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La bandera de la Proeza Laboral, un paréntesis de recuento y homenaje para la prensa

Por Patricia María Guerra Soriano y Yoandry Avila Guerra

Cuando en el año 2011, a Julio García Luis le otorgaron el Premio Nacional de Periodismo José Martí, no estaba en Cuba, pero desde la ciudad venezolana de Maracay escribió las palabras que siguen:

“Los periodistas —que no vivimos por cierto de las alabanzas— podemos tener este breve paréntesis de recuento y homenaje sin temor a la inmodestia, porque estos premios nos pertenecen en realidad a todos, son como símbolos del esfuerzo común de nuestro gremio, y en ellos queremos ver representados a los que pasaron ayer por las redacciones, a los que las llenan hoy, y también a los que están en camino”.

Aunque hoy no se entrega el premio nacional de periodismo, y aunque ya no tengamos a Julio García, esas ideas tienen una hermética coincidencia con lo que acontece. Recibir la bandera de la Proeza Laboral, otorgada por la Central de Trabajadores de Cuba, vuelve a ser el merecido paréntesis de recuento y homenaje.

Pero, tal vez muchos se pregunten, ¿dónde reside la proeza? ¿dónde comienzan a dibujarse los límites de lo extraordinario en el ejercicio profesional diario, cuando el deber de informar (deber que es una obligación moral, social y ciudadana) es motivo de reconocimientos?

Tal vez, pocos ajenos al gremio conozcan que en marzo último, cuando la COVID-19 hizo sonar las alarmas, andábamos discutiendo y concretando proyectos, soñando cómo nos íbamos a montar en la ruta, sin regreso, de la concreción de un nuevo modelo de prensa para nuestro sistema de medios.

El coronavirus llegó y derrumbó las trabas que encorsetaban prácticas creativas y flujos de trabajo. Para proteger a nuestra gente, las redacciones se vaciaron (o se mantuvieron con el mínimo de profesionales permisible) y el teletrabajo se volvió uno de los centros principales para la generación de contenidos.

Puertas adentro de los hogares, y en no contadas ocasiones con una infraestructura tecnológica y una conexión a Internet que no acompañan los procesos creativos, han llegado jornadas de labores extendidas, guardias editoriales extenuantes, los hijos, parejas, padres y hermanos como entusiastas colaboradores: luminotécnicos, camarógrafos, sonidistas, teleprontistas, fotógrafos, editores…

También, están quienes han reportado desde la zona roja, desde los centros de aislamiento, desde las instituciones científicas y de salud que enfrentan la enfermedad.

Y qué decir de los retoños en formación que se fueron de voluntarios a asistir en los centros de aislamiento, aquellas y aquellos que encontraban un tiempo entre las numerosas tareas de la jornada o destinaban horas de su sueño para escribir y contar desde adentro.

En estos meses pandémicos se han combatido bulos y noticias falsas, se le ha dado voz a los expertos; asimismo, han llegado historias de solidaridad y de resiliencia, de esperanza, que llaman a la responsabilidad individual como vacuna más factible, aunque  todo no haya sido perfecto.

Comunicar en tiempos de COVID ha sido realizar comunicación de crisis. Ha sido sabernos vulnerables y tener al virus, aún con la aplicación de todas las medidas y protocolos sanitarios, en algunas de nuestras redacciones.

Comunicar en tiempos de COVID ha requerido reinventar maneras de hacer para contar un país que se apresta a convivir con el virus, en esta nueva anormalidad.

La hazaña, la proeza, lo extraordinario está en aquellos que lo hacen parecer tan fácil, obviando los esfuerzos y sacrificios en el camino. La bandera debe motivar, entonces, a hacerlo cada día mejor, porque más que un deber, es una obligación. Algunos periodistas entrevistados lo argumentan:

Pedro Martínez Pírez (Premio Nacional de Periodismo José Martí por la obra de la vida, 2005):

“Decía nuestro José Martí que “el elogio oportuno fomenta el mérito y la falta del elogio oportuno lo desanima”. Creo que la prensa, en todas sus expresiones actuales, merece el reconocimiento. El periodismo ha estado a la altura de la labor cumplida por nuestros trabajadores de la salud, de los científicos y de todos los que han hecho posible los positivos resultados de Cuba en el enfrentamiento a la pandemia”.

