Por Lourdes de Armas
Enrique Pérez Díaz es poeta, narrador, periodista, editor, crítico literario e investigador. Actualmente se desempeña como asesor del Instituto Cubano del Libro (ICL). Es un escritor prolífico con más de una veintena de libros publicados. Su obra se estudia en programas escolares de alcance internacional en más de siete países y ha sido traducida a nueve idiomas. En el 2014 fue nombrado jurado internacional del premio Hans Christian Andersen (el premio nobel de Literatura infantil)
Enriquito, como casi todos le llaman, no necesita presentación, es conocido no solo por su vasta obra, también por su activa presencia en lo concerniente a la literatura y lo que de ella emana. Como hombre de acción vive entregado a todo tipo de actividades relacionadas con el mundo del libro.
En esta ocasión dialogamos con el escritor a propósito de su nueva edición de Florecita Chang y los misterios del Barrio Chino I y II, publicada recientemente por la editorial DECO Mc Pherson S.A. Ha sido un gran placer conversar con el autor, agradezco su gentileza y la prontitud de sus respuestas.
¿Recuerdas el primer texto que escribiste? ¿Cuál es tu primera publicación? ¿Háblanos brevemente sobre tus obras publicadas y los premios obtenidos?
Uff, eso fue hace siglos, cuando tenía 16 años o algo así. Mi madre daba clases de piano y un día me propuso hacer una fiesta de fin de curso con sus alumnos y yo monté una obrita de teatro inspirada en un pasaje de Mujercitas, de Louise May Alcott. Luego imaginé una aventura con esos niños y escribí tiempo después en una libreta Aventura en la hacienda colonial. Eso durmió junto a otras cuatro aventuras mucho tiempo hasta que, ya cursando periodismo, el profe de taquigrafía José Antonio de la Osa confió mi manuscrito a una especialista y ella me dijo que tenía muchas influencias de una famosa autora inglesa llamada Enid Blyton y que aquello no estaba acorde con nuestra cultura e ideología. Lo que pudo destruirme, me dejó bastante ufano pues continué escribiendo, ya luego con más seriedad y sin desear copiar a nadie sino encontrando una voz propia.
Eres poeta, narrador, periodista, editor, crítico literario e investigador. Además, te desempeñas como Asesor del Instituto Cubano del Libro, lo cual genera una multiplicidad de actividades relacionadas con el mundo del libro. ¿Puedes decirnos brevemente como consigues llevar esta diversidad de funciones? ¿Cómo asumes cada uno de estos géneros literarios? ¿Hay influencia de un género sobre otro?
Eso es un misterio, ni yo mismo podría explicarlo. Dice una astróloga amiga que se debe a la forma en que los planetas transitan por mi casa natal, tengo mucho fuego y aire en mi personalidad, quizás esa especie de incendio me mueva a estar en mil cosas a la vez. Duermo poco, soy muy de mucha acción, adoro cocinar, salir y entrar, armar proyectos colectivos, organizar lo que anda mal y enfrentarme a lo imposible: ese debe ser el secreto para hacer tantas cosas a la vez.
Recientemente ha salido a la luz por la editorial DECO Mc Pherson S.A una nueva edición de tu obra infantil Florecita Chang y los misterios del Barrio Chino I y II ¿Por qué este título? ¿Cuéntanos algunas características de este personaje? ¿Está inspirado en alguien real? ¿Puedes abordar de manera breve y general acerca de esta serie ilustrada?
Florecita Chang es un personaje que se inspira en mi esposa Galia, de igual apellido a la protagonista de esas aventuras. Surgió incidentalmente en las aventuras de los Pelusos que a finales de los 80 yo publicaba en formato de mini libros por la Editorial Capitán San Luis. Cuando le hablé a Olga Marta del personaje ella se enamoró al instante. Por tanto, hay en realidad dos Florecitas Chang, la de Olga y la mía. Eso no nos disgusta pues crea incertidumbre en los lectores y la literatura debe provocar eso para gustar de veras. Florecita Chang es entretenida, dormilona, despistada y muy amorosa con los niños. Especialmente sus sobrinos la ponen en toda clase de aprietos pues siempre andan descubriendo misterios. Pero ella engaña porque sabe mucho de artes marciales y tiene un agudo instinto detectivesco. Sus aventuras se encuentran todas en un libro llamado Los Pelusos en el Barrio Chino, que justamente publicó Ediciones Unión y ahora las estoy reescribiendo adaptadas al formato de álbum ilustrado.
