PREMIOS NACIONALES DE PERIODISMO "JOSÉ MARTÍ"

Las verdaderas diferencias  que hay que eliminar

Delegados y entrenadores centroamericanos sugirieron hoy que se reforme el sistema de inscripción de atletas por países en las distintas especialidades deportivas, a fin de dar “mayores oportunidades” a las delegaciones pequeñas para competir con Cuba y otras potencias deportivas del área”.

Lo anterior, y algo más que transcribiremos, aparece en un despacho enviado por la agencia norteamericana UPI, desde Santo Domingo.

“El entrenador salvadoreño Bernardo Calix —agrega el despacho—, interpretando la opinión de sus colegas, dijo que el sistema actual de tres atletas por países en cada especialidad “impide toda posibilidad de justa competencia”.

“Es lamentable, afirmó Calix, que no podamos evitar la superioridad… pero debemos encontrar alguna fórmula compensatoria”, consigna también el citado despacho.

Vamos a tratar de analizar, por partes, la petición de reformas que proponen, según la UPI y otras agencias, delegados y entrenadores de países con “delegaciones pequeñas”. Y vamos a comenzar, precisamente, por esto último: el tamaño de las delegaciones.

¿Por qué son pequeñas las delegaciones de la mayoría de los países centroamericanos y del Caribe a los Juegos Deportivos de su propia área? ¿Porqué son pequeñas, cuando el gasto de transporte resulta también pequeño, valga la redundancia? ¿Por qué son pequeñas cuando a veces, como cuando en el caso de los Juegos celebrados en Panamá, muchas delegaciones podían trasladarse por carretera?

Suponemos que el señor Calix y otros como él no se han detenido a leer o recordar las cifras de población del área; los datos de crecimiento demográfico y otros números que dirán, más elocuentemente que una simple queja o petición de reforma, la razón de esas “pequeñeces”.

En primer lugar, estamos bien lejos de aceptar el calificativo de “potencia deportiva” del área, en el sentido que quieren darle esos entrenadores. Porque, aun conquistando los títulos de campeones, nuestros deportistas saben y sienten que sus triunfos son triunfos de todos los hermanos y no contra éstos. Pero aun dando por buena la definición, en el mejor sentido, sería conveniente recordarles a Calix y demás las proporciones aritméticas que existen entre Cuba y los demás países del área.

Nuestro país anda por los nueve millones de habitantes, es cierto. Pero Colombia tiene unos 24 millones; Venezuela pasa de los 11 millones; México, de los 50; Guatemala rebasa los cinco millones y medio; República Dominicana, los cuatro y medio; Haití también excede de los 5 millones; El Salvador se acerca a los cuatro…

¿Se corresponden estas cifras, estas diferencias —que no siempre obran en favor de Cuba, como es fácil ver— con la diferencia en el número de medallas obtenidas por los atletas cubanos y los de otros países? Ciertamente, no.

Hay otras cifras, sin embargo, que pueden explicar al señor Calix y a los que piensan como él, el porqué de la “superioridad” a que se alude en las declaraciones que comentamos. Hay, por ejemplo, que en Guatemala el analfabetismo alcanza al 55 por ciento de la población; que en Haití se eleva al 74 por ciento; que en Nicaragua, es del 43 por ciento; que en Honduras registra el mismo porcentaje; que en El Salvador del señor Calix es de 40. 4 por ciento… y que en Cuba fue erradicado desde 1961.

Vamos a ayudar al señor Calix y sus compañeros de preocupaciones, a la UPI y a otras agencias, a recordar algo: en los Juegos celebrados en Jamaica, en 1962, Cuba obtuvo 54 medallas en total, 12 de ellas de oro; 22 de plata; y 20 de bronce. En los Juegos disputados en Puerto Rico, colonia yanqui, la delegación cubana alcanzó 190 medallas (96, de oro; 33, de plata; 61, de bronce). Esto, en 1966. Y cuatro años después, en Panamá, la cosecha cubana fue de 363 (con 207 doradas; 95 de segundo lugar; y 61 de tercero).

Es decir, Cuba no es “potencia deportiva” desde siempre o tradicionalmente, como ellos también dicen. Algo ha pasado en Cuba que le ha permitido, en el transcurso de pocos años, multiplicar por siete sus conquistas de medallas deportivas. Y no ha sido, desde luego, un crecimiento de población en igual escala.

¿Pero es que el señor Calix y los demás no saben lo que ocurrió en los Juegos Olímpicos de Munich? ¿Ignoran, acaso, que la Unión Soviética alcanzó, y con mucho, el primer lugar? ¿No leyeron que la República Democrática Alemana, con unos 17 millones de habitantes, obtuvo más medallas que Estados Unidos, con más de 200 millones de habitantes? ¿No se enteraron de que Cuba conquistó 22 medallas, entre ellas 3 de oro en los puños de sus boxeadores, y que ocupó el decimocuarto lugar, mientras que Colombia quedaba en la trigésima posición; México, en la 40; y Brasil, con sus 100 millones de habitantes y su pregonado “milagro económico”, era relegado al puesto 41, con sólo 2 medallas de bronce?

¿No les dicen algo estas cifras a los señores entrenadores y delegados cuyos países envían “delegaciones pequeñas”? ¿No han leído u oído qué ha pasado en Cuba desde 1959?

Pues bien, como simple recordatorio, quisiéramos decir a estos preocupados dirigentes deportivos, que el asunto no está en “reformar el sistema de inscripción” para los Juegos. Que son otros sistemas los que hay que erradicar y no simplemente reformar. Que es el sistema de explotación de los pueblos por el imperialismo y sus agentes nativos: por los Somoza y los Arana y los Molina y los Duvalier, lo que tiene que terminar para siempre.

Y que sólo entonces, cuando hayan sido barridas las injusticias de los sistemas de gobierno, podrá haber “justa competencia” deportiva, que más que competencia será amistoso y fraternal encuentro.

Y que no es cuestión de “lamentar la superioridad” ni encontrar “fórmula compensatoria”. Es cuestión, y nada más, de hacer la Revolución, y Cuba la ha hecho. Esa es la única diferencia.

(Publicado en el Periódico Granma, 04 de marzo de 1974). Búsqueda y localización del texto: Magali García Moré, Premio Nacional de Periodismo José Martí.

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