Es curiosa la utilización del concepto de la libertad por parte de la derecha, empezando por la apropiación del concepto de liberal. Dos de los significados de la RAE del término liberal son “generoso o que obra con liberalidad” y “comprensivo, respetuoso y tolerante con las ideas y los modos de vida distintos de los propios y con sus partidarios”.
Pues bien, esta derecha, en nombre de la libertad, quiso que no se legalizara el divorcio, quiso impedir el matrimonio de los homosexuales, quiere prohibir el aborto, quiere prohibir la eutanasia y quiere que le paguemos sus colegios privados. Recordemos que son los que han conseguido llamarse y que les llamemos liberales.
En cambio, los comunistas somos los que estamos en contra de la libertad porque pedimos que la mujer que aborte no vaya a la cárcel, que quienes quieran divorciarse lo hagan, que quien solicite morir dignamente lo pueda conseguir y que quien quiera un colegio privado que se lo pague. Es evidente que, a diferencia de los amantes de la libertad de la derecha, los de la izquierda ni obligamos a nadie a divorciarse, ni a casarse con una persona de su mismo sexo, ni a abortar, ni a que se le aplique la eutanasia.
Hace unos días descubrí ese anuncio en la puerta de un centro de estética de Barcelona: “La mejor libertad es la eliminación de los pelos no deseados”. Parece que la publicidad también se ha apropiado del concepto de libertad. Proclaman la libertad para viajar en avión, la libertad en la elección de la ropa que te has de comprar, la libertad es viajar con tu coche. De modo que serás libre cuando te compres un billete de avión, elijas esos pantalones en la boutique o te compres ese último modelo de coche. Tú libertad consiste en que ellos elijan tu destino de viaje, tu ropa y tu coche y que tú lo pagues, si libremente tienes dinero que gastar.
Su manejo del concepto de libertad sirve para que se lo apropie su ideario prohibicionista y su mercado y, al mismo tiempo, para negárselo a los modelos políticos no capitalistas. Cuando en Cuba el gobierno repartía gratis ollas eléctricas para cocer el arroz en las casas de la gente que no tenía recursos, se le acusaba de atentar contra la libertad porque en el mercado no había microondas que pudieran comprar los ricos. Cuando Cristina Fernández impidió que los grandes latifundistas pudieran exportar la carne para que fuera accesible a los argentinos, se le acusó de atentar contra la libertad de los ganaderos. Obsérvese que la libertad para que el pueblo llano de Cuba pudiera cocinar el arroz y el pueblo llano de Argentina pudiera comer carne de res no se contemplaba. Lo importante es la libertad de los ricos para comprar microondas y enriquecerse vendiendo la carne de ternera al extranjero.
Alguna vez he escrito que los derechos que requieren de dinero no son derechos. Ahora hay que recordar también que las libertades inaccesibles para los humildes tampoco son libertades. Y que los que quieran imponerte su moral sexual, religiosa o familiar son los liberticidas, no los defensores de la libertad.
Tomado de mundo obrero