Aventurándose en el complejo reto de prever el futuro de un ámbito tan cambiante como el de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, cada año al terminar enero varias compañías informan sobre estadísticas que señalan certeramente las tendencias mundiales que caracterizarán los meses sucesivos.
No se trata de leer bolas de cristal y ofrecer verdades como templos. Pero podemos conocer una panorámica de los elementos que despuntarán en el mundo de las TIC con informes como el “Media Trends & Predictions 2021” de la empresa de datos Kantar o las proyecciones de la firma de consultoría tecnológica Gartner.
Como otros, estos análisis apuntan hacia los factores de peso acumulados que pueden incidir en el desarrollo de las relaciones entre los humanos y el ecosistema mediático. En especial, los pronósticos reflejan el fuerte impacto a nivel colectivo y personal de la COVID-19 en nuestra forma cotidiana de interactuar.
Coronavirus y colaboración online
De forma irremediable, el aislamiento producto de la pandemia ha influido en todas las proposiciones de esta lista; bien porque haya acelerado procesos que ya se daban, o bien porque puso sobre la mesa otros que solo se valoraban como una posibilidad superficial, dígase el teletrabajo o uso de herramientas colaborativas.
Por ende, de cierta manera, las tecnologías que brillarán en 2021 serán las que ayuden a las organizaciones a ser más flexibles y tener una mayor capacidad de adaptación a las circunstancias. Se ponen en valor, entonces, las plataformas y entornos digitales colaborativos para el trabajo y estudio a distancia.
El énfasis es tanto para las aplicaciones de mensajería móvil, como para las facilidades de almacenamiento e intercambio en la nube. Cada vez más clientes y trabajadores comprenden la urgencia de migrar a entornos Cloud con el fin de no tener toda su información concentrada en un punto físico. Una señal del cambio de mentalidad mundial que exige el trabajo remoto, aún más en el caso nacional.
Asimismo, la experiencia evidenció la necesidad de rescatar, remodelar y usar de forma efectiva los entornos virtuales de aprendizaje de los centros educativos. Aunque remarcó, también, los diferentes niveles de acceso a Internet como parte de las brechas relacionadas con las tecnologías junto con las demandas en cuanto a alfabetización digital y cultura informacional en todos los sectores.
Sobre el comercio electrónico, igualmente, mucho se ha hablado en nuestro país durante el pasado año. Los artículos al respecto han reflejado desde importantes esfuerzos para mejorar su funcionamiento, hasta pertinentes críticas a los errores cometidos. Lo cierto es que 2020 fue un laboratorio de usos obligatorios, que aceleró prácticas en línea a las cuales no se les prestaba tanta atención.
Hacia la digitalización, privacidad y ciberseguridad
En suma, como apunta El Economista, las debilidades y oportunidades de las telecomunicaciones mostradas en la pandemia se sentirán en años venideros. Por un lado se manifestó la importancia de una conectividad diversificada y de calidad –dado el incremento exponencial del tráfico en las redes de los operadores– y por otro se propició la adopción de nuevos servicios en instituciones y empresas.
Si en los últimos años la digitalización se mostraba como interés nacional en el caso de Cuba, ahora es una necesidad obvia e infranqueable. Cada vez más entidades –en todo el mundo– detectan cómo se van quedando atrás al no digitalizar su actividad; y eso es más visible en el ámbito de la gobernanza electrónica. Sobre todo al apostar por la transparencia en la rendición de cuentas.
No se trata solo de informar, sino de llevar el contenido de trabajo al ámbito digital. De forma que se potencie la interactividad y la solución –por ejemplo– de trámites desde el espacio virtual pero con valor real en acciones legales y laborales. Además de potenciar la interactividad mediante chats ciudadanos, foros participativos, junto a la disponibilidad de fuentes y representantes institucionales.
Toda esa migración a entornos digitales convierte en un tema prioritario la ciberseguridad de las empresas, sedes de gobierno, e incluso personas naturales, si tenemos en cuenta el aumento de spywares en 2020. Asimismo, el fenómeno genera una revalorización de la privacidad en medio de escándalos y discusiones sobre sus límites o violaciones.
