El miércoles 4 de marzo de 2009, en el Patio-Bar de los estudios Areito de la Empresa cubana de Grabaciones y Ediciones Musicales (EGREM), comenzó a sonar la música trovadoresca que ponía ritmo a la tarde. Desde las cuatro hasta las ocho de la noche, cantó Ariel Barreiros y Bladimir Zamora leyó su poesía. Quizás “Animales sin dueños” o “Luz andante”, quizás “El resoplido”, “mirando en redondo”—como en el poema— y pidiendo irse solo “con los olores del cuerpo”.
Dice Fidel Díaz Castro, el Diablo Díaz y director de “El Caimán Barbudo”, que aquella peña cargada a su nombre fue una propuesta de Jorge Rodríguez, “´tesorero´ de los archivos de la EGREM”. A partir de ese momento, los miércoles fueron irreversibles: guitarras, poemas, los trovadores/amigos, los asistentes habituales y los que se sumaban por primera vez. La trovada descolgaba un olor y sabor particular con “casi todos los trovadores cubanos y muchos cantores de todas partes del mundo”, unos muy conocidos, otros no tanto; de diferentes generaciones; todos con la misma oportunidad.
Cuando surgió la peña “Trovando” de El Caimán Barbudo, la canción trovadoresca no tenía espacios estables, excepto en el Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau. De ella se desprendieron momentos entrañables con Adriano Rodríguez, Alberto Tosca, Vicente Feliú, Augusto Blanca, Pepe Ordás, William Vivanco, Tammy López y muchos otros durante 11 años consecutivos, en los que ha sido sede también de eventos como el Encuentro de Cantoras Ella y yo, liderado por Heidi Igualada y Marta Campos.
Ahora la peña del “Caimán” suena en Telegram los segundos viernes de mes, de 10.00 p.m. a 12: 00 p.m. aunque pueda rebasar la 1.00 de la madrugada. En la primera edición estuvo invitado el reconocido periodista y escritor, Leonardo Padura y “ya han pasado trovadores como Ray Fernández, Carlitos Lage, Ariel Barreiros, Yaima Orozco, Roly Berrio, Audis Vargas (desde México) y Yeni Turiño”. El espacio es conducido por los periodistas Lisbeth Moya, Dailene Dovale, Alba León y Darío Alejandro Escobar.
Más que una revista, “El Caimán” es una institución cultural. En 2013, el “Premio Pablo” otorgado por el Centro del mismo nombre y el premio “Palma Digital”, entregado por Cubarte en la categoría de Publicaciones Culturales Digitales, validan una trayectoria que, sin embargo, no necesita de reconocimientos para saberse prolija.
Son varias las peñas que destilan trova y poesía. Fidel recuerda a Ihosvany Bernal, cuando canta …el barrio, los amigos/la peña de los miércoles y el bar… quien lo ha acompañado en otros espacios caimaneros como Trovarte, “una peña de la Asociación Hermanos Saíz de todos los veranos en el Pabellón Cuba en el marco de Arte en la Rampa”.
También recuerda el 2003. José Martí y 150 años desde su natalicio; los caimaneros, creadores de la Asociación Hermanos Saíz y compañeros de las revistas de la Casa Editora Abril, decidieron esperar el cumpleaños en la calle Paula amaneciendo “entre poemas, lecturas de fragmentos de obras de Martí y canciones”. Desde entonces-dice-coordinando con el Museo de la Casa Natal, se hacen estas veladas.
Otros espacios caimaneros tuvieron sede en el Patio de los Laureles, mientras se desarrollaban las Ferias del Libro; y durante cuatro años, “La Utopía” ocupó las tardes noches de los sábados en el piano bar Tun tun de la Casa de la Música de Miramar, “por donde pasaba igualmente gran parte de la trova”.
“Por marcar algunos”, el Diablo Díaz menciona el concierto de casi tres horas con Pedro Luis Ferrer, otro con Gerardo Alfonso, otro con Yusa [Yusimil López Bridón]; los argentinos Luis Gurevich y Julia Zenko, “una presentación de disco en la que cantaron Frank Delgado y Santiago Feliú, o un concierto de Liliana Herrero con Raly Barrionuevo, tras el cual se produjo por sorpresa otro de Pablo Milanés con Raúl Torres”.
En todos estos momentos “hay una tropa trovera del Caimán, que forma regularmente parte del elenco: Samuel Águila, Diego Cano, Heidi Igualada, Ray Fernández, Juan Carlos Pérez, Eduardo Sosa, Pedrito Beritán, Ariel Díaz, Yunier Pérez (Gape), Charly Salgado, Mr. Acorde, Yosvani Palma, Benito de la Fuente, Fernando Bécquer, Silvio Alejandro”.
