Según un reciente estudio de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) para 2021 se prevé un rebote del 3,7 por ciento, pero sin recuperar los niveles de actividad previos a la enfermedad que ya presentaban un débil crecimiento desde hace una década.
A ello se une la debilidad del mercado laboral, con un paro que al cierre de 2019 se ubicaba en 8,1 por ciento. Desde aquel entonces la Organización Internacional del Trabajo (OIT) preveía un incremento de la desocupación hasta 8,4 por ciento para 2020, pero esa estimación no contemplaba los efectos adversos de la Covid-19, ni se avizoraba el terrible impacto que tendría en el mundo. Otro informe de la Cepal y la OIT revela que solo en el segundo trimestre de este año unas 47 millones de personas perdieron su empleo, y los pronósticos de recuperación son poco halagueños, solo si la tasa de crecimiento se mantuviera en el tres por ciento, se alcanzarían los deprimidos niveles prepandémicos en 2023.
El comportamiento del comercio internacional muestra también severas afectaciones. Desde agosto, la Cepal proyectó un retroceso del 23 por ciento, dato superior al registrado durante la crisis financiera de 2009 cuando disminuyó un 21 por ciento.
Unido al desplome del 50 por ciento en el turismo lo cual arrastrará a las exportaciones de servicios que desde 2019 se encontraban en declive. Solo de enero a mayo se registraron caídas del 22,2 por ciento en el valor de los envíos regionales a Estados Unidos, hacia la Unión Europea y los intraregionales.
Recuerda el investigador que el negocio de los acreedores es manejar la deuda de forma que ese servicio le rinda intereses y por ello extraen cada vez más ingresos generados por esas economías, sin importar la catástrofe sanitaria mundial.
Para Latinoamérica y el Caribe la lista de males económicos continúa, tal es el caso de la inversión extranjera directa (IED) signada por la incertidumbre en torno a la recuperación de la crisis de salud, y unido a la combinación de oferta, demanda y políticas eficientes.
Desde agosto, la Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo pronosticaba una disminución de los flujos de IED hasta un 40 por ciento desde los 1,54 billones de dólares (millón de millones) alcanzados en 2019. Año en que la inversión registró una modesta alza del tres por ciento luego de considerables caídas en 2017 y 2018.
Pero esas inversiones en su mayoría fueron destinadas hacia las economías desarrolladas, pues en América Latina y el Caribe la contracción llegó a un 7,8 por ciento y los flujos de capitales solo sumaron 160 mil 721 millones de dólares.
Ese complejo escenario económico de América Latina pasa por sus brechas estructurales históricas, limitado espacio fiscal, desigualdad, escasa cobertura y acceso a la protección social, elevada informalidad laboral, heterogeneidad productiva y la baja productividad
Por ello, la Cepal exhorta a la aplicación de políticas para respaldar un cambio estructural progresivo, que permita aumentar la productividad y alcanzar inclusión social, igualdad y sostenibilidad ambiental.
Además de la aplicación de políticas para emprender una reactivación económica sostenible e inclusiva.