Juicio 543, Tribunal de urgencia, Santa Clara, año 1950
Sí, yo recuerdo cuando era recién graduado de abogado que vine aquí a Santa Clara; porque había un capitán ahí por Cienfuegos que era una fierita contra los estudiantes. Me metieron preso y me hicieron un juicio. Vine a defenderme yo mismo. Suerte que no quedé preso…”
Estas palabras de nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro, pronunciadas el 30 de diciembre del pasado año, durante la inauguración del tramo de vía para el ferrocarril rápido Habana-Santa Clara, evocan un importante pasaje de su vida, consagrada a la lucha revolucionaria.
Hoy, tras laboriosa búsqueda, Granma rescata para el patrimonio nacional el expediente judicial que recoge diversos aspectos del juicio 543. desarrollado ante un Tribunal de Urgencia, en la ciudad villareña.
Fueron días de paciente investigación, entre una montaña de papeles, en los archivos de la antigua Audiencia Provincial de Las Villas.
Revisamos la vieja carpeta. Contiene el acta de detención de Fidel y Enrique Benavides, ambos dirigentes universitarios. Fue redactada en la estación policíaca de Cienfuegos, el 12 de noviembre-1950, a las nueve de la noche. Aparece también un atestado al Presidente del Tribunal de Urgencia “por un delito contra el orden público para su conocimiento y efectos”.
Entre la documentación encontrada está el auto judicial que ordena la libertad provisional de ambos acusados; radicación del juicio oral y público, Causa 543, “por infracción del apartado 7mo. Artículo 23, Decreto Ley de 1934”; telegramas de citación a “los denunciantes: capitanes Manuel Pérez Borroto y Faustino Pérez Leiva, jefes respectivamente de la Policía Nacional y del Escuadrón 7 (Guardia Rural); teniente Julián Megret Pineda y Sub-Tte. Juan C. Hernández y Dr. Angel Vital Pardo (testigo).
Otro documento certifica la entrega de una boleta de pasaje “ida y regreso al doctor Fidel Castro Ruz, para asistir al acto del juicio oral señalado para el día 14 del actual (diciembre) en el Tribunal de Urgencia de Las Villas”.
Asimismo, el acta de juicio y sentencia, donde aparece la composición del Tribunal: Presidente Ramón M. Rodríguez Valdés y los Magistrados Mario F. Vázquez Martínez y Arturo Rebollar Martínez (1); denunciante: Manuel Pérez Borroto; acusados: Fidel Castro Ruz y Enrique Benavides; fiscal: Alfredo Cardón; abogados defensores: Benito A. Besada, por Benavides y “Fidel Castro Ruz en su propio nombre”.
CARTA ABIERTA DE FIDEL
La aparición del expediente judicial y el testimonio del compañero Besada, permiten hoy una amplia reconstrucción del proceso, el que se originó cuando Fidel y otros dirigentes de la FEU acudieron a Cienfuegos en solidaridad con los estudiantes sureños, quienes habían convocado a un mitin, en protesta contra la brutal ofensiva reaccionaria desatada por Aureliano Sánchez Arango, Ministro de Educación, y Lomberto Díaz, titular de Gobernación, que clausuraba las asociaciones estudiantiles, perseguían a sus dirigentes y suprimían el derecho de reunión, movilización y organización de actos. De esta forma pretendían aplastar la vertical posición del estudiantado frente al corrompido régimen de Carlos Prío Socarrás. La histeria gubernamental hizo crisis al ordenar la injustificada represión del acto estudiantil; Fidel y Benavides fueron detenidos, atropellados, encarcelados y estuvieron al borde de la muerte (intentaron asesinarlos) en ocasión de su traslado al vivac de Santa Clara.
Unos días antes de celebrarse el juicio, en la Sala Tercera de la Audiencia Provincial, Fidel dirigió una carta abierta al pueblo de Cienfuegos (2) donde expuso la verdad de los sucesos ocurridos allí.
