Especialmente Radio Rebelde graba en su memoria histórica la voz de Gladys, cual, si se tratara de un bello y delicado diamante, dotada de un timbre agradable y excelente para la comunicación.
Ella había heredado del padre, Enrique Goyzueta, la maestría y el amor por la locución, y de la madre, Gladys Simal, la ternura y la fuerza para afrontar o resistir los más duros desafíos de la existencia.
Nació el 21 de febrero de 1953 y creció rodeada del cariño de los padres y de la hermana Maylín, en un hogar donde jamás le fue ajena la cabina de radio o el estudio de televisión, porque de niña solía frecuentar estos medios en compañía de Enrique.
Nunca escatimó tiempo para la superación profesional. Estudió lingüística y gramática en la Universidad de La Habana, dos herramientas que consideraba indispensable para el mejor desempeño de un comunicador. En 1968 realizó un curso de locución con los maestros Manuel Páez y Miguel Riveiro. Fueron ellos los “pulidores” de su voz.
En 1970, como voluntaria (era una adolescente), comenzó a trabajar en la emisora provincial Radio Popular. Y, muy pronto, fue solicitada por Radio Internacional donde laboró hasta 1984. Ese año fueron fusionadas Radio Liberación y Radio Rebelde y ya Gladys era un paradigma de la locución.
La osadía ante el desafío fueron características que siempre le acompañaron. Una vez confesó que se había sentido “como pez en el agua” cuando por primera vez le permitieron trabajar sola ante un micrófono, en un programa musical en vivo, donde casi tuvo que improvisar el guion al resultarle más fácil el recurso coloquial que el de la lectura.
Durante 20 años fue la voz del programa Visión, de Radio Rebelde, al que prodigó su sabiduría en el arte de transmitir. Por muchos años laboró también en el programa, entonces de gran audiencia, Haciendo Radio. Era enérgica en la exigencia del trabajo y a la vez correcta y respetuosa en el trato con los compañeros de la emisora, así como dada a la broma y a la carcajada contagiosa.
Esas y otras razones contribuyeron a que fuera nombrada jefa de programación de Radio Rebelde, cargo que desempeñaba junto con el de vicepresidenta de la Sección de Cine, Radio y Televisión de la UNEAC. Además, fue profesora de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana y del Instituto Internacional de Periodismo José Martí.
Decía Gladys que ella tenía dos hogares. El que compartía con su única hija Sahay y el esposo Francisco Javier Etayo, y Radio Rebelde. Al gran amor de su vida, Etayo, lo conoció cuando ambos cumplían misión internacionalista en Etiopía, ella en Radio Tatek y él como miembro de las tropas cubanas que prestaron colaboración.
En los últimos meses de su vida física la vieron subir sin lamento las escaleras de la emisora con una respiración dificultosa, debido al daño que el cigarro ocasionaba a sus pulmones. En su ejemplar hoja de servicio se inscriben numerosas medallas, distinciones, diplomas y reconocimientos.
Esta destacada comunicadora, Gladys Goyzueta Simal, dejó un gran vacío en la radiodifusión cubana, así como una semilla que sembró con su ejemplo profesional y como profesora de nuevas generaciones de locutores y locutoras. Su memoria no arderá en el fuego del olvido.