Para la presentación de los números de la revista también deben converger la música y la literatura. Se trata de una regla no escrita, pero irrenunciable: “Presentamos una edición del Caimán con un concierto de David Torrens y Pedro Luis Ferrer, en la Casona de la Plaza Vieja; otra con un concierto de Santiago Feliú en la capilla de la Fortaleza de la Cabaña durante una Feria del Libro y más reciente un concierto de Cimafunk en el Centro Hispanoamericano de Cultura. Igualmente presentamos la revista en la sala Villena de la UNEAC con un concierto de Carlos Varela”.
Desde el “Caimán” han nacido también varios libros. Rafael Grillo, jefe de redacción de la revista, quien obtuvo el Premio Internacional de Periodismo Jorge Ricardo Massetti en dos ocasiones consecutivas, publicó una trilogía de Islas, antología de cuentos en tres colores: “´Isla en negro´, una muestra del nuevo relato policiaco cubano; ´Isla en rojo´, historias cubanas de vampiros y otras criaturas letales; ´Isla en Rosa´, de historias cubanas de amor y sus desdichas”. También posibilitó —precisa Díaz— la edición con el sello de la Casa Editora Abril de “El corazón de Voltaire”, del destacado escritor puertoriqueño Luis López Nieves.
Junto a esos surgieron “El Diablo Ilustrado” y “Confesiones”. Fidel cuenta que de este último, concebido como libro-disco, generaron “una jornada de tres días en Cárdenas, con la peña Suerte de Cangrejos, que implicó varias presentaciones de trovadores de todo el país, y un concierto del que salió el disco ´La voz del Diablo Ilustrado´”.
Del ingenio de Bladimir Zamora y Fidel Díaz nació otra trilogía, esta vez de cancioneros: “Cualquier flor de la trova tradicional cubana”, “Una guitarra, un buen amor: cien canciones de Silvio Rodríguez, Noel Nicola y Pablo Milanés”, y “Trovadores de la herejía: Santiago, Gerardo, Frank y Varela”.
“Cualquier flor…” tiene dos ediciones. “La primera, fue presentada en el Centro Hispanoamericano de Cultura con uno de los conciertos más abarcadores que se haya hecho de la trova cubana. Pasaron todas las generaciones, desde Adriano Rodríguez y “Voces del Caney”, grandes de la vieja trova, hasta Adrián Berazain con Mauricio Figueiral, que por entonces comenzaban; David Torrens, Ray Fernández con Roland Jorrin en el tres, Augusto Blanca, Diego Cano, Samuel Águila, Ihosvany Bernal, Ariel Díaz con Amanda Cepero, Athanai, y el cierre con Santiago Feliú, Gerardo Alfonso, Frank Delgado y Carlos Varela, la única vez que se reencontraron en escena ellos cuatro desde las presentaciones a mediados de los 80”.
En el caso de “Una guitarra, un buen amor…” fue una antología que el Blado y Fidel armaron “de ahora para ayer”. La Asociación Hermanos Saíz, la Unión de Jóvenes Comunistas, el Ministerio de Cultura y la Casa Editora Abril convocaron a un acontecimiento cultural por el 35 aniversario de la Nueva Trova. “Se cerró gran parte de la avenida 23 del Vedado, con actividades diversas desde las 10: 00 de la mañana en el parque El Quijote, el portal del cine Yara, el Pabellón Cuba, la feria de artesanos, descargas y conciertos durante todo el día, con trovadores de todas las generaciones y de todo el país, con ventas de discos, pulóveres y postales de la trova, con un punto “La Piratrova” con mesas para quemar y copiar discos de la historia de la canción cubana, muestras de videos, y todo concluyó con un concierto a las 12: 00 de la noche en la Escalinata de la Universidad de La Habana”.
Para la presentación de “Trovadores de la herejía…”, el tercero de los cancioneros, armaron la trovada junto a Gerardo Alfonso y Carlos Varela con sus respectivas bandas en Casa de las Américas.
Los 55 años del “Caimán” han confirmado su naturaleza polémica y ese hecho, resulta para Fidel Díaz una consecuencia directa de la promoción que la revista hace del arte y el pensamiento joven en la Isla.
