Conocí la noticia, cuando conversaba el 22 de noviembre de 1963 con Helen Klein, jefa de prensa del Presidente Ben Bella. -Ahora van a culpar a Cuba-, le dije y pensó que exageraba.
Era que Washington ya relacionaba a Cuba con todo lo que les disgustaba, buscando un pretexto para aplastarnos. Horas más tarde, la acusación desapareció del aire con la misma rapidez.
A fines de 1978, fue creado en Washington un Comité Especial del Congreso para investigar el asesinato. Durante las audiencias, allí un periodista me reveló que la CIA distribuyó el 22-11-63 una nota donde se expresaban sospechas de que Oswald actuaba por cuenta del gobierno cubano. Agregó que el FBI la hizo retirar por considerar que podria desencadenar una III Guerra Mundial.
Entre las causas del asesinato, se manejaban las intenciones del Presidente Kennedy de favorecer la normalización de las relaciones con Cuba, el fin de la intervención en Viet Nam y los derechos civiles, entre otras razones del magnicidio.
Kennedy habia hecho de Cuba uno de los temas más fuertes de su propaganda, lo cual le llevó a apoyar en 1961 la invasión organizada por Nixon. Cuando se dió cuenta, en 1963, que la Revolución Cubana no forzosamente arrastraría tras ella a la América Latina, quiso enmendar su error. Pero ya era tarde.
La reciente publicación de las cintas con las grabaciones de Kennedy dentro de la Casa Blanca muestran, según su antiguo ayudante Arthur Schlesinger, un Kennedy lidiando con el momento más peligroso de la humanidad, porque las fuerzas soviéticas tenían cabezas nucleares tácticas en Cuba y la orden de usarlas en caso de invasión. Agregó que Kennedy no vaciló por eso en ir en contra de los jefes del Estado Mayor, que proponían un ataque aéreo sorpresa, seguido de una invasión.
En el informe del Comité Especial del Congreso se admite que “los anticastristas estaban frustrados, amargados y coléricos” desde 1961 y sus resentimientos los enfocaban contra Kennedy, quien días antes de su muerte había encargado a William Atwood discutir con Carlos Lechuga, embajador cubano en Naciones Unidas la posibilidad de normalizar las relaciones. El asesor de Seguridad, McGeorge Bundy, manifestó que el Presidente quería al regresar de Dallas, un informe sobre esas pláticas.
En esa época, Nueva Orleans se había convertido en un importante escenario de las conspiraciones terroristas entre personajes como Orlando Bosch, Luis Posada Carriles, los hermanos Guillermo e Ignacio Novo Sampol, Eladio del Valle, Jorge Mas Canosa, Herminio Díaz, Davie Ferrie, Oswald y otros.
El Comité confirmó que grupos terroristas cubanos conspiraron con Trafficante para el asesinato de Kennedy, junto a la Mafia italoamericana, la cual tenia serias conexiones con Jack Ruby. Este mafioso mató a Oswald, el tirador solitario, quien estaba conectado con la CIA desde antes de viajar a la URSS. Resultó sospechoso que desde antes del atentado, la CIA haya tratado de identificar a Oswald con la Isla y llegó hasta presionar a la empleada mexicana del Consulado de Cuba en Ciudad de México, que lo atendió, para que corroborase esta versión fraudulenta.
Poco antes de ser asesinado, John Roselli dijo al columnista Jack Anderson, que cubanos de la banda de Trafficante habían participado en el magnicidio de Kennedy. Roselli se habia complotado desde 1961 con la CIA y sus colegas mafiosos Sam Giancana y Santos Trafficante para atentar contra Fidel Castro utilizando a los terroristas cubanos.
Otros hallazgos hicieron al Comité llegar a la conclusión de que hubo falta de cooperación y coordinación entre las distintas agencias del gobierno; que el servicio secreto fue deficiente en proteger al Presidente y que la CIA y el FBI también fallaron. Hechos bien semejantes a los del 11 de septiembre de 2001.
El general (r) Fabián Escalante, uno de los que investigaron el caso por la parte cubana, muestra en un libro de próxima aparición , que la CIA, la Mafia y los terroristas cubanos planearon y ejecutaron el hecho. Que los expertos tiradores de origen cubano Eladio del Valle y Herminio Díaz, se encargaron de disparar, escapando después en una camioneta Nash.
Los participantes por parte de la Mafia fueron Santos Trafficante, Sam Giancana, John Roselli y en menor grado Carlos Marcelo y Jimmy Hoffa.
Entre los planificadores de la CIA, Escalante menciona a su ex director Richard Helms y a David Atlee Philips, recientemente fallecido, quien en los 70 se convirtió en jefe de la División del Hemisferio occidental. La seguridad cubana confirmó la identidad de este oficial CIA que trabajó en La Habana con fachada de empresario con oficinas en la calle Humboldt 106 apartamento 502 y desde la preparación de la invasión de 1961 organizó y dirigió los grupos terroristas cubanos que aun ahora tratan de excarcelar a Posada Carriles.
Imposibilitado de continuar con sus investigaciones, el Comité del Congreso hizo a fines de 1978 la atendible sugerencia de que el Departamento de Justicia continuase el trabajo. Pero 25 años después de la investigación y 40 después del asesinato, los gobiernos de Reagan, Bush, Clinton y Bush W, no lo hicieron.
El informe final señaló que la CIA se negó a desclasificar la más importante documentación, que se halla abovedada en calidad de secreta.Y no será desclasificada hasta el año 2013.
En los años subsecuentes al asesinato, más de 22 personas involucradas en los hechos murieron de forma más o menos siniestra, entre ellos los principales protagonistas. A los 50 años es dificil que subsista algún testigo ni algún culpable.
Pero 40 años después, el tenebroso secreto es transparente para todos menos para los obligados a verlo. Tal vez porque los ejecutores han adquirido una temible ascendencia sobre la tendencia que hoy gobierna en Estados Unidos.
(21-11-03)