La algarabía juvenil, el abrazo familiar y Fidel quedaron en mi memoria para siempre aquel 14 de mayo de 1961.
Ese día, miles brigadistas Conrado Benítez fuimos reunidos en el anfiteatro de la playa de Varadero para nuestra salida a cumplir la tarea para la que nos habíamos brindado. Procedíamos de los diversos campamentos allí creados para nuestra preparación como alfabetizadores. Integrábamos uno de los primeros contingentes a desplegarse por todo el país.
Había música, risas –a veces expresión de cierto nerviosismo ante lo inesperado que nos aguardaba- a la espera para abordar los ómnibus que nos distribuirían por lo más agreste de la geografía nacional.
Supimos mucho después que por los altoparlantes de aquella explanada resonaba, por primera vez, el Himno de la Alfabetización, el de las Brigadas Conrado Benítez, creado por Jesús Orta Ruiz (El Indio Naborí).
La partida se demoraba y nadie explicaba las razones cuando, de repente, como un huracán de entusiasmo, llegó hasta el escenario el Comandante en Jefe, el inspirador, gestor, promotor, impulsor, de aquella masiva movilización popular contra la ignorancia, inédita en la historia de la humanidad.
A seis décadas de aquel episodio resulta útil refrescar sus palabras por lo que significó no solo para la generación que lo protagonizamos porque, como siempre hizo, Fidel se empinó por encima del horizonte con palabras tan proféticas como “van a aprender mucho mas de lo que van a enseñar”.
Entre sus memorables expresiones, recién conquistada la victoria sobre la agresión mercenaria por Playa Girón, significó que “la ignorancia y el analfabetismo constituyen un mal mucho mas poderoso que las bandas de mercenarios”
Acotaba que “…pocas veces se ha llamado a la juventud de un país para un trabajo tan impresionante como este”, al tiempo que nos convocó a sembrar en nuestros futuros alumnos el deseo de “seguir estudiando, seguir leyendo, seguir aprendiendo”.
Tras afirmar que “…en la misma medida en que ese pueblo sea culto y esté capacitado, nuestra patria será rica y nuestro pueblo será feliz” vaticinó: “El dia de mañana podrán sentir la infinita satisfacción de que ustedes fueron también parte de esta revolución”
Como nos orientó fuimos a alfabetizar “no solo como trabajadores intelectuales”. También sudamos la camisa junto con los campesinos.
Al llamar la atención sobre esta fecha le recuerdo –en especial ahora cinco veces abuelo– cuando advertía que “Siempre será un motivo de orgullo para todos ustedes, cuando tengan nietos, poder contarles que pertenecieron a este ejército de alfabetización”
Ese domingo de fiesta familiar fue también el mejor homenaje que pudimos darles a nuestras madres, porque como subrayara Fidel: “NINGUNA ACCION HA DE LLENARLAS DE MAYOR ORGULLO”. Y así fue, en mi caso, hasta el fin de sus días.
El desafío verdadero recién comenzaba para mi brigada hace seis décadas.
A esta altura de los años, todavía emociona leer una historia compartida por muchos de nosotros.
¡Gracias, Dos Santos!
Pepe, hace muchos años te felicité por tu participación en la jornada que considero la más importante de la Revolución: brindar la luz del conocimiento. Ahora y siempre, puedes estar convencido de que cumpliste un deber como revolucionarfio y alcanzaste, junto a miles de compañeros, la decisiva victoria de a alfabetización.
HONOR A TI, COMPAÑERO!
¡Y VIVA FIDEL!