Que esa maldita rodilla policial yanqui sobre nuestro cuello quite su presión, porque si a pesar de ella hemos conseguido como país garantías sociales inéditas en el archipiélago, ¿cuánto podríamos alcanzar liberados y liberadas de ese perverso objetivo de Estados Unidos de someternos para convertirnos en una neocolonia más?
Es vil culpar a Cuba de los problemas que sufren la mayoría de las naciones del mundo que no han intentado el Socialismo, ni han sufrido el acoso totalitario de Estados Unidos.
A pesar de nuestros desaguisados por “cuenta propia”, el fundamental impedimento para nuestro progreso como pueblo son las sanciones de Estados Unidos, su voluntaria enemistad, su persecusión financiera no solo de nuestros activos económicos sino de los que intentan sostener relaciones comerciales con la isla.
Hasta nuestras peores deformaciones son fruto de esas agresiones porque han generado un sentimiento fuerte de autodefensa, como corresponde a una plaza indudablemente sitiada, y nos han impedido ser una sociedad “normal”.
Porque no se puede ser “normal” cuando hay que dedicar tiempo y energías, tácticas y estrategias para poder trascender la permanente acción subversiva de Estados Unidos en Cuba.
Ha sido una verdadera guerra prolongada. Y una guerra requiere siempre de medidas especiales, de trincheras para cubrirse, de parapetos y armas para defenderse.
Esa realidad palpable condiciona que el amor por Cuba, los deseos de bienestar por Cuba, por cambios que dinamicen su progreso, comienza por el rechazo a la política opresiva de Estados Unidos, por la defensa a la libertad de Cuba de mantenerse soberana y su derecho a la libre expresión, de no ser dominada por una potencia extranjera.
Necesitamos paz y que nos dejen respirar para poder enfrentar los desafíos del 2021, para encauzar por vías solucionables las inconformidades legítimas que sentimos y para demostrar que si hemos podido sobrevivir a ese fardo del norteño vecino, podríamos conseguir el bienestar que necesitamos a precio menos duro.
Fuerza, coraje, discernimiento, a ritmo de conga, como nos gusta hacerlo es lo que deseo en el 2021, sin olvidar que en Estados Unidos solo cambió la administración.