En los debates resaltan los cuestionamientos sobre las libertades en Internet. ¿Debería ser un espacio de total libertad o es ético intervenirlo desde lo judicial, por ejemplo? Las respuestas pasan por conflictos de intereses geopolíticos y se entrelazan tanto con las libertades personales como con temas de seguridad.
Por otra parte, en el actual contexto cada vez más digitalizado, la analítica y la minería de datos serán áreas a destacar. La tendencia es a encontrar en cada campo de estudio qué tipo de datos son más usables y con cuáles se trabaja de forma cotidiana. De hecho, según la consultora estadounidense perteneciente a Big Four, PwC, para 2021 alrededor del 70 por ciento de los empleadores deberían contar con habilidades o personal capacitado para el manejo del análisis de datos.
El dato pone en valor especialidades como las Ciencias de la Información y las Matemáticas para crear equipos multidisciplinarios con el fin de convertir estadísticas, patrones y registros en información relevante. Incluso, por la necesidad de explicar bien esos resultados de valor, para los medios de comunicación existe una marcada tendencia a apostar por el periodismo de datos.
Inteligencia artificial e Internet del comportamiento
El valor de las inteligencias artificiales en el mundo no solo se ha demostrado en el aumento del rendimiento y la producción de las organizaciones que optan por esta metodología. El sector de la salud ha encontrado en la ingeniería de inteligencia artificial un importantísimo aliado para paliar los efectos de la pandemia.
A partir de esa realidad, no es una sorpresa que a los efectos de estudios, como el “Media Trends & Predictions 2021”, en el mundo la inteligencia artificial se consagra como una tecnología imprescindible en cualquier organización. Sin embargo, un tema que sí roba titulares es la llamada Internet del comportamiento donde también entran a contar las mediciones precisas y el uso de algoritmos para registrar y aprender de la actividad online de los usuarios.
Como indica Gartner, a medida que muchas tecnologías capturan y utilizan los datos generados por las personas en su vida cotidiana se crean patrones de comportamientos. Los datos que autorizamos a recopilar, muchas veces sin leer, son empleados para determinar nuestras acciones futuras en la web, nuestros intereses, hacer sugerencias y en perspectiva influir en el comportamiento.
Entre las tecnologías vinculadas a este fenómeno se encuentran las soluciones de reconocimiento facial, ubicación GPS, Big Data; y aquellas herramientas como Google o Facebook que conectan los datos que generamos en las distintas plataformas, al tiempo que evalúan cuáles datos condicionan qué acciones.
Sobre las formas de consumo mediático
Del enorme registro de nuestro accionar en la web también se toman elementos precisamente para estas predicciones. De hecho, a partir del Big Data se conoce que en toda Latinoamérica aumentó el consumo por parte de las audiencias de contenido en streaming; incluso en Cuba mediante datos nacionales y en plataformas como Picta y Teveo, a pesar de su engorroso funcionamiento.
El video online sale ganando tras un año de distanciamiento social y revalorización de las videollamadas y conferencias en Zoom u otra plataforma similar. En este ámbito, la creatividad es la protagonista para buscar diferenciarse y crear contenido, atendiendo a las plataformas donde se puede tener mayor audiencia.
Por ende, destaca otra tendencia importante que seguirá marcando el ritmo este 2021: la creación de comunidades en torno a marcas y medios de comunicación. Las redes sociales continúan siendo un espacio donde es inminente posicionarse no solo para llegar al público, sino para interactuar con él.
Ahora bien, en función de acercarse al ritmo de las tendencias mundiales, la innovación es fundamental para generar nuevo valor que –centrado en las personas– mantenga la plasticidad necesaria para formar y reformar la sociedad de manera dinámica, pero evadiendo el pensamiento tecnócrata en torno a la red.
Imagen de portada: Depositphotos.com.