¿Cómo ha sido tu experiencia con esta editorial? ¿Qué opinas de este proyecto?
No tengo mucha experiencia pues es un proyecto que recién inicia, pero aprecio mucho a su equipo que es de grandes amigos, personas serias con deseos de trabajar y promover la literatura cubana.
La literatura infantil es un género en el que te destacas y has alcanzado diversos premios y reconocimientos. ¿Crees que este género sea de importancia para despertar la imaginación de los más pequeños? ¿Para qué en tu opinión sirve la literatura infantil? ¿Qué impacto causa tu obra en los lectores?
En realidad yo no creo mucho en el llamado género. Pienso que eso nos estratifica y excluye de la llamada otra literatura. Escribo sobre las problemáticas de la infancia, pero me dirijo a toda la familia. Nunca he tratado de infantilizar mis obras sino justamente todo lo contrario. Me apasiona crear historias que inquieten, preocupen, hagan pensar y dejen puertas abiertas al intelecto del lector. Muchos de mis libros poseen finales abiertos, contradictorios. Sobre la recepción lectora se trabaja poco entre nosotros. Sin embargo, he visitado colegios de otros países donde enfrento hasta 500 niños en un salón y asombra ver los criterios que te emiten sobre tu obra. No hay pronósticos sobre los libros. Como bien dice una amiga ilustradora: “¡Cada uno viene al mundo con su propia suerte!”.
¿Cuáles son sus escritores fundamentales, los que han marcado tu obra?
María Gripe en primer lugar porque me hizo redescubrirme. Pero no puedo olvidar a Roald Dahl, Gianni Rodari, Lygia Bojunga Nunes, Tormod Haugen, Katherine Paterson, J.D. Salinger, Mario Vargas Llosa… muchas veces me han preguntado por qué no cito a algún nacional y es porque me siento más deudor de los jóvenes autores cubanos que de aquellos que me preceden.
¿Cómo estás enfrentando estos momentos de crisis por la situación de la pandemia? ¿Crees que la literatura es un ejercicio paliativo? ¿Te servirá de trigo para futuras creaciones?
La estoy enfrentando haciendo teletrabajo. Me apasiona mi nueva labor en el Observatorio Cubano del Libro y la Lectura del ICL, y la COVID-19 nos ha hecho variar nuestro formato laboral. Me propuse dedicar este año a la supervivencia que ya es bastante propósito me parece y leo cuando puedo, pero apenas escribo. Nunca me ha interesado escribir sobre circunstancias (aunque alguna que otra aflore necesariamente en mis obras) sino sobre sentimientos de las personas, por eso no sé si esto me inspire ni si sea materia de creación alguna vez. El mayor problema de este momento ha sido justamente la falta de tiempo para hacer cuanto deseo. Nunca podré ser una persona aburrida. ¡Gracias a Dios!
¿Qué te da miedo?¿Qué es lo que más te enfurece? ¿A tu juicio cual es la palabra más peligrosa? ¿Cuál la más esperanzadora?
Temo a la imperfección propia. Me enfurece la injusticia. Envidia es la palabra más peligrosa. La palabra más esperanzadora es hoy.
¿Qué le aconsejarías a los jóvenes escritores? ¿A los jóvenes en sentido general?
El mejor consejo que les puedo dar es que por una parte lean sin olvidarse de vivir. No hay que apurar la escritura sino tomar todo el jugo que nos da la vida. Que no se prohíban nada, siempre que hagan cosas que no perjudiquen a nadie, que aprovechen el tiempo y no se permitan dar cabida a la hipocresía, que no tejan su futuro, dejen esa labor a la vida que es una gran tejedora. A los jóvenes escritores solo podría aconsejarles que no se sientan jóvenes precisamente. La juventud es un espejismo —lamentablemente pasajero—, pero la experiencia es el camino hacia la verdad.
(Tomado del sitio de la Uneac)