Dijo que los universitarios que acudieron a esa ciudad, lo hicieron invitados “por los compañeros del Instituto para hacer uso de la palabra en un acto que, como nadie ignora, había sido convocado con todos los requisitos legales y cuyo único fin era la justísima protesta contra la actitud despótica con que el Ministro de Educación se ensaña hoy contra los estudiantes, como ayer se ensañara terriblemente con maestros y profesores de la segunda enseñanza”.
“Y dirán tranquilamente —puntualizó el joven abogado revolucionario— que es para salvaguardar el orden público, porque la cínica justificación de los tiranos siempre es la misma. Ellos son los que no guardan orden público ni privado, los que no respetan normas ni sentimientos, los que violan la Constitución, escarnecen los más elementales derechos del ciudadano: ellos son los que alteran el orden, la paz y la justicia”.
Y más adelante pregunta: “¿Y tendrán razón los que así actúan? ¿Y tendrá razón el descompuesto capitán del ejército cubano —que no merece serlo— que en forma insolente y cobarde nos llamó forasteros remitiéndonos esposados al Tribunal de Urgencia?”
“Menuda inteligencia en menudito capitán y tamaña mala fe al acusar de forasteros e instiga dores a unos invitados que apenas tuvieron tiempo de ‘sacudirse el polvo del camino’ y de abrir la boca para reponer las energías perdidas con la comida que un universitario amable como todos los cienfuegueros nos obsequió en su casa”.
Y concluía Fidel: “Quiero decirle por este medio que no nos amedrentó su actitud arbitraria; rectifique a tiempo el señor capitán y no siga sembrando el odio contra los que sufren su presencia; no hay mérito sino ignominia en ser verdugo del pueblo”.
“¡Nos veremos otra vez ante el Tribunal de Urgencia!”
En el acta y sentencia del juicio 543, observarnos que el capitán del ejército no compareció; envió un telegrama, excusándose.
ENERGICA DENUNCIA
—Recuerdo que Fidel habló de pie; fue una valiente y apasionada denuncia contra las injusticias del régimen; fue una enérgica defensa del pueblo— así rememora hoy Benito Besada, profesor universitario, aquel memorable instante —28 años transcurrieron— en que nuestro Comandante en Jefe pronunció su patriótico ¡yo acuso! en la Audiencia de Santa Clara.
Besada, hoy miembro del Comité Ejecutivo Provincial del Poder Popular, en Ciudad de La Habana, militante del Partido, compañero de Fidel durante los años de estudios superiores, relata su participación en el juicio 543 del Tribunal de Urgencia:
“El 14 de diciembre, día del juicio, casi al amanecer, llegaron a mi casa, en Santa Clara, Fidel y Benavides, quienes en tren habían realizado el viaje desde La Habana; se veían cansados; desayunamos y cambiamos impresiones en torno a la situación que ambos afrontaban. Dije: mientras ustedes reposan un rato yo iré a la Audiencia para conocer las incidencias del proceso y trazar nuestra estrategia defensiva.
“Los Tribunales de Urgencia, formados en la década del 30 para reprimir a las masas obreras y los movimientos revolucionarios fueron revitalizados con idénticos objetivos. Funcionaban por la tarde.
“Durante parte de la mañana realicé mi trabajo exploratorio; conocí en la Secretaría que el fiscal sería el doctor Carrión. Fui donde él y expliqué que defendería a dos compañeros de la Universidad; que yo tenía poca experiencia como abogado (estaba recién graduado) y que requería sus opiniones sobre la causa y, de ser posible, qué elementos podría yo manejar en el juicio a los efectos de obtener la absolución de mis representados.
“Carrión revisó la causa. Me dijo que no podía anticipar ningún criterio”.
—Todo depende del desarrollo del juicio, afirmó.
- ¡YO ACUSO!
“El delito que se radicó en aquel Tribunal de excepción, era el de agitación, desorden público… Se acusaba a Fidel y a Benavides de promover una serie de mítines callejeros e incitar al pueblo contra las autoridades civiles y militares.
