Extracto de la entrevista al compañero Juan Carlos Camaño, presidente de la Federación Latinoamericana de Periodistas, FELAP, en el programa Clave China, que se emite por Radio Cooperativa AM 770 y es conducido por las periodistas Luisa Valmaggia y Lidia Fagale.
-¿El periodismo latinoamericano y caribeño está atravesado por las tensiones geopolíticas entre Estados Unidos y China a la hora de informar sobre la pandemia? ¿O es la pandemia la que ha expuesto mucho más la crisis de credibilidad del periodismo latinoamericano?
-Entiendo que el periodismo latinoamericano y caribeño -el cual no es uniforme-, toma partido en las tensiones entre la República Popular China y los Estados Unidos de distintas maneras y si bien lo hace mayoritariamente dentro de una matriz ideológica, no todo el periodismo apuesta al predominio absoluto de Estados Unidos en el mundo.
Reconozco y comparto que han sido evidentes las manifestaciones en procura de adjudicarle a China la aparición, el desarrollo y la transmisión del Covid–19, pero también han tenido resonancia expresiones que se oponen y que cuestionan, e inclusive repudian este tipo de declaraciones.
Insisto, no todo el periodismo está volcado en favor de los intereses de Estados Unidos. No todo el periodismo piensa y actúa a la medida de Estados Unidos. En este caso me interesa resaltar que no son pocos los gobiernos y diversas organizaciones sociales que intercambian e interactúan con China, tanto en lo comercial como en las áreas de la cultura, la educación, y eso lleva a distintos acuerdos de cooperación. Acuerdos bilaterales de carácter estratégico entre China y varios países de la región. Cosa que molesta, y mucho, a Estados Unidos.
– ¿Está disociada la crisis del periodismo occidental respecto de la crisis de occidente?
-No. En esta cuestión quiero hacer una apreciación distinta. Según mi formación ideológica y política enmarco la crisis en el fracaso del sistema capitalista. Y muy especialmente en su fracaso de socialización. Recuerdo que la Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires, la UTPBA, publicó hace más de 20 años un cuadernillo de unas 50 páginas… un cuadernillo del que Lidia se debe acordar porque lo hicimos en conjunto un grupo de compañeras y compañeros de la UTPBA.
Allí pusimos el foco, ya no en si hay o no una crisis en la tasa de ganancia del capital, sino en una profunda crisis social que no tiene solución – que no tendrá solución con el capitalismo-, que es la ruptura de los lazos de socialización doméstica dentro del sistema.
Todos sabemos que día a día crece más la desigualdad social, el desempleo, el empleo basura y el salario basura, y que cada día hay más gente buscando trabajo, techo, comida y paz. Cada día hay más violencia, más excluidos. En fin, la realidad ya no la puede esconder el sistema capitalista de ninguna manera. Es una situación tremenda, irrespirable.
A tal punto que los factores de poder cuantifican a las personas que viven el drama social de la injusticia como basura social, y cuantifican a aquellos que están en la economía informal y en condiciones laborales deplorables como la basura social en potencia. Eso es el capitalismo.
El periodismo por supuesto está dentro de este drama y todo augura, con pandemia o sin ella, que en un futuro inmediato crecerán mucho más las penurias de los trabajadores en el mundo.
-¿Tiene efecto salir a cazar las noticias falsas?
–Al optar por una determinada construcción de sentido, de identidad, de visión del mundo, de proyecto de sociedad, tiene su importancia el hecho de denunciar la mentira organizada, pero particularmente prefiero poner la energía en unir la verdad dispersa. Se trata de hacer que nuestra verdad, que nuestras concepciones ideológicas en la lucha de ideas tengan un espacio en el proceso de información/comunicación lo suficientemente destacado.
El periodismo –claro- no escapa a la lucha de ideas. Sino todo lo contrario. Y tal cual lo afirma tanto la UTPBA como la FELAP: “En la lucha de ideas, las ideas que no se conocen no luchan”. Por eso me inclino por la política de construir, siempre, una variante propia. Eso requiere de nosotros, tener claro qué hacer, decir menos y hacer más.
-La FELAP pertenece a la Plataforma de Cooperación de Periodistas de la Franja y la Ruta -que recordemos, fue lanzada en Beijing en octubre de 2019- cuyo nacimiento coincidió con el inicio de la pandemia. ¿Considerás oportuno su lanzamiento? ¿Por qué?
-La conformación de la Plataforma de Periodistas fue muy bien recibida por la FELAP, esencialmente porque desde la desaparición de la Organización Internacional de Periodistas (OIP) no se constituía una organización de periodistas que se manejara por fuera de los lineamientos clásicos de periodismo estadounidense y de la socialdemocracia europea.
