La magia del laberinto, La Habana del Centro y Hay un grupo que dice… son tres valiosos documentales que han sido dirigidos, en distintos momentos, por la realizadora Lourdes Prieto, una creadora que -sin mucho ruido- ha ido haciendo lo suyo: tejiendo historias y vivencias y utilizando el documental como herramienta imprescindible para comunicar. Pero, llegó la pandemia que ha puesto, indudablemente, nuevas pautas en la vida de todas y todos.
“Me estoy tomando un año sabático, y estoy haciendo cosas para las que nunca tengo tiempo, como hablar largo y tendido por teléfono con amistades muy queridas, inventar platos en la cocina que sepan bien a pesar de no tener todos los ingredientes requeridos, observar la conducta de mis mascotas y, sobre todo, dejar para mañana lo que no pude hacer hoy, y sin gota de stress.
-El Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau ha sido una institución que ha apoyado y promovido tu trabajo como documentalista…
-Mis vínculos con el Centro Pablo datan de 1998, aunque mi amistad con Víctor Casaus nació en 1985 cuando me seleccionó como su directora asistente en la película Como la vida misma, experiencia inolvidable que se repetiría en la que yo creo que es un hito en el cine cubano: Bajo presión, su segundo largometraje que se realizó en 1989.
En 1998 Víctor me solicita que realice un documental sobre Pablo de Torriente Brau, que se materializó en Bajo la noche lunar. Fueron Víctor y el Centro Pablo los que me dieron esta primera oportunidad en la dirección de este género cinematográfico que tanto me motiva, el cine documental. Luego vendrían otros documentales, también, con el Centro: Rumor del tiempo sobre el pintor Julio Girona; Conversando con Ruth, testimonio entrañable de la hermana menor de Pablo de la Torriente Brau; Daniel Santos, para gozar La Habana, sobre el cantante boricua y, finalmente, en 2013 Hay un Grupo que dice… Sin la visión de Víctor Casaus, este documental nunca se hubiera realizado, ni hubiera sido lo que es. Hay un Grupo que dice… es un documental que no voy a poder superar nunca, es lo mejor que he hecho. No lo haría de otra forma hoy día. Y es para cada espectador lo que cada uno vea en él. Para mí es un retrato entrañable de una época que viví, con sus ángeles y demonios.
–Otro de sus documentales es El guarachero soy yo, un reconocimiento a la emblemática comparsa de Los Guaracheros de Regla, ¿por qué recurres a temas que tienen que ver con la música?
-No es intencional volver sobre temas musicales, casi siempre he trabajado por encargo. Eso sí, para mí fue una verdadera delicia hacer un documental sobre una comparsa, y sobre todo acercarme al pueblo de Regla, con su Virgen, sus tradiciones y, sobre todo, su gente.
-¿Qué ha sido para ti el ICAIC?
-El Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos, ICAIC, es una verdadera ESCUELA, así con mayúsculas. Agradezco inmensamente el haber tenido la oportunidad de trabajar allí. Mi vida no hubiera sido la misma sin el acercamiento al cine y el aprendizaje de un arte colectivo.
-¿Cómo sueñas la documentalística cubana después que, finalmente, concluya la pandemia?
–No es la primera pandemia que sufre la Humanidad. Y todas pasan. Y la vida vuelve a ser vida. Y también la documentalística cubana.
