Conocí a María Villar Buceta en la desaparecida Escuela Profesional de Periodismo “Manuel Márquez Sterling”, donde creó y dirigió la biblioteca de ese centro educativo. Afanosa en su labor sembró la pasión por los libros en muchos alumnos, a quienes hacía valiosas recomendaciones sobre qué debíamos leer, en qué escritor o escritora profundizar. Fue el suyo un verdadero magisterio.
Nació en 1889, en Pedro Betancourt, Matanzas. Autodidacta, la madurez de sus primeros versos llama tanto la atención en los círculos literarios habaneros que incluso se piensa que se trata de un creador consagrado que quiere ocultar su nombre bajo un seudónimo.
De la Villar Buceta, aparece en el Diario de la Marina, en 1915, su poema Desilusión. A partir de 1921, cuando la familia se traslada a La Habana, ella trabaja en el diario La Noche como secretaria de redacción y redactora. Su artículo El 24 de febrero y yo, llama la atención de Rubén Martínez Villena, quien se interesa por conocerla. Ambos sellan una perdurable amistad.
El quehacer literario y periodístico de María se vio reflejado en importantes publicaciones: Heraldo de Cuba, El Fígaro, Social, Orígenes, Antenas, Cuba contemporánea, Bohemia, Carteles, Orto. Su firma está en la revista Masas de la Liga Antimperialistas de Cuba.
Vinculada a las luchas revolucionarias con su hermana la también escritora Aurora Villar Buceta, María perteneció al Partido Comunista. Además, formó filas en el Grupo Minorista al igual que otra meritoria intelectual: Mariblanca Sabas Alomá.
La matancera sufrió los desmanes de la dictadura machadista contra la cual luchó.
En 1927, Sara Méndez Capote propició la publicación del libro Unanimismo. Autorretrato de la autora, que muy bien define las características de su poesía. Su lírica tiene la resonancia que le otorga la originalidad, la más fina ironía y, en algunos versos, hasta cierta dosis de humor. Lo cierto es que fue todo un suceso que irradió en la intelectualidad de la época. Raúl Roa la define como “la voz femenina más pura, honda y culta de la generación de los nuevos”.
Entre los críticos que la exaltaron anotamos a Federico de Onís, que la incluye en su “Antología de la poesía española y latinoamericana”. De los valores literarios hablan también Henríquez Ureña y Cintio Vitier.
No cesó la actividad política de la poeta, quien militó en la Unión Revolucionaria Comunista y se brindó para pelear junto a los republicanos en España, aunque no obtuvo permiso de su organización.
En 1936, ofreció en el Lyceum el primer curso de iniciación de biblioteconomía en Cuba.
Pasaron los años y continuó trabajando sin descanso. Su viva inteligencia, su pensamiento innovador alumbró versos y artículos que, en su etapa de mayor creación literaria, aparecieron en la prensa de ese tiempo.
En su quehacer como bibliotecaria catalogó las secciones de Medicina y Derecho de la Biblioteca Nacional, clasificó y adecuó los estantes de las bibliotecas del Dr. Fernando Ortiz, del Havana Yacht Club así como la del Casino Español.
Ella publicó Vida y muerte de Rosa Luxemburgo, Contribución a la bibliografía de Rafael María de Labra y Contribución a la bibliografía del periodismo. Además, de una magistral conferencia sobre Rubén Martínez Villena. La poeta conservó inédito el poemario Último tempo.
María Villar Buceta, falleció en 1977, en La Habana.