Mónica Mestre Morales, estudiante de periodismo.
El primer retrato de José Martí y la imagen de la primera piedra derrumbada de la Muralla de La Habana son dos de los documentos más importantes que legó el catalán Esteban Mestre Aulet. Además de ser el primer fotógrafo comercial de la ciudad de La Habana, brindó una oferta amplia y renovadora para su época.
A pesar de los aportes que realizó al arte fotográfico cubano, este hombre, que tuvo su estudio por más de 30 años, es en la actualidad un personaje ausente para la Fototeca de Cuba.
Sus primeros pasos en la fotografía
La revista Fondo Iberoamericano de Fotografía en el artículo Cuba, su historia fotográfica, señala que esta disciplina comenzó a fomentarse en la Isla respondiendo a una necesidad informativa-comunicativa y documental-testimonial. Se considera una de las más ricas de América Latina (junto a la mexicana, la brasileña y la argentina) por la gran variedad de estilos expresivos y la alta calidad técnico-artístico-informativa.
Desde su surgimiento ha transitado por temas tan diversos como el retrato, el paisaje y la arquitectura, hasta la fotografía publicitaria y, sobre todo, por la fotografía social; pasando también por el desnudo, las manipulaciones esteticistas y la fotografía científica.
“Con el establecimiento de los diferentes fotógrafos atraídos por el potencial mercado habanero surgen los primeros estudios fotográficos, uno de los más destacados es el de Estaban Mestre Aulet y Francisco Serrano”, afirma María Moral Jimeno, profesora de la Universidad de Olavide, Sevilla, España, en su artículo Los retratos olvidados: intercambios con la Cuba española.
Para el profesor Ramón Cabrales, director de la Cátedra de Fotografía del Instituto Internacional de Periodismo José Martí, “desde 1859 en su galería de la calle O´Reilly comenzó Mestre a hacer retratos en las técnicas conocidas hasta ese momento como ambrotipos, colodión húmedo y uno muy particular creado por él denominado mestretipo (variación del ambrotipo)”.
Añadió que el viejo Mestre (su hijo también ejerció) fue un fotógrafo muy atento a los adelantos que llegaban a la Isla procedentes de Estados Unidos y de Europa de donde tomó el formato de tarjeta de visita creado por Disderí (fotógrafo francés). Su estudio fue uno de los que mejores adelantos técnicos utilizó en esa segunda mitad del XIX.
De acuerdo con la revista Opus Habana, de la Oficina del Historiador de la Ciudad, en el artículo Cuba: sus inicios fotográficos (noviembre de 1999), el fotógrafo, de origen catalán, estableció su galería en 1851, manteniéndola durante 30 años con “real privilegio” (permiso especial que otorgaba el rey de España), en O’Reilly No. 19, entre Aguiar y Habana, primero, y después en el número 63 de la misma calle.
No sólo realizó retratos, sino que logró reproducir paisajes de la ciudad con un extraordinario control de la luz. Por la amplia gama de grises, que transmitían una atmósfera romántica, sus fotografías fueron comparadas con los cuadros del pintor cubano Esteban Chartrand.
Mestre tomó una de las fotografías más noticiosas de aquella época: la de la ceremonia de inicio del derrumbe de las murallas que circundaban la ciudad. Logró que el Capitán General Domingo Dulce Garay y su comitiva posaran al terminar el acto.
“El sábado 8 de agosto de 1863 realizó lo que se considera la primera fotografía informativa cubana y donde por primera vez un gobernante es retratado en un acto público en la Isla. Con motivo de la ceremonia de inicio del derrumbe de la muralla”, expresó Rufino del Valle Valdés, acucioso investigador y codirector de la Academia de Fotografía Cabrales del Valle.
“A pesar de sus logros en varias esferas -no solo en la fotografía, pues realizó algunos estudios que contribuyeron a la antropología-, no es muy estudiado en la actualidad”, señaló Claudia Arcos Ponce, curadora, investigadora e historiadora de la Fototeca de Cuba.
