A la luz de los hechos, todo creador vive en una permanente cuarentena con su arte. Tal condición lo obliga a permanecer alerta entre las cuatros paredes de una realidad que lo informa, transforma y amplifica a partir de aquellas ideas que serán la materia prima de sus propuestas artísticas, sean estas imágenes visuales, textos de carácter literario o piezas musicales. De ahí que una situación de cuarentena cuasi global a causa de la pandemia que azota al mundo desde hace meses, paradójicamente, sea una activadora de iniciativas en cualquiera de las manifestaciones que hacen el amplio espectro de la creación humana. Los ejemplos están a diario a la vista en los medios de comunicación nacionales y foráneos, todos muy bien intencionados, aunque con diferentes grados de creatividad. Sin embargo, de todas las manifestaciones, una en particular nos interesa: el humor gráfico. Lamentablemente, no siempre representado y comentado por especialistas en el tema, tal y como lo amerita su importancia comunicativa en atención al número de creadores y calidad artística de los mismos, sobre todo, en un pueblo como el nuestro, donde el humor es parte esencial de su idiosincrasia; su arma más a mano para sobrellevar los problemas y superarlos. Una Historia de Cuba desde el humor, por supuesto, bien contada y no necesariamente por los humoristas que la hacen, puede ser tan ilustrativa y objetiva como la más seria versión académica. Y que conste, no es broma.
I
En este particular contexto mediático que nos ha impuesto la Covid-19, entre los partes alentadores del doctor Francisco Durán y las desalentadoras noticias que ya presentan a nuestro continente como el nuevo epicentro de la pandemia, nos llegó una que nos hizo esbozar una leve sonrisa: China le confería el Premio Internacional UYACC-2020 Anticoronavirus, al caricaturista cubano Arístides Hernández, más conocido en el ámbito gráfico nacional e internacional como Ares. Finalmente, algo bueno oíamos. La ilustración premiada está concebida sobre la base del agradecimiento a los médicos y científicos que se enfrentan a la pandemia a riesgo de sus propias vidas en más de ciento ochenta países. Mensaje que también se centra en enaltecer un orden humano éticamente superior, aspiración de toda la humanidad. De hecho, en la concepción de Ares, se hace inevitable relacionar su nacionalidad con el ejemplo de solidaridad que los médicos cubanos le vienen dando al mundo.
Al igual que tantos otros artistas en estos días, Ares nos demostró la capacidad que tiene toda buena obra gráfica, tenga esta un acento ilustrativo o caricaturesco, de airearnos nuestra voluntad de vida con una sonrisa. En esta perspectiva, se presenta otra de sus propuestas de acento ilustrativo, donde asume las características estético-tecnológicas del “submarino” de los Beatles (Yellow submarine); aunque, en esta ocasión, navega por un mar plagado del letal virus, cuya forma esférica o de “erizo” recuerda las minas que tantos buques hundieron durante la segunda guerra mundial. En efecto, es una guerra la que libra la humanidad contra este nuevo enemigo, por demás, invisible. Sin embargo, la imagen del virus en sí misma ha devenido un nuevo motivo mediático, en razón de las numerosas versiones que a una escala macro nos presentan tanto los artistas gráficos y plásticos como los medios de comunicación a nivel nacional e internacional. De ahí que si algún receptor interpreta el submarino de la versión de Ares, como un artefacto volador, no se considere del todo errado, ya que el colorido de los coronavirus entre los que navega, por esos caprichos de la Naturaleza, tienta hasta al más entendido en arte a conferirle un cierto atractivo estelar, que los hace en apariencia inocuos. Pero, ¡ojo! No se deje engañar, estimado lector, mi semejante, como diría Charles Baudelaire. También el Diablo se viste con ropa de marca. Por último, cabe citar la ilustración que representa una billetera de bolsillo abierta, donde el papel moneda cede su lugar a un número de nasobucos. En estos tiempos, como en otro cualquiera, la salud está primero. ¡Cuídese! Quién así se ex- presa, tiene bien ganado un lugar en cualquier parte de esta realidad que damos en llamar humor gráfico, o de manera más genérica, gráfica de comunicación. Y la gráfica cubana, en este punto, goza de una salud envidiable, la suficiente, no solo para combatir la pandemia, sino también para vencerla.
II
Cada día aumenta el número de creadores que pueblan el firmamento de nuestra cultura visual con nuevas obras, en lucha abierta contra la Covid-19. La cuarentena, paradójicamente, más que limitarlos, los incita a crear, a enfrentar la amenaza con lo que mejor saben hacer, tal y como nuestros médicos y personal de la salud hacen lo suyo a favor de la vida. ¿Qué es el arte, si no vida! Más temprano que tarde, solo recordaremos estos meses de pandemia por las obras que abordaron el tema. Todo es cuestión de tiempo. En tanto, Reynerio Tamayo nos muestra lo hecho en esta temática hasta hoy.
Tamayo es uno de nuestros artistas en cuya obra lo plástico y lo gráfico se relacionan sin contradicción alguna, dándole continuidad a una tradición en nuestra historia del arte, que tiene nombres tan ilustres como Eduardo Abela, Adigio Benítez, Raúl Martínez y el propio Ares, entre muchos otros.