Ángela Oramas, colaboradora de Cubaperiodistas, del grupo asesor de la Upec:

“A pesar de lo complicada que se puede tornar la situación, los profesionales de la prensa no han dejado de informar al pueblo, de ahí el reporte diario del panorama nacional ofrecido por todos los medios de comunicación e incluso la realización de reportajes desde los hospitales en los que son atendidas las personas infectadas. La distinción otorgada a la prensa nos llena de orgullo. La Bandera estará abrigada en la Casa de la Prensa donde se halla la impronta de sus fundadores y de cada una de las direcciones hasta hoy”.

 

Maribel Acosta, periodista:

“La COVID-19 ha significado la exposición a riesgos mayores del personal de la prensa, ha significado la máxima generosidad de sus periodistas, los estudiantes de periodismo, fotógrafos, camarógrafos y toda la gente humilde del sector. Todos han puesto en gran valor la virtud humana. Me siento orgullosa de esta organización que me ha dado felicidad y la gratitud de crecer”.

 

Karina Marrón, periodista de Prensa Latina:

Los periodistas, en esta etapa, se han crecido ante la dificultad de estar aislados por cuestiones de salud. Muchos han trabajado desde su casa, y creo que lo hicieron con mucha valentía, pero también con mucha profesionalidad. La misión de este periodo no solo era llevar la información inmediata a la población, sino también esclarecer las dudas relacionadas con la enfermedad, contar las historias de los protagonistas de los diferentes momentos; todo eso se reflejó también en el Concurso Nacional de Periodismo 26 de Julio de este año y en el sacrificio de quienes incluso estuvieron en sus centros de trabajo bajo aislamiento, como ocurrió en el Instituto Cubano de Radio y Televisión. La Upec estuvo acompañando todo ese proceso, lo mismo estimulando las iniciativas creadoras que generando espacios de reflexión, encuentros para conocer las mejores prácticas, desde la visión científica… o sencillamente pendiente del estado de salud de los profesionales de la prensa.

 

Krystel Aspillaga, periodista del Sistema Informativo de la Televisión cubana:

“La COVID-19 ha traído varios retos, sobre todo, para el Periodismo Científico, pues ha sido esencial investigar en demasía para comprender y comunicar correctamente, por ejemplo, ¿cómo trabaja el virus?, ¿qué significa aplanar las curvas?, ¿cómo pudieran funcionar los tratamientos?, ¿por qué es imprescindible efectuar todos los requerimientos necesarios hacia una posible vacuna?, es decir, cumplir con los tiempos de la ciencia. Ha sido un desafío detectar el gran cúmulo de desinformación que se originó en el ecosistema de Internet con el propio SARS-CoV-2, el fenómeno conocido como Infodemia. Aclarar con datos científicos y fuentes confiables todas las noticias falsas que se han generado de temas diversos, desde tratamientos erróneos para la COVID-19 hasta maneras absurdas de detectar el virus. Los periodistas hemos podido mostrar el trabajo diario de los científicos y médicos cubanos, sus problemas y sus logros.

 

Graciela Ramírez, periodista argentina radicada en Cuba, y coordinadora del Comité Internacional Paz, Justicia y Dignidad a los Pueblos, directora de la corresponsalía de Resumen Latinoamericano en la Isla.

“Se trata de un reconocimiento al trabajo destacado de los profesionales de la prensa (…) por la solidez del trabajo periodístico, la seriedad con la que se aborda la realidad nacional e internacional, el rigor de los trabajos de investigación (…) el seguimiento constante y preciso, por la sensibilidad manifiesta y la insistencia en los cuidados necesarios para preservar la vida.
Y todo esto lo han hecho día a día, superando los obstáculos y la falta de medios adecuados que impone la barbaridad del bloqueo, recrudecido brutalmente. Un año en el que las campañas de difamación y la permanente invitación a renunciar a las ideas y convertirlas en mercancía, tiene su feroz expresión en la agresión a la cultura.
Merecen con creces la bandera a la Proeza Laboral”.

