Cuenta aquel hombre pensador, que en la forma de preservar los recuerdos se define el paso por el mundo: Los famas proceden a embalsamarlos y los cronopios “dejan los recuerdos sueltos por la casa, entre alegres gritos, y ellos andan por el medio y cuando pasa corriendo uno, lo acarician con suavidad y le dicen: «No vayas a lastimarte», y también: «Cuidado con los escalones.» Decía el argentino Julio Cortázar que por esa razón las casas de los famas son silenciosas, cuidadoras de las etiquetas; y las de los cronopios son bulliciosas, de puertas que abren y cierran con golpes de viento.
… Una isla