter una cuenta llamada @FacebooksTop10, en la cual publicaba una tabla de clasificación diaria en la que mostraba las fuentes de los contenidos con enlaces que obtuvieron más interacciones por páginas estadounidenses, según los datos de CrowdTangle. Ahí comenzaron a ramificarse los cuestionamientos hacia la compañía.
“La tabla de clasificación estaba llena de publicaciones de Trump y personalidades mediáticas a su favor. Desde que el exmandatario estadounidense fue expulsado de Facebook en enero, ha estado dominada por polemistas de derecha como Shapiro, Bongino y Sean Hannity”, detalló Roose.
De nada sirvió la declaración de Zuckerberg a Axios en la que desaprobó la opinión de que Facebook era una cámara de eco de la derecha. Un artículo en The Economist derrumbó la falacia y demostró con datos de CrowdTangle, que los sitios de noticias estadounidenses que generaban más interacción en la plataforma eran Fox News y Breitbart, espacios mediáticos altamente conservadores.
Los datos de CrowdTangle- adujo Roose- han facilitado la visualización y cuantificación de la cámara de eco de la derecha, pero “no la creó ni le dio las herramientas que necesitaba para crecer-Facebook lo hizo-y culpar a una herramienta de datos de estas revelaciones no tiene más sentido que culpar a un termómetro por el mal clima”. Sin embargo, la táctica de buscar culpables y no soluciones continúa resultando más factible. A eso nos tienen acostumbrados.
Tomado de Cuba en Resumen
Imagen destacada tomada de Axios