Raúl Rodríguez, quien está considerado uno de los fotógrafos más importantes en la historia del nuevo cine cubano, recibió -con toda justeza en 2017- el Premio Nacional de Cine, distinción que, según aseguró a esta reportera “lo sorprendió” y significó que “aún se emociona al recordar ese día en el que amigas, amigos, colegas y curiosos llenaron la platea del cine Chaplin para compartir la inmensa alegría de ese reconocimiento”.
En su larga hoja de servicio a la cinematografía de la Isla aparece más de un centenar películas documentales, noticieras ICAIC Latinoamericanos y largometrajes de ficción y es conocido que trabajó, directamente, con Santiago Álvarez y otros reconocidos directores en películas como Rancheador, La bella del Alhambra, Maluala, El Brigadista y Páginas del diario de Mauricio, entre muchas otras. Es, además, profesor en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños y pertenece al Consejo Asesor del Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau desde su fundación, hace casi veinticinco años. Con esta institución hizo la fotografía de los documentales Bajo la noche lunar, Conversando con Ruth, Rumor del tiempo y Hay un grupo que dice, dirigidos por Lourdes Prieto, y el documental sobre Teresita Fernández Pobre, nómada y libre, de Jorge Fuentes, entre otros.
-¿Por qué cree que a usted se le denomina “maestro de la luz y del encuadre”?
-Siempre he sido muy cuidadoso con la iluminación y con los encuadres, es verdad. Estudio detenidamente las películas clásicas de todos los tiempos y de todos los países. Creo que más que cineasta soy cinéfilo y conservo una videoteca pequeña, pero muy valiosa donde atesoro todo aquello que me pueda servir para estimular mi trabajo y sugerirme nuevas formas. Pero no soy el único en nuestro cine, ni en nuestra televisión.
-Usted ha reconocido que ha estado “más inclinado al cine documental que al de ficción”, ¿por qué le atrae más lo testimonial?
-Absolutamente. Para mí los documentales han sido en gran medida la razón de mi trabajo como director de fotografía. La espontaneidad, la experimentación y el descubrimiento que nos aportan los documentales son únicos. Tengo ejemplos de los más de un centenar que he fotografiado: Con Miguel Hernández en Orihuela de Víctor Casaus; Asalto a la tierra morena, de Santiago Álvarez; Hay un grupo que dice de Lourdes Prieto; Rita Longa, una mujer desobediente de Regino Oliver; Oggún de Gloria Rolando; Viaje de un largo día hacia la noche de Tomás Piard; Carnaval 70, de Manuel Herrera y Habana vieja (1980) con el inolvidable cineasta y amigo, Oscar Valdés.
–En su larga carrera ha trabajado con importantes directores, ¿a cuál le debe más?
-Estoy completamente seguro que a cada uno de ellos le debo mucho. Respeto mucho el trabajo de los realizadores. En su mayoría son creadores que se enfrentan a un arte tan difícil e importante como es el cine, pero no solo los consagrados también los jóvenes directores me han aportado mucho y a todos les agradezco lo que soy actualmente.
–¿Qué fue para usted Santiago Álvarez?
-El cineasta que cambió la estética de los Noticieros Cinematográficos para bien; el hombre que se rodeó de artistas talentosos que influyeron decididamente en su obra. El periodista cinematográfico, el documentalista que logró hacer del panfleto político, un arte. Eso fue para mí Santiago. Colaboré muchas veces en el Noticiero ICAIC Latinoamericano y ya en documentales o reportajes: El nuevo tango, en Argentina. Al asalto de la tierra morena en Portugal; como parte del equipo de fotografía en Chile durante el viaje de Fidel a ese país (De América soy hijo y a ella me debo, con Iván Nápoles, Dervis Pastor Espinosa y Adriano Moreno). Para mí, Ciclón, documental de largometraje; LBJ, documental de largo metraje y Hanoi, martes 13, documental de mediometraje, son obras maestras del género.
Nuestras relaciones personales durante mucho tiempo fueron difíciles, pero en los últimos años de su vida tuvo un acercamiento cariñoso a mi persona.
-Su carrera se ha desarrollado, fundamentalmente, en la llamada “era analógica”, ¿cómo se ha dado en usted el tránsito hacia lo digital?
-En 1990 me estrené en el cine digital con dos excelentes documentalistas cubanas: Lourdes Prieto en un documental sobre Manuel Mendive, el reconocido pintor, que se tituló Para el ojo que mira y con Gloria Rolando en un documental de mayor tecnología digital denominado Oggún sobre Lázaro Ross, notable cantante del Conjunto Folclórico Nacional. El documental de Mendive anterior casi fue una obra de cine independiente por todo el trabajo que significó y la ayuda desinteresada de amigos que nos prestaron cámara y nos cedieron edición. José M. Riera, El Viki, Roberto Otero, el Centro Pablo, y la dirección del Fondo Cubano de Bienes Culturales, que en aquel entonces dirigía Nisia Agüero, nos dieron una ayuda muy estimable.
Hace poco logré hacer mi primer largometraje digital con mi gran amigo y excelente director Tomás Piard: La ciudad, un proyecto muy hermoso y lleno de calor humano y sensibilidad. Para mí esta tecnología ha sido un gran descubrimiento y lamento que mi retiro haya coincidido con el nivel más alto de su desarrollo en nuestro país.
–¿Cómo ha llevado y asumido este período de pandemia?
Estoy viviendo los momentos más difíciles de mi vida. Tengo que hacer grandes esfuerzos para evitar una profunda depresión. Estoy leyendo lo que nunca he podido leer. Ahora el tiempo me lo permite, viendo nuevamente el mejor cine de todos los tiempos, y el nuevo cine, y los seriales que se imponen, los documentales de todo tipo y de todas partes donde he podido ratificar la importancia de este cine sobre la ficción. Soy cuidadoso con la TV me abruma con demasiados noticieros, que se repiten constantemente. Sin embargo aplaudo el espacio Solo la verdad, que nos trae un cine político inteligente y de excelente factura.
Nunca olvido a ese profesor, sí, profesor cuando en mi vida como realizadora de trabajos en video para el Ministerio de la Industria Pesquera, tuve el privilegio de recibir curos de fotografías, sabio y sencillo, especialista de tan importante labor como la imagen en movimiento y sonora, con Raúl como parte importante en esos medios. Gracias siempre!!