“Regresé a casa. Fidel aún descansaba. Sobre su pecho observé un libro, el famoso ¡Yo acuso! de Emilio Zola. Lo desperté, pues consideraba importante trasmitirle mis observaciones sobre el juicio; comenté que había obtenido del fiscal una impresión favorable, que no conducía necesariamente a ser muy optimista. Como se conoce, en los juicios del Tribunal de Urgencia no se instruye ningún sumario; hay una serie de elementos que se pueden presentar durante su desarrollo y debíamos estar alertas a este tipo de situación.
“De aquella conversación se decidió que yo representara a Benavides; Fidel me comunicó que él asumiría su propia defensa y denunciaría una serie de atropellos de que era víctima el pueblo cubano.
“Su rostro mostraba indignación, refiriéndose a cuánto ocurría en nuestra patria en aquella sórdida época.
“insistí a Fidel en que el resultado del juicio estaría en dependencia de su marcha, la declaración de los testigos y cuánto expusieran los acusadores. Pensé, asimismo que una exaltación de Fidel podría complicar la situación, por ello preparé una defensa que permitiera al Tribunal una salida para la absolución. Me aguardaban algunas sorpresas.
- ASUMIRE LA DEFENSA
“Almorzamos temprano. Alrededor de las 12:45 ya estábamos en la Audiencia. Fidel usaba un traje viejo, a rayas, muy conocido, con él aparece en muchas fotos. Debo aclarar que en las horas precedentes al juicio Fidel no habló más del tema. Continuaba leyendo, yo diría que estudiando su autodefensa y patriótico alegato.
“En el Colegio de Abogados, Fidel gestionó una toga.
“Los pasillos del segundo piso de la Audiencia villareña estaban llenos de público, principalmente jóvenes estudiantes y revolucionarios. Saludaban eufóricos y confiados a quien hoy irradia los destinos patrios y plasma el legado martiano: ¡Fidel!
“Ya en el juicio el primero que declaró fue el capitán Pérez Borroto. Acusó con acidez a nuestros compañeros y afirmó que a él constaba que Fidel y Benavides eran responsables de los sucesos ocurridos en Cienfuegos.
“Por aquellos días, la ciudad sureña vivía horas convulsas a causa de repetidos desmanes y atropellos contra un grupo de estudiantes y el pueblo. Aquel oficial hizo una acusación cargada de odio; reclamaba del Tribunal sanción para los dos jóvenes dirigentes de la FEU que opusieron resistencia a sus abusos. Después comparecieron otros testigos.
“No fueron presentadas pruebas que constituyeran elementos para condenar a mis compañeros. “Agotado el listado de testigos, el doctor Rodríguez Valdés, Presidente del Tribunal, dijo a Fidel y a Benavides que se les iba a escuchar. Permanecían en el banquillo de los acusados. Ambos señalaron que consideraban que en un juicio de Urgencia no existían suficientes garantías ni el correcto procedimiento legal para analizar los delitos a ellos atribuidos: Intervino Carrión, el fiscal, y acto seguido entre los acusados y Rodríguez Valdés se desarrolló el siguiente diálogo:
“—¿Tienen abogados?”
—Sí, aclaró Benavides. Me defenderá el doctor Besada”.
—¿Y usted, señor Castro?”
“—Yo asumiré mi defensa”
“—Adquiera el sello del Abogado y pase a ocupar su sitio en el estrado”.
“Fidel se dirigió al exterior del salón; afuera lo esperaba Arturo con una toga vieja y raída; Fidel regresó con ella puesta y ocupó —como abogado— su lugar, junto a mí. En la sala imperaba un silencio absoluto; crecía la tensión.
“El alguacil llamó a los testigos; más tarde habló Carrión y después nosotros. Fidel solicitó que fuera llamado a declarar el capitán Pérez Borroto, el acusador.
“Desde la primera pregunta al arrogante oficial, Fidel pasó a la ofensiva.
“—Muy mal usted representa al pueblo, cuando reprime y asfixia sus derechos legítimos, —dijo Fidel.
“El capitán Pérez Borroto, soberbio, insistía en su acusación, pero cada vez sus argumentos eran más débiles frente al interrogatorio de Fidel que no aludía a la Causa 543 en particular, sino a la situación que padecía Cuba. Atacaba al sistema político. Ese fue el contenido de su enérgica auto-defensa.
