Todo comenzó hace poco menos de un año, con un grupo aventurero que pretendía promover los contenidos periodísticos de Alma Mater también en WhatsApp, un nicho comunicativo todavía hoy casi inexplorado por los medios de la Isla y con gran presencia de jóvenes en edad universitaria, uno de los públicos meta de la “revista joven más antigua de Cuba”.
Armando Franco, a unos escasos cuatro meses de su estreno como director de la publicación, signó como información inaugural del servicio de flashes noticiosos almamateros el parte de la primera conferencia de prensa que brindó el Doctor Francisco Durán, director de Epidemiología del Ministerio de Salud Pública, sobre el comportamiento de la COVID-19 en Cuba.
La idea –señala Max Barbosa– era hacer llegar a distintos tipos de contenidos que se consumieran poco, en una realidad marcada por el inicio del confinamiento en el país a raíz del nuevo coronavirus y cuando las personas iban a a necesitar informarse “sin gastar mucha Internet”.
WhatsApp, por su bajo gasto de datos móviles y por su popularidad en el país se pintaba para eso, explica el joven periodista y profesor de Hipermedia en la Facultad de Comunicación (FCOM) de la Universidad de La Habana.
“Comenzamos con contenidos donde se condensara lo que era noticia. Eso conllevó a que incorporáramos al equipo a una especialista en Ciencias de la Información, que tiene habilidades para realizar resúmenes informativos de nuestros trabajos y también de terceros, de interés para la comunidad universitaria.
“Luego, instituciones relacionadas con la revista y con la Educación Superior nos empezaron a dar información. Asimismo, surgían flashes producto de la minería de datos realizada de forma diaria por los miembros de los equipos multimedia y editorial de Alma Mater”, apunta Barbosa.
En tanto, el director de la revista resalta que el objetivo fundamental de estos servicios es cohabitar en las plataformas donde están las personas, utilizando competencias profesionales que posibiliten colonizar, con sus propias lógicas, estos escenarios comunicativos.
Del estudio de prácticas mediáticas internaciones en esta plataforma se valió Alma Mater –acota Armando Franco– para establecer, en las condiciones tecnológicas cubanas, posibles rutas a seguir, mediadas por la retroalimentación permanente con los usuarios y su interacción con contenidos compartibles.
Hasta la fecha, la revista cuenta con 12 grupos de 257 miembros cada uno, en los que está presente un correlato de la mayoría de sus productos comunicativos, con la calidad editorial como bandera y el diálogo armónico con las características y potencialidades de esta red como sacerdocio.
No incomodar a los públicos con diseños informativos ajenos a estas lógicas, enfatiza Franco, ha sido una de las prioridades del equipo multimedial de la revista (integrado por cinco periodistas/comunicadores y dos diseñadoras). Ello ha repercutido en un nivel de permanencia de los usuarios, en una red en la que los grupos están a expensas de la constante entrada y salida de quienes los integran.
Melissa Ayala, estudiante de quinto año de Comunicación Social en FCOM, es parte de este equipo informativo que busca el emoji indicado para cada contenido y vela por el verbo correcto y porque, ante la economía de palabras, no se pierda el valor periodístico.
La joven explica que más allá del día a día noticioso en la red social, el equipo habitual recibe apoyo de estudiantes y profesores de FCOM para la cobertura minuto a minuto de eventos informativos puntuales, y que generan impacto en los universitarios en formación y también en los jóvenes de la Isla.
En torno al cambio en la política de privacidad en WhatsApp, que ha generado gran polémica en el mundo y una migración de numerosos de sus usuarios a otras plataformas como Telegram o Signal, Ayala no considera que influya de manera significativa en el servicio de flashes noticiosos de la revista pues el público fidelizado con la marca Alma Mater en esta red social continúa en crecimiento.