Sergio González López: “El Curita” de la clandestinidad

Por Yudith Madrazo Sosa

A la provincia de Cienfuegos le han nacido muchos hijos cuyos nombres están inscritos en los anales de las gestas por la liberación nacional en Cuba. Sin dudas, uno de ellos fue Sergio González López, quien naciera en el poblado de Aguada de Pasajeros el 29 de octubre de 1922.

Este destacado luchador tuvo una formación eclesiástica durante su infancia y adolescencia, de ahí que sus compañeros de causa lo tildaran con el sobrenombre de “El Curita”. Cursó la primera enseñanza en escuelas parroquiales e ingresó a los doce años en el Seminario de Santiago de Cuba, de donde se trasladó más tarde al Seminario de San Carlos, en la Habana, el mismo que inspirara el Obispo Espada y donde profesaron José Antonio Saco, José de la Luz y Félix Varela, entre otros.

Sin embargo, al cumplir los 21 años de edad abandonó la carrera religiosa, contrajo matrimonio y se inició en los afanes de la emancipación de la Patria. Comenzó a trabajar en 1945 en la empresa de los tranvías habaneros, donde muy pronto dio muestras de un espíritu rebelde y justiciero. Su conducta ejemplar en las luchas sindicales hizo que sus compañeros lo condujeran a la secretaría general, pero la camarilla mujalista, al secuestrar por la fuerza al movimiento obrero, lo descartó inmediatamente.

Por esa época “El Curita” ingresó al Partido Ortodoxo, mas al producirse el golpe de estado de 1952, el panorama dentro de la organización política cambió por completo. En vano trató Sergio de avivar a la postrada dirección ortodoxa. Transcurren años de insoportable tensión, sin que apareciera un camino de acción que calmara las ansias de su temperamento batallador, inconforme con el estado de cosas imperante.

Aconteció, entonces, el asalto al Cuartel Moncada y “El Curita” comprendió que había comenzado una nueva era en la historia de Cuba. Sin demora confeccionó en su imprenta de la Plaza del Vapor 40 mil volantes que distribuyó por toda la ciudad, mediante los cuales llamaba a la juventud a seguir su ejemplo.

A partir de ese momento participó en todos los actos contra el régimen militar. Cuando tuvo lugar el alzamiento del 30 de noviembre en Santiago de Cuba, se desesperó porque hubo de permanecer acuartelado junto a otros revolucionarios en espera de las órdenes para una acción conjunta. Desde ese instante su forma de lucha pasó a ser la peligrosa y esforzada operación clandestina.

Las acciones del 13 de marzo de 1957 sacudieron nuevamente la conciencia de Sergio González. Conocedor de la existencia de un carro de armas abandonado lo recuperó a riesgo de su propia vida y logró enviar para la Sierra Maestra los materiales bélicos.

Pocos meses después, en mayo de 1957, agentes del Buró de Represiones de Actividades Comunistas lo capturaron y torturaron implacablemente. Quedó lesionado del oído. Aún sin recuperarse, organizó una huelga de hambre en la Prisión del Príncipe.

Durante el tiempo que estuvo entre rejas transcurrieron importantes acontecimientos para la lucha como el intento de huelga general de agosto, el asesinato de Josué y Frank País, y el aborto del levantamiento popular del 5 de septiembre en Cienfuegos. Esto hizo que se fugara de la cárcel el 22 de octubre y perpetrara un relevante episodio de su carrera revolucionaria: la explosión de 100 bombas en una noche.

Mientras preparaba hazañas cada vez más arriesgadas contra la dictadura fue capturado, el 18 de marzo de 1958, al entrar a un refugio. Esa misma noche apareció su cadáver, terriblemente torturado. No había cedido a las pretensiones de los esbirros, no quiso hablar y de esa forma entregó su vida por el bien de la Patria.

(Tomado del 5 de Septiembre)