La crisis de la covid-19 ha visibilizado de forma exponencial el impacto que pueden tener las informaciones falsas, inexactas o mal enfocadas sobre nuestros entornos y nuestra manera de tomar las decisiones, como expone la profesora de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, Cinthya Cabrera.
Frente al fenómeno de las fake news –que ya se hacía preocupante antes de la pandemia– destaca el fact-checking como una práctica periodística basada en la comprobación y contraste de datos.
Sin embargo, en un contexto de hiperconexión, donde cada uno de nosotros consume y comparte información, esta técnica deja de ser exclusiva de los periodistas para convertirse en una necesidad de todos.
No importa la formación que se tenga porque, como se reconoce en el podcast Los 5 minutos sobre las fake news, el grado académico no determina en qué medida a nivel emocional y sentimental podemos creer una información compartida por nuestro círculo de contactos.
Además, las maneras más comunes para desinformar se basan en la manipulación del contenido de una noticia, agregando o suprimiendo partes del tema, y sacando de contexto los datos, aunque sean verídicos. Se requiere, por tanto, de servicios de comprobación junto a mucha más alfabetización mediática y pensamiento crítico para interactuar en Internet.
¿Dónde hacer fact-checking?
El fact-checking se guía por cuatro criterios: la selección de un hecho factual y no de una opinión; el uso de fuentes (oficiales, expertas y alternativas) para confirmar los datos, la contextualización y la calificación de la información, según define el teórico Carlos Rodríguez, citado en la tesis de licenciatura (Des) informados en una Cuba cada vez más digital, del periodista Yasmani Pérez Forteza.
Por ende, los perfiles o portales de comprobación tienen la responsabilidad de presentar las inexactitudes de publicaciones en medios y redes, con argumentos precisos que tal vez a un usuario común le resultaría complejo comprobar por sí mismo, sobre todo ante la sobre exposición a informaciones no validadas.
Tal es el caso de la plataforma argentina Chequeando, que señala noticias falsas en la región. Un servicio apremiante si se conoce que en países como Perú y Venezuela la proporción de noticias confiables apenas alcanza el 25%. O sea, solo uno de cada cuatro tweets responde a criterios fiables, como registra el informe Graph For Thought “Donde la pandemia se encuentra con la infodemia, realizado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo.
Otra iniciativa es AFPFactual, una herramienta impulsada en 2018 por los periodistas de la agencia AFP en América Latina para revisar y contrastar noticias virales. Pero, en este caso, centrando su atención en los típicos bulos que se difunden en WhatsApp y otras aplicaciones o redes sociales.
Muchas veces estas plataformas buscan la especialización en zonas geográficas y temas, para potenciar la calidad de su servicio. Así pasa con Politifact en Estados Unidos que se dedica exclusivamente a la verificación de las declaraciones de líderes y personajes relevantes en la política de esa nación.
En Cuba, contamos con la novel experiencia del proyecto Verifica JT, el cual existe desde 2019 y se centra en noticias que pudieran ser falsas o inexactas sobre temas de ciencia, tecnología y medio ambiente.
Este servicio desde el perfil de Twitter de la revista Juventud Técnica ha tenido una importante aceptación dada la circunstancia epidemiológica y la forma en que se explican los temas, a partir del vínculo entre varios campos del conocimiento.
Para asuntos médicos también podemos consultar el portal Saludsinbulos, que comenzó en 2018 a ofrecer información sanitaria corroborada mediante la colaboración de asociaciones científicas de todo el mundo.
Su propósito radica en desarticular noticias falsas como las pertenecientes a las campañas antivacunas. Acciones de desinformación que ya han provocado muertes por enfermedades prácticamente erradicadas como el sarampión en Estados Unidos y México.
Malditobulo, por otro lado, forma parte de Maldita.es un portal español pionero en verificación de noticias que ofrece otros servicios. Maldita Hemeroteca es un algoritmo que recupera noticias y declaraciones antiguas, sobre todo de políticos. Mientras que en Maldito Dato se desmienten datos falsos o mal usados.
Asimismo, han creado una extensión (pluguin) para navegadores de Internet en ordenadores que te avisa si estás viendo noticias falsas. Detrás de este portal están jóvenes periodistas que forman parte de la Internacional Fact Cheking Network o Red Internacional de Verificación de Datos.
Por su parte, Google desarrolló el buscador específico Fact Check Explorer que en una sola búsqueda permite consultar varias webs de verificación de datos y conocer si alguien ya identificó una información como falsa. Aunque esta plataforma está bloqueada para Cuba, es posible usarla gracias a un proxy anónimo o un servicio de VPN.
Más allá de las herramientas
En ocasiones se cuestiona la utilidad de estas plataformas porque actúan cuando ya la información errónea es viral. Además, pueden dar lugar a una legitimación de formas simplistas de ver la realidad. Un verdadero o falso, blanco y negro, de los hechos. Pero emplearlas de forma hábil y con una óptica compleja que examine argumentos para conocer el trasfondo de la noticia, sí puede resultar beneficioso.
De hecho, el punto no es invalidar su uso –como especificaba en conversación personal el máster en Ciencias de la Comunicación Fidel Alejandro Rodríguez–, el punto es no buscar sustitutos a la necesidad de formar competencias para la comunicación en cada uno de nosotros. Estas plataformas no pueden convertirse en recursos que inhabiliten el desarrollo de la capacidad crítica de las personas.
Por el contrario, deben considerarse un apoyo en nuestro interactuar cotidiano con la información, una forma de cerciorarse si otros ya señalaron como falsa una noticia que nos causa duda.
Incluso porque generalmente por falta de tiempo o el gasto de datos no accedemos a ellas, y es cuando entran en juego otras habilidades y aprendizajes necesarios para el desenvolvimiento en redes.
Si te llega una información y no está verificada, no la compartas sin pensar. Toma un momento para evaluarla y –por qué no– realiza un pequeño ejercicio de fact-checking. En primer lugar lee o escucha todos los datos hasta el final. Comprueba que se refiera a hechos y no a opiniones emotivas.
A veces las noticias se acercan demasiado a nuestras creencias, apelan deliberadamente a los sentimientos, causan demasiado temor o alegría. En ese caso, deberíamos desconfiar porque se puede tratar solo de un bulo sensacionalista. Descarta también que no se trate de una broma de sitios como El Mundo Today o 12minutos.com.
Se trata de averiguar de dónde viene la información: sitio web, nombre del autor, experticia de este para hablar del tema en cuestión y artículos relacionados. Hasta sería fundamental preguntarse: ¿qué implicaciones puede tener esa información, sea cierta o falsa, en el actual contexto? ¿A quién o qué intereses beneficia? ¿Qué se espera de mí como receptor?
De esta forma, como convocaba la decana de la Facultad de Comunicación, Hilda Saladrigas mediante la radio y en el sitio Cubaperiodista, lograremos convertir nuestro uso de las comunicaciones y la información en acto de responsabilidad “que nos sirva de apoyo, nos fortalezca y anime, que nos haga más saludables infocomunicacionalmente”.