PERIODISMO CIENTÍFICO

Una molécula ha puesto a la humanidad frente al espejo

Como género, Homo sapiens se ha quedado sin competidores  —no imaginamos la experiencia de compartir tiempo y espacio con otros homínidos—,  y su diversidad se concentra especialmente en la pluralidad de sus culturas, donde radica una buena parte de la sobrevivencia humana.

Pero en el proceso de globalización “hemos tratado de homogeneizar a toda la humanidad, de privarla de diversidad cultural, social y colaborativa; esta falta de conciencia crítica nos ha llevado a la ‘paletización[i] de la especie’. Y, ahora que una molécula pone a la humanidad frente a un espejo que muestra lo mal que lo hemos hecho, urge adoptar una conciencia crítica que nos ayude adaptarnos al planeta”, dijo el arqueologo y científico social español Eudald Carbonell a elagoradiario.com.

Autor de más de una veintena de títulos, en muchos de los cuales aborda de diferentes maneras su preocupación por el futuro de la especie humana, Carbonell señala que nos hemos convertido en primates homínidos poco humanizados. “No llegamos a ser una plaga, pero sí animales con una gran inteligencia operativa y con grandes carencias de conciencia operativa”; es decir, ineptitud “para entender el mundo como una realidad de la que nosotros somos su conciencia operativa”.

La inteligencia operativa —define en su libro La conciencia que quema— es el rasgo fundamental de la inteligencia humana y la socialización de esta, el fundamento de la construcción social; es la capacidad de secuenciar y de asociar, y a la vez de prever, definitivamente, la tecnología y la ciencia socializada.

“Es ingenuo pensar que la naturaleza, que es ciega, nos proporcionará la capacidad de autocorrección. Solo nuestra conciencia, adquirida a lo largo del tiempo y de la complejidad evolutiva, nos puede ayudar a conocer qué, cuándo y cómo debemos hacer las cosas que nos afectan como especie”, añade en el texto.

Al referirse a la situación actual en que se halla la especie, Carbonell advierte que “la Covid-19 nos refleja que estamos ante un cuello de botella evolutivo, una crisis cíclica, sistémica y de especie, un colapso de vida hacia la revolución científico-técnica, una revolución que tendremos que metabolizar a todos los niveles.

En los últimos siglos —reflexiona— hemos evolucionado muy rápido, un crecimiento exponencial de la especie que nos lleva evolutivamente al caos, y si no somos capaces de evitar ese caos estaremos abocados a la extinción.

“Las estructuras de poder son gigantes con pies de barro, pensadas desde la economía y la geopolítica y no desde la socialización del pensamiento y el conocimiento. Esto no favorece la adaptación al planeta”

Ante la expansión del nuevo coronavirus, o cuello de botella evolutivo, el experto asegura que los humanos han superado otros colapsos: “numerosos a lo largo de la prehistoria y la historia, en los que la especie se ha ido reinventando, aunque con altos costos en descargas demográficas”.

Sin embargo, “esta crisis sanitaria nos deja como lección que, de la misma manera que la revolución científico-tecnológica en la que estamos inmersos nos permite desafiar a la selección natural (capacidad de sobrevivir de los más aptos), “habrá que renunciar a la globalización, favorecer la diversidad cultural intraespecífica y socializar el conocimiento de manera que avancemos hacia un humanismo científico y prioritario como eje del desarrollo futuro”.

Eudald Carbonell, que ha dedicado su vida a la investigación en el terreno de las Ciencias de la Vida y la Tierra, asegura desde su pensamiento científico y de izquierda, que “para contener este embudo la humanidad debe poner la vida en el centro de sus prioridades y que se hace necesario un replanteamiento de las estructuras jerárquicas del poder”. Unas estructuras —dice— que son gigantes con pies de barro, pensadas desde la economía y la geopolítica y no desde la socialización del pensamiento y el conocimiento”.

Lo primero —explica— será desterrar la globalización, educar en el humanismo científico, combatir la paletización (falta de biodiversidad) en la especie e incorporar la conciencia de solidaridad planetaria.

“A corto plazo, y como ya lleva avanzada la evolución de la generación Z[ii], el confinamiento derivado del control de la pandemia también afectará la forma de relacionarnos entre humanos. Sociales por naturaleza, lo haremos cada vez más a través de la tecnología, virtualizaremos el contacto físico y emocional, con las consecuencias que la falta de endorfinas provocan en nuestra biología”.

Cita entre dichos efectos, la aparición de depresiones fisiológicas y psicológicas, disminución de la función inmune, dolores intestinales y dificultades cognitivas, entre otros. “Innumerables experimentos y experiencias reales lo demuestran”.

Sabe Eudald Carbonell, arqueologo, experto en el estudio de las tecnologías prehistóricas, que “sin la capacidad tecnológica y de conocimiento que los humanos hemos alcanzado, hoy no podríamos enfrentar como lo estamos haciendo los efectos del mecanismo evolutivo descubierto por Charles Darwin: la selección natural. Y, “como en anteriores colapsos, nos veríamos enfrentados a una descarga demográfica cercana a los 3.000 millones de seres humanos”.

La diferencia —dice con optimismo y confianza en el instinto de supervivencia de la especie— es que, por primera vez, los humanos somos conscientes del cambio y de que si no lo controlamos, podemos ser partícipes del mismo, para bien y para mal.

 

 

[i] El término paletización se refiere al almacenaje y transporte de mercancías como una unidad a partir de los palets.

[ii] También se les conoce como ‘postmillennial. Son los verdaderos nativos digitales.

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Flor de Paz
Periodista y Editora.

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