Es difícil digerir la muerte de Lucía, con todo y su lucha contra el Covid-19, con todo y sus factores de riesgo, con todo y todo… Estamos hablando de Lucía, la siempre risueña, la enemiga del almanaque, la que invariablemente me saludaba con un “¡Oh, ilustre!”, que yo nunca me creí del todo, pero igual le agradecía…
La noticia nos llegó hasta El Salvador, al filo de la medianoche, como uno de esos sismos que de pronto lo remecen todo, y de golpe te dejan insomne y angustiado… Para los que alguna vez hemos sido parte de la familia de la Editora Abril, como mi esposa y yo, ya son demasiados batacazos, sin contar los otros colegas que nos ha arrebatado la pandemia.
Sus compañeros de Pionero me pidieron esta nota, porque todos ellos están demasiado afectados como para escribir algo. Lo que sienten, ahora mismo, es imposible de poner en palabras… Dolor, impotencia, frustración ante una puñetera enfermedad que no entiende de amores, capaz de llevarse incluso a alguien que se cuidaba tanto como Lucía.
A Lucía la conocí personalmente en 2012, cuando empecé a “noviar” con Eli, quien por entonces hacía su servicio social en Pionero. Yo era un habitual de Alma Mater, y quizás alguna vez nos cruzamos por pasillos, elevadores, o en algún evento de la UPEC, pero fue en aquel año que entablamos la relación que me valió ser uno de sus “ilustres”.
Sin embargo, yo la conocí desde mi niñez, cuando devoraba las historietas de Sherlock Holmes que, con guion suyo, dibujaba el maestro Domingo García. También la leía en su columna sobre filatelia en Bohemia, en las publicaciones sobre temas científicos y en los textos para niños y adolescentes en su gran casa, la Editora Abril.
Nunca vi a Lucía abatida, agobiada, “depre”… No porque fuera inmune a los problemas, si no por una actitud que sencillamente no admitía el dejarse caer. Su receta para encarar los desafíos, incluso de la edad, era pararse ante un espejo y decirse “No me da la gana”, y salía a comerse el mundo. Esa es, quizás, la Lucía que más caló en mí…
Creo que así querría que la recordasen, y así lo haré. Adiós, ilustre…
Lucía fue una colega a la que considero una de las pioneras en la colaboración periodística de los sitios digitales. Casi desde el comienzo del sitio web de Radio Rebelde, Lucía fue, de la mano del difunto ya, Agustón Taquechel (editor jefe) y se convirtió en una gran colaboradora del sitio web de Radio Rebelde, recreando temas científicos que tenían un impacto tremendo entre los internautas. A Lucía siempre la recordaré con su eterna sonrisa, y coño, este año han sido demasiadas pérdidas para la prensa cubana.
A Lucía la conocí cuando estudiábamos periodismo en la Universidad de La Habana, Siempre risueña, afable y una persona que parecía no alterarse por nada. Esos años universitarios fueron muy hermosos, y en esa etapa se fue forjando nuestra amistad, que despuçés, con las obligaciones cotidianas de la vida, se mantuvo siempre, aunque no con la presencia física que uno quisiera. Fue una profesional dedicada, estudiosa y enamorada del oficio, Creo que sólo una gran tragedia como ésta llamada Covid fue capaz de vencerla. Su ausencia se notará profundamente entre quienes la conocimos, la quisimos y la querremos. Que descanse en paz. Fue de las que cumplió bien su paso por la vida. Así siempre la recordaré
Conocía a Lucía desde 1993, cuando fue a Santa Fé, en Granada, para cubrir la primera exposición hispanocubana de filatelia. Congeniamos desde ese momento, aunque al principio nuestra relación fue meramente de intercambio de sellos y de revistas, libros y artículos de prensa de temas que nos interesaban ( la música cubana, la filatelia a mí, y a ella los temas tecnológicos, la literatura). Volví a verla en Sevilla en 1996 y nuestro intercambio se acrecentó. Poco a poco fue surgiendo una amistad que en la distancia se fue fortaleciendo. Rara era la semana en la que no comentábamos algo, aunque fuera de la nieve de Sierra Nevada o de La Habana, de su querida Habana. Uno de los sueños de mi vida era viajar a La Habana y que Lucía me la enseñara. Por desgracia, si llguna vez lo cumplo, nunca será igual sin su compañía, sin su presencia.
Yo tenía claro la clase de persona que era. Ahora, leyendo todos los comentarios, no hago si no confirmar ese parecer: se nos ha ido una joya de persona! Siempre te recordaré!