El criterio que anima a tales iniciativas a constituirse en mensajes representativos de la gráfica de comunicación, sea una caricatura, una ilustración o un cartel, deja a un lado la obra única, a sabiendas que el momento reclama la inmediatez y la más amplia divulgación de lo mejor entre lo mejor relativo al tema pandemia. Nunca antes se hizo más necesario que el sentido del humor se convirtiera en parte manifiesta e inalienable del sentido de la vida. Un buen ejemplo, la caricatura de Tamayo donde representa a una mujer africana con nasobuco, en el cual está incluido su bebé; interpretación que invierte la tradicional costumbre de llevar a sus espaldas al hijo, mientras realiza sus deberes en la casa o en el campo. Otra caricatura a citar de este artista, es la que particulariza su interés de apropiarse del arte del pasado para expresar la realidad presente. En aras de este interés, Tamayo no repara ni en tiempo ni en distancia para llegarse hasta la Prehistoria, donde un “artista” representa una escena de caza sobre la pared de una cueva, como era costumbre en ese remoto período de la infancia de la humanidad. (Somos tan vanidosos con respecto al tiempo, que invertimos el orden cronológico, llamando “Antigüedad” a nuestra infancia y adolescencia). Sin embargo, más que la imperiosa necesidad de garantizar la alimentación del grupo, razón por la cual se establece esta relación mágica entre lo que se representa en la pared de la cueva y el resultado a obtener en la realidad, se impone la urgencia de un peligro desconocido, al que hay que darle caza lo antes posible. En consecuencia, los cazadores optan por darles la espalda a bisontes y ciervos, que siguen paciendo muy tranquilos, para dedicarse a perseguir con sus lanzas y arcos al enorme “erizo” del coronavirus. Un miembro del grupo que no comprende el dibujo asunto de la cacería, interroga al acompañante, quien le responde: “…Artista contemporáneo”. A modo de comentario: siempre hubo, hay y habrá “artistas incomprendidos” como el de la caricatura de Tamayo: en número menor, aquellos que se adelantan a su tiempo; la mayoría, porque nunca fueron de su tiempo.
Cierra la relación Rebrote, del caricaturista de P‛alante, Ismael Lema, quien asume el tema de la pandemia desde la óptica de los nuevos focos de contagio, como consecuencia de personas irresponsables con una muy baja percepción de riesgo. De ahí el título de su propuesta, en la que representa una fiesta de cumpleaños; pero, en esta ocasión, al romperse la piñata por los alegres asistentes, de su interior no caen caramelos ni regalos, sino los temidos “erizos” del nuevo coronavirus.
III
En esta línea del arte cubano representativa de la etapa que hemos dado en llamar la covidianidad, tampoco faltará el cartel. Este medio de comunicación visual, uno de los más sostenidos divulgadores de nuestra realidad histórica y social en términos estéticos y co- municativos, también mostrará su inmediatez y capacidad de generalización de sus mensajes para dar testimonio visual de la presente realidad pandémica. En esta perspectiva se presentan dos carteles del diseñador gráfico Lorenzo Santos (Losama): Para ganar la distancia y En la Post-Covid-19, Ganar de 1 2 3.
El primero sigue la línea racionalista del otrora cartel del Departamento de Orientación Revolucionaria (DOR) relacionado con campañas de interés social, en tanto hace uso de un lenguaje claro y directo: el esquemático diseño de la figura humana se reitera un sin número de veces, pero sin dar aglomeración alguna. Mientras que en el segundo cartel, Losama recurre al tema beisbolero, para dar constancia en una pelota recién lanzada relacionada con las tres fases del proceso de recuperación del país, en comprensión de la importancia que el deporte nacional tiene para el pueblo cubano, así como el interés manifiesto en la población por el reinicio de la Serie Nacional de Beisbol. Un detalle que no debemos pasar por alto: el lanzador tiene el nasobuco puesto; con tal precaución, es casi seguro que llegue a la fase 3 y última de la recuperación post-Covid; pero, en cuanto al juego como tal, presumiblemente, el sofoco del nasobuco le impida pasar del primer inning.
Un tercer cartel del grupo Nocturnal, asume la promoción del 42 Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano a celebrarse en La Habana el próximo mes de diciembre. El mismo está concebido sobre la base de reproducir dicho mensaje con la cuasi ilegible caligrafía de una receta médica; una manera muy original de homenajear a los profesionales de la salud cubanos, devenidos símbolo nacional e internacional de la solidaridad en el enfrentamiento a la Covid-19. En cuanto al “método” prescrito en la receta-cartel, se lee: “c/ 4 horas x 10 días”; o sea, disfrutar de dos filmes por día durante los diez que dura el festival, como la mejor medicina para sobrellevar la pandemia. Por único cuño, el del festival de cine. Cabe destacar, por último, que si bien de lo que presume todo buen cartel en cuanto a la legibilidad del mensaje, en este caso, comprensiblemente, no se da de manera inmediata, ello no impide reconocer que la cura que propone no la mejora ni el médico chino. A propósito, ahora consulta en la ciudad de Wujan.
¡Hasta la gráfica siempre