“Esteban Mestre Aulet no se encuentra en el registro que tenemos en la fototeca. Ni tampoco poseemos mucha información de su vida y obra, solo algunos de sus retratos”, añadió Arcos Ponce.
La más amplia oferta comercial
Del año 1859 es el interesante anuncio que aparece publicado en Directorio de artes, comercio e industrias de La Habana, y en el cual se muestra la amplia oferta de Mestre, que iba desde minirretratos insertables en sortijas y estereoscopios de bolsillos, hasta retratos de tamaño natural, o bien pintados a la aguada o al óleo.
Mestre hizo valer su estilo dentro del retrato artístico, perfeccionando el uso de las placas de vidrio y destacándose igualmente con el soporte de papel, al que apeló desde 1857.
Ejemplo de la profesionalización, pero también comercialización del oficio, resulta la oferta de enseñar a retratar al que así lo desee “por cualquier de los sistemas conocidos”, y la extensa gama de artilugios en venta.
Por ofrecer, la afamada galería del clan Mestre proponía retratar cadáveres siempre que avisaran con una hora de antelación al entierro; y para aquellos que no tenían carruaje ofrecían el suyo, tanto de ida como de vuelta, no cobrando por ello más precio por el retrato.
Grandes cubanos detrás del lente de Mestre
La profesora de la Universidad de Olavide, María Moral Jimeno, también afirma que Mestre retrató a lo más granado de la sociedad cubana de su época, así como a numerosos caballeros, oficiales y soldados españoles, rostros y figuras la mayoría de ellos hoy anónimos.
Entre los más conocidos, destacan en la actualidad un retrato de José de la Luz y Caballero, el de un José Martí niño peinado con la raya al lado y la frente un tanto iluminada, que exhibe una medalla escolar; y el de Mariano, su padre, con espesos bigotes en forma de brocha.
La Iconografía del Apóstol, de la Biblioteca del Centro Estudios Martianos, atribuye este a Esteban Mestre, primer retrato conocido del Apóstol, realizado en el estudio de O`Reilly 63. Actualmente se conserva una copia de la fotografía en la Biblioteca Nacional, entregada el 12 de julio de 1902 a Domingo Figarola, director pionero de la biblioteca, por el peluquero Enrique Bermúdez, a quien el niño José Julián acompañaba cuando trabajaba en los teatros. Otra copia fue enviada por Leonor Pérez a Marcelina de Aguirre, madrina de bautismo del niño.
En el Memorial José Martí también se exhibe esta fotografía en tamaño ampliado, y en la esquina inferior izquierda aparece la firma de Mestre, sin embargo, no existe ningún soporte alrededor con información del autor de la imagen.
“El retrato a Martí fue realizado posiblemente en diciembre de 1862, mientras el niño estudiaba en el Colegio de San Anacleto, en la Habana Vieja. La fecha en que se fotografió a Mariano es desconocida”, afirma Del Valle Valdés.
“Pienso que este fotógrafo merece ser reconocido. Gracias a Mestre y a su foto sabemos cuál fue el aspecto físico de Martí niño”, afirmó el Máster en Ciencias Randy Saborit Mora, profesor de la Universidad de La Habana, investigador del Apóstol y autor del blog Efecto Martiano.
A su vez, Ramón Cabrales sostiene que Mestre hizo grandes aportes al desarrollo de la fotografía artística en Cuba, creando una obra fundamentalmente academicista, apropiándose de los estilos pictóricos existentes hasta esa época. Pero al mismo tiempo, dejó un gran testimonio histórico, además de los retratos, también desarrolló una amplia obra documental de La Habana.
“Sin embargo, por lo corto del programa de estudio para la asignatura de Fotografía en la carrera de Periodismo, no podemos abordar su obra ni sus contribuciones, pero sí fomentamos en los estudiantes el interés para que investiguen a estas figuras un tanto desconocidos”, añadió Cabrales Rosabal.
Señaló que trabajó en el Álbum de vistas fotográficas, proyecto nunca impreso, que tuvo gran importancia. Dejó una huella muy marcada por tantos años de trabajo sistemático y por todo lo artístico de sus obras.
Tomado de Isla al Sur