 

 

Rita Karo, recién graduada de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, periodista del sitio web de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba y voluntaria en un centro de aislamiento para sospechosos de la COVID-19.

“Voy a hablar desde mi experiencia como voluntaria y periodista en un centro de aislamiento. En momentos de crisis, la misión de un periodista no es otra que revelar las historias y los protagonistas detrás de los hechos.
“Tuve la posibilidad de formar parte del equipo de escritores jóvenes de Alma Mater que dieron cobertura a la COVID 19, desde Zona Roja y en centros de aislamientos. Una experiencia única, en vivo, constante…un reto. Todos los días tener que escribir lo que ocurría en la sala, en primera persona, con las emociones y los miedos en la piel es el valor principal que tienen esos trabajos, y es el mayor aporte que tiene para nuestra vida profesional”.

 

 

 

Daniela Ortega Alberto, estudiante de Periodismo en la Universidad de Matanzas y voluntaria en un centro de aislamiento para sospechosos de la COVID-19.
“Con la COVID-19 la prensa cubana demostró que se puede hacer periodismo desde cualquier parte y con los recursos mínimos. Pudimos llegar a muchísimos seres humanos y contar sus historias y así, entre tanta incertidumbre a causa de la pandemia, además de informar, logramos tocar esos sentimientos y esa sensibilidad de las personas. Como estudiante de periodismo creo que fue una enseñanza formar parte de esta gran cobertura que se realizó desde cada rincón de Cuba. Además de un proceso de aprendizaje, esta etapa de pandemia es un reto para los jóvenes, pues nos toca continuar con ese paso firme y avanzar hacia un mejor periodismo tomando las mejores experiencias del pasado y adaptándolo a las exigencias de los nuevos tiempos. Cada reconocimiento es un nuevo compromiso y un impulso para ser mejores en nuestra profesión y lograr llegar cada día más a nuestro pueblo”.

Andy Jorge Blanco, recién graduado de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, periodista de Cubadebate y voluntario en un centro de aislamiento para sospechosos de la COVID-19.

“Las condiciones de trabajo para los periodistas han sido atípicas en estos meses de enfrentamiento a la COVID-19 en Cuba. Ha habido que recurrir al teletrabajo y desde las redacciones de los medios se han extremado las medidas de seguridad. Sin embargo, la cobertura periodística al enfrentamiento del país a la pandemia no ha cesado. Ni en los momentos en los que lográbamos aplanar la curva de contagios. Y nuestra gente ha seguido el trabajo realizado por los medios en estos tiempos de pandemia, en los cuales ha existido una retroalimentación entre especialistas, la prensa y el pueblo.
“En momentos en los que la máxima fue quedarse en casa, los profesionales de la prensa en Cuba estaban en las calles, o dándole seguimiento a la conferencia de prensa, o en un centro de aislamiento, con la posibilidad real de contagio, con miedo en ocasiones, pero con un principio inviolable: informar y contar la historia de cómo un país pequeño y sin recursos ha puesto toda su voluntad en la salud de la gente. Creo que todos los colegas que de una u otra forma contribuimos al enfrentamiento a la COVID-19 en nuestra Isla, nos sentimos muy agradecidos con el reconocimiento al gremio. Y eso no es otra cosa que estar también orgullosos de la respuesta que ha dado este país a una pandemia que nos sigue poniendo a prueba”.

Imagen destacada: Periodista y camarógrafo realizan su trabajo para mantener informada a la población en tiempos de COVID-19, en Ciego de Ávila, Cuba, el 2 de abril de 2020. Foto: Osvaldo GUTIÉRREZ GÓMEZ/ACN.

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Redacción Cubaperiodistas
Sitio de la Unión de Periodistas de Cuba

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