“Se trata de abordar lo que viene irrumpiendo en las diversas manifestaciones; o sea, lo que por lo regular niega de alguna manera el canon establecido. Lo novedoso lleva en sí un cuestionamiento, a veces, incluso, negación de lo preexistente, lo ya tomado por válido, como importante, o hasta valorado como clásico. No quiere decir que lo nuevo sea bueno per sé, aquí hay que valorar razones, contextos, necesidades expresivas, hasta dónde hay autenticidad o en qué grado ese parto resulta luego generador de tendencias en el arte o queda sin desarrollo en el camino. El margen de error de lo que nace es mayor, sobre todo porque viene rompiendo lo establecido, lo que la rutina, o su propia calidad, o el mercado, o los intereses de grupos culturales, o ideológicos, o vicios o virtudes mediáticas han estandarizado, y por tanto generalizado su aceptación. Lo nuevo rompe siempre de alguna manera con lo que se ha convertido en una especie de costumbre, de “es así”; y ese romper moldes escandaliza.
“Por otra parte, los periodistas o escritores jóvenes, tienen el empuje, el impulso, la irreverencia, la osadía; no hay medias tintas, es al todo o nada, tienen digamos esa virtud del no compromiso con ambientes o personas, es decir con esos lazos que la vida va tejiendo, que son —al menos en el caso que nos ocupa— exactamente la vejez. También suele pasar el exceso, que no se matice, y que se pueda caer en el irrespeto, o no considerar lo que se puede considerar vencido, superado. Trae el joven también en su osadía el peligro de ser injusto por no comprender la importancia o valor que tuvo una obra o creador en otro contexto o tiempo, en que también rompió con lo establecido.
“No pasa siempre así, pero es regla, por eso me gusta tanto la pieza “Historia de las sillas”, de Silvio Rodríguez, porque poéticamente explica —al menos es mi lectura— ese proceso de enmohecimiento que trae el proceso de la vida, y que hay que estar atento para sacudírselo constantemente, lo cual suele venir frecuentemente con renuncias personales. Los días te van poniendo sillas para que hagas un alto en el camino y te acomodes; dígase dinero, estatus material, o incluso espiritual: premios, críticas favorables, popularidad, alabanzas, en fin… sillas que sin darte cuenta van invitando a sentarte, a vivir de eso que has alcanzado. Te vas —o te van— tejiendo tu propio molde, te encierran en tu propia imagen (que puede ser hasta virtuosa) y que empieza a conspirar contra tu libertad creativa. Es un proceso de encumbramiento (en disímiles niveles) que conlleva, a veces imperceptiblemente, a ir aniquilando la voluntad creativa con que irrumpiste en un tiempo.
“Empiezas a ajustarte a ese estatus o esa imagen que se ha ido moldeando de ti, de tu obra; o sea, te sientes confortablemente en esa silla que detiene tu obra, que la convierte en un molde a reproducir, una fórmula. Y no me estoy refiriendo al oportunista, ese que va poniendo traspiés a los demás para escalar, eso no cuenta. Me refiero a los obstáculos en el viaje por la vida de los auténticos creadores. Hay que estar muy atento a las sillas, que son muchas, diría que directamente proporcional al talento; y que suelen ser tentadoras, y te las pueden incluso poner delante amigos, o admiradores”.
Pero vale la canción buena tormenta
y la compañía vale soledad,
siempre vale la agonía de la prisa
aunque se llene de sillas la verdad.
Fidel afirma que no se trata solo de exponer la cultura cubana fuera de nuestras fronteras, sino que es cuestión de “una vía triple”, hacia el exterior, hacia el interior y posicionando la cultura de otras regiones en el ambiente espiritual y cognoscitivo cubano.
“Creo que el llamado periodo especial trajo, con la crisis económica, un elevado costo cultural. La sobrevivencia condujo a medidas económicas que conllevaron tendencias en el arte sujetas a un mercado, capaz de simplificar mucho el monto cultural de no pocas propuestas. La famosa pirámide invertida en la escala de valoración social y de poder adquisitivo, influyó también en zonas de la creación artística. Hay que dejar claro que muchos de los creadores resistieron hasta el heroísmo, en una batalla dura frente a cánones globales y el mercadeo.
“Hay un gran mercado del arte, que es muy difícil de penetrar porque existen los monopolios promocionales y canonizantes. Esa aristocracia global —digamos de los Oscar, los Grammy, por citar dos de los mecanismos en las artes de mayor masividad— tiene el poder de decidir qué será masivo y qué no. Son como un gran filtro jerarquizador, desde sus intereses como negocio, que no tiene enfilada su proa hacia un crecimiento espiritual de los pueblos, si no que están proyectadas hacia un sensacionalismo atrapante en búsqueda de las grandes ganancias. Es como un sistema cultural mediático simplificante para amoldar al ser humano, hacerlo adictivo a fórmulas “taquilleras” que podan el ejercicio crítico, la capacidad poética. Y de manera que los grandes medios masivos son megaempresas en manos de esos emperadores económicos, las culturas auténticas, de resistencia quedan en el plano de “alternativas”. A los creadores de un arte… digamos “poético”, les resulta casi imposible acceder a esos circuitos porque a los mercaderes que han ido diseñando ese sistema, no les conviene.
