Para sufrir con el destrozo del idioma no hay libreta de racionamiento: se derrochan las oportunidades diarias para cada persona. No queda fuera de semejante abundancia el mal uso de pronombres. Cuando el columnista se disponía a escribir este artículo, en una popular televisora internacional cuya eficiencia lingüística no se iguala a su alta utilidad informativa se oyó el siguiente anuncio, concerniente a la semana que se avecinaba: “Se las contaremos en los próximos minutos”. Pero el aviso correspondía a una sola semana y, por muy numeroso que fuese el público al que se le hablaba, lo correcto habría sido “Se la contaremos en los próximos minutos”.
Para noticias, maravillas, peripecias… y otros complementos directos de número plural y género femenino valdría las; para hechos, asuntos, procesos…, los, y lo si lo comentado es un hecho, un asunto, un proceso… La comunicadora televisual hablaba para incontables personas, complemento plural, número representado por el se en que les se convierte para evadir la traba cacofónica de enunciados como “Les la contaremos (o ‘les lo contaremos’) en los próximos minutos”, y, si lo contado fuera plural, “Les las contaremos (o ‘les los contaremos’) en los próximos minutos”.
Las evidencias de mal uso de los singulares lo y la y sus plurales auguran que los estropicios van para incurables. ¿Aparecerá una buena Soberana que lo impida? Cuando alguien que cultiva las artes plásticas y goza de alta instrucción general insiste en expresiones como “Ese dibujo acabo de hacerlo, y ahí se los dejo”, confirma desconocimiento. Cualquiera que sea el número de personas a quienes ofrece el dibujo, lo correcto es “ahí se lo dejo”, porque el dibujo es uno solo, y procedería “ahí se la dejo” si en vez de “un dibujo” fuese “una pintura”.
Así de simple, se lo asegura a lectoras y lectores el columnista, que ha tratado el tema en varios artículos con distintos ejemplos, y quién quita que hasta con los mismos. Eso no lo hace feliz, pero se explica por un hecho doloroso: “Fiel del lenguaje” podría perpetuarse repitiendo invariablemente el mismo texto en todas las entregas, como durante años Monthly Review ha reiterado a manera de texto editorial el artículo “¿Por qué el socialismo?”, de Albert Einstein.
Sin con ello la revista ha sustentado programáticamente la necesidad de sustituir el capitalismo por un sistema justiciero, la repetición mecánica de los textos de “Fiel del lenguaje” respondería, salvando distancias, a una realidad: los errores cometidos por profesionales, no solo por los que podrían llamarse hablantes cotidianos —que somos todos los seres humanos—, parecen perpetuarse en hombros del desconocimiento mezclado con la desidia y, no hay pruebas de lo contrario, con la prepotencia de quienes creen saberlo todo y, por tanto, ya no tienen ni necesidad ni modo de superarse.
Mucho le gustaría a quien esto escribe permitirse creer que malgasta el tiempo en explicaciones innecesarias, pero no lo son, aunque tal vez inútiles sí sean. Por todas partes se mueven indicios que vienen a decirle que no aborda temas tan conocidos y bien dominados como para pasarlos por alto. De la ya señalada mala salud del uso de los pronombres, asunto que algunas mentes “sabias” podrían considerar menudo, la única muestra no es el ejemplo televisual citado.
Neutro, o ajeno a distinciones de género, lo vale para sustituir diversos elementos, como acciones que, gracias a él —con todo lo sencillito que se ve— no es necesario repetir. En vez de “Antes él llegaba tarde al trabajo, pero ya no llega tarde” o “Antes él llegaba tarde al trabajo, pero ya llega temprano”, cabe decir: “Antes él llegaba tarde al trabajo, pero ya no lo hace”. Y “En un tiempo ellos iban por el mundo rompiendo cuanto tocaban, pero ya nada rompen”, se abrevia igualmente con ayuda de lo: “En un tiempo ellos iban por el mundo rompiendo cuanto tocaban, pero ya no lo hacen”.
El socorrido pronombre vale asimismo para abreviar no solo oraciones con verbos de acción, sino con ser y estar. “Él solía estar al tanto de todos los encargos que se le encomendaban, pero ya no está al tanto de ellos como antes” puede aligerarse así: “Él solía estar al tanto de todos los encargos que se le encomendaban, pero ya no lo hace”. “Ella era muy inexperta cuando ocupó la plaza, pero ahora no es inexperta”, o “pero ahora es experimentada en la tarea”, se agiliza diciendo: “Ella era muy inexperta cuando ocupó la plaza, pero ya no lo es”.
Recientemente, sin embargo, en un sonado programa de la televisión nacional —y en labios de alguien con el crédito de una larga trayectoria profesional— se oyó, repetido de distintos modos, por lo que no cabe estimarlo mero accidente, algo como esto: “Al principio yo era muy joven, pero cuando me tocó ocupar ese puesto ya no la era”. ¿Se necesitará un curso de posgrado para recordar que lo correcto habría sido un enunciado como este: “Al principio yo era muy joven, pero cuando me tocó ocupar ese puesto ya no lo era”? En estos casos vale asimismo añadir que el empleo de lo en vez de la sería pertinente en boca de un sujeto femenino, o al hablarse de alguien de ese género.
Y, como confirmación de que los errores se afianzan no únicamente en cuanto a pronombres, acaba de tener el columnista otra señal al terminar el primer borrador del presente artículo y sentarse frente al televisor para atender la edición del mediodía del Noticiero Nacional de ese medio. La misma voz a la que “Fiel del lenguaje” se había referido en otra entrega —y con las explicaciones pertinentes— porque había usado la expresión per cápita como si significara por cada uno (sea lo que sea ese uno) y no por persona, volvió a incurrir en la misma equivocación.
Ahora, otra vez con respecto a casos de covid-19 confirmados en distintos territorios del país, habló de varios que habían reportado… ¡“dos contagios per cápita”! Eso equivale ni más ni menos a dos enfermos de covid por persona. Por fortuna, la información era incierta en lo tocante a los efectos de la pandemia, pero lamentablemente corrobora la prosperidad del mal uso del lenguaje, así como la autoridad que algunas personas creen ejercer cuando muestran —eso sí— carencia profesional.
!Magnífico! muy oportuna su reflexión- ¿Las publicará todas en un libro?