- TENSION INSOSPECHADA
“Concluida la prueba testifical, Rodríguez Valdés concedió la palabra a Carrión para que formulara sus conclusiones y, pese al desarrollo del juicio, muy tenso por la forma en que Fidel condujo el interrogatorio al capitán, el fiscal solicitó la absolución de los acusados ‘por cuanto no existen pruebas contra ellos.
“—La defensa tiene la palabra, afirmó el Presidente del Tribunal.
“Fidel se levantó (se encontraba sentado contiguo a los magistrados).
“La característica de aquella autodefensa fue el valiente ¡yo acuso! de Fidel. Pronunció una alocución violenta; apasionada denuncia contra los atropellos del ejército y la policía; la política corrupta de aquel régimen; la falta de garantías constitucionales; malversación de nuestras riquezas; el asalto a los sindicatos por pandilleros y otros males que sufría Cuba en aquellos años de la república mediatizada.
“Repito: Fidel apenas se refirió a los cargos que a él imputaban; emplazó a los gobernantes de aquel régimen; fue un ataque valiente y honrado.
“El juicio adquirió una tensión insospechada motivada por la denuncia de Fidel, con un tremendo caudal de argumentos, vehemencia y solidez; el público en la sala judicial estaba visiblemente conmovido; jamás en la Audiencia de Las Villas se habló en esos términos; no existían antecedentes, ni se creía posible que alguien se pronunciara como Fidel aquel día.
“El Tribunal también recibió el impacto del ¡yo acuso! de Fidel. Fue algo absolutamente nuevo, un acontecimiento ante el cual hubo una reacción de asombro y admiración.
- TENIAMOS QUE DECIR ESTAS VERDADES
“Los magistrados se retiraron a deliberar durante media hora, circunstancia no frecuente en los Tribunales de Urgencia, que emitían su fallo casi al instante. No aceptaron de inmediato la solicitud del fiscal. Creo que el elemento que influyó, no hay dudas, fue el ¡yo acuso! de Fidel.
“El panorama del juicio había cambiado. Cuando yo asumí la defensa de Benavides suscribí los pronunciamientos de Fidel, pero en términos más moderados.
“Cuando el Tribunal se ausentó, Fidel y yo conversamos y él preguntó qué opinaba. Chico, respondí, estoy casi seguro que habrá condena, y no estuve muy despistado, pues uno de los magistrados, Vázquez Martínez, emitió su voto particular de sanción.
“No importa la suerte que corramos —acotó Fidel. Teníamos que decir estas verdades, puntualizó. Su grado de madurez política era evidente, pese a su juventud.
“Cuando el Tribunal se constituyó nuevamente, su presidente Rodríguez Valdés informó que por mayoría se decidía absolver a los acusados.
“El público vibró en sus asientos, comenzó a aplaudir.
“Acusados. Pónganse de pie. Termina el juicio. Desalojen la sala”.
“La advertencia llegó tarde. Los asistentes al Juicio 543 mostraban su júbilo; iban al encuentro de Fidel, le congratulaban por su patriótica actitud. Yo aún no me reponía del susto”.
(1) Rodríguez Valdés, hoy jubilado, vive en La Habana; Vázquez Martínez abandonó el país en le década de 1960; Rebollar Martínez, durante la época del juicio 543, desempeñaba el cargo de Juez de Instrucción en Remedios (L.V.); actuó de magistrado accidental (sustituto). Falleció en 1963; Vital Pardo, fue presidente del ayuntamiento sureño. Vive en el extranjero.
El ex capitán Pérez Borroto reside en Cienfuegos; Enrique Benavides desempeña actualmente el cargo de segundo secretario de la embajada de Cuba en la República Democrática de Guinea.
(2) Fue publicada en el periódico “La Correspondencia” (11-1950) y 25 años después en Granma en el reportaje “Aquel Día de Protesta Estudiantil cuando detuvieron e Fidel en Cienfuegos”.