“En el caso de Cuba no vamos a hablar directamente del bloqueo, pero el desarrollo de las artes está vetado implícita o explícitamente para esos grandes circuitos. Con el triunfo de la Revolución, los circuitos promocionales cierran completamente, comienza un silencio hacia todo el arte producido en la Isla, se realzan a los que viven en el exterior y en especial los que rompen lazos públicamente con la Revolución. Hasta el Buena Vista Social Club, prácticamente ningún músico cubano tuvo el menor acceso a ese primer nivel promocional, a no ser un Chucho Valdés con “Irakere” que, por su extraordinaria resonancia en los circuitos del jazz, irrumpe en los premios Grammy. Con respecto al Buena Vista, su entrada a la órbita llega por Europa, y además se trata de una música con fuerte carga tradicional, o sea, aparentemente no vinculable al desarrollo musical post 59 y que fue tratada precisamente como el de “los viejitos olvidados”, algo que tampoco fue así; incluso, nuestro Bladimir Zamora y el músico, investigador y promotor español Santiago Auserón, organizaron una serie de presentaciones y eventos como Encuentros del son cubano en Madrid (1993) y los Encuentros del Son Cubano y el Flamenco en Sevilla I y II (1994 y 1995), que son resultado de una serie de cinco discos editados entre 1991 y 1992 bajo el nombre de “Semilla del Son”.
“La Nueva Trova Cubana es la música que realmente alcanza gran resonancia internacional, pero por canales alternativos, no por los de grandes circuitos comerciales que la excluyen a ella, y a gran parte de toda la Nueva Canción. Las dictaduras militares en Latinoamérica y el franquismo en España tenían proscrita a toda esa nueva canción que circula en casetes y discos clandestinamente, como símbolo libertario. En los 80 los cambios hacia democracias traen una mayor divulgación, aunque también cierta comercialización (en sentido de simplificación del nivel de propuesta musical) de algún que otro exponente”.
Por eso, Fidel cree que no solo se trata de expandir la cultura cubana fuera de nuestras fronteras, sino también hacia adentro “porque la influencia de los mecanismos globales de promoción generan mimetismos y en no poca medida nuestros medios caen en la tentación de construir ídolos, y reiterarlos, en lugar de ir hurgando y promoviendo la gran riqueza de valores en toda su amplitud”, y en una tercera vía, “posicionar en nuestro panorama social, toda esa cultura ninguneada de los pueblos que no está en los grandes circuitos comerciales”.
Muchas de las actividades que El Caimán tenía previstas para celebrar estos 55 años involucran al público, por lo que han sido pospuestas para cuando las condiciones epidemiológicas lo permitan. No obstante, algunas fueron posibles; la más importante, la convocatoria al Premio de Periodismo Musical Bladimir Zamora In Memoriam, que extiende su plazo de admisión hasta el 1ro de octubre, el cual emplaza, en el género periodístico de Perfil, a delinear la obra de una figura de la música cubana, “no necesariamente un músico o cantante, pueden abordarse también —según la convocatoria— a productores, ingenieros de sonido, utileros, críticos”.
Para noviembre, los caimaneros prevén la realización de un evento teórico partiendo —detalla Díaz— de las diversas facetas del Blado como poeta, promotor cultural, hombre de radio, periodista, que estará acompañado “por un concierto de trovadores y poetas, y una peña especial liderada por Ray Fernández, con invitados que fueron muy cercanos a él”.
“Como esencia espiritual” de todo lo contado y lo no contado en estas letras que envió Fidel Díaz, no deberían faltar unos versos que componen la canción de Gape (Yunier Pérez), “un joven trovador que, como quien dice, nació al calor de las peñas caimaneras”, y que recuerdan al Blado, caimanero mayor, su “ángel de la trova”, como el título de la canción.
Cinco de la tarde, hace ya que el pico te arde,
y ahí estás,
viendo como se ve en el sueño rem
el Patio de la EGREM
girándote en redor:
ahí va el primer acorde
del primer trovador.
Guarde, entonces, de tu ira,
Dios al tosco y al “charlator”.
Patriota de prosapia, yo si sé
cuánto hay debajo
de tu look de perdedor.
Ángel de la trova,
caído de pie,
súbete atrás el pantalón
que se te ve…
Yo solo no me acerqué
porque he visto que
ya está otra vez chivándote Joaquín,
pero en cuanto te calmes te diré:
no son las siete aún,
déjame echar hoy tres.
(Ilustración de portada: Dary Steyners).