Conceptualmente la Plataforma estimula la cooperación y la solidaridad, de la misma manera que lo hace la Asociación Nacional de Periodistas de toda China y con el mismo sentido que promueve la FELAP.
En medio de la pandemia la Plataforma demostró que su cometido es estratégico y en tal dirección la FELAP estará presente para apuntalar en América Latina y el Caribe el desarrollo de la Plataforma.
–¿De qué manera la FELAP ha sentido la solidaridad de los periodistas chinos?
-Antes quiero destacar que la Asociación Nacional de Periodistas de Toda China, las y los colegas de China, mantienen vínculos con la FELAP desde hace más de una década, bastante más.
Y con algunas de las organizaciones que constituyen la FELAP mantienen vínculos desde hace mucho más, es el caso, por ejemplo, de las relaciones con las compañeras y compañeros de la Unión de Periodistas de Cuba; con la Federación de Asociaciones de Periodistas de México; con la Federación Nacional de Periodistas de Ecuador; con el Colegio de Periodistas de la República Dominicana; con la propia UTPBA; con las y los colegas de Perú, de Chile, con las compañeras y compañeros de la Asociación de Periodistas de Puerto Rico y otras organizaciones.
Estamos hablando de muchos años de trabajo en común y de un profundo sentimiento fraterno.
Esta vez agradezco a la Asociación Nacional de Periodistas de Toda China por su extraordinaria generosidad para con la UTPBA. Esto lo digo a partir de – además de otros gestos- la entrega de 20 mil barbijos para repartir entre las trabajadoras y trabajadores de prensa, en distintos medios de comunicación, y no sólo, también se han entregado barbijos en establecimientos de salud de la Ciudad de Buenos Aires y del Gran Buenos Aires, en cooperativas de trabajo y en organizaciones barriales, específicamente en sus departamentos de prensa y comunicación.
-¿Cuáles fueron las medidas, recomendaciones o reclamos de la FELAP en favor de la protección de las y los periodistas frente a la pandemia de Covid-19?
– A mediados del mes de marzo le pedimos a todas las organizaciones de la FELAP informes ante el avance de la pandemia. Y el dos de abril, ante la necesidad de tomar recaudos “En defensa de la vida y los puestos de trabajo”, lanzamos esa consigna y al mismo tiempo planteamos que era imperioso impedir los contagios y actuar con firmeza contra todo intento de despidos por parte de las empresas periodísticas.
Recomendamos a las organizaciones que en los medios debían reclamar o exigir que se establecieran protocolos de protección para las compañeras y compañeros en el ejercicio de la profesión. Y a pesar de los llamamientos y manifestaciones de solidaridad entre las trabajadoras y trabajadores de todas las organizaciones de la FELAP, hemos tenido que lamentar la muerte de compañeras y compañeros en diferentes países. Se han vivido situaciones dramáticas en Ecuador y en Perú. Los informes han sido muy dolorosos.
-¿El periodismo está jugando algún papel en lo que se denomina Guerra Fría entre Estados Unidos y China?
-Sí, claro. Hay grandes cadenas mediáticas, y, por consiguiente, periodistas, que participan muy activamente. Pero eso no significa una posición dominante de Estados Unidos sobre China. Lo que nosotros llamamos Guerra Fría contiene una gran cantidad de elementos y factores que hacen al equilibrio de posiciones. Y ahí se conjugan varias cuestiones: el comercio internacional, la macro y micro economía, el sistema financiero transnacional, la competencia en el desarrollo de las nuevas tecnologías, el poder armamentístico… en fin, estamos hablando de dos potencias, y si bien los medios tienen su importancia, hay que analizar esto con una mirada tan amplia como lo indica la tremenda capacidad de los contendores. Es muy peligroso hacer reduccionismos y pronósticos apresurados.
No creo que los medios, a los que nos referimos tradicionalmente, puedan incidir por sí mismos en el escenario que acabo de señalar, aunque juegan su rol dentro del tablero. Nunca por la libre.
En esta “nueva” guerra fría hay que preguntarse qué diferencia a uno del otro, a China de EE.UU, tanto en el discurso como en la práctica. Mientras EE.UU. elije la amenaza y la agresión, China se define por la cooperación, la solidaridad y la integración.
Esto establece una disyuntiva para la humanidad y el planeta: la desintegración por el egoísmo, el consumismo enfermizo, el fin de lucro como único fin, el guerrerismo, la atomización, o la integración con cooperación, con solidaridad y con justicia social. Y no una justicia social simulada a través de las dádivas de los poderes fácticos, y sus gerentes políticos, a los condenados de la tierra.
(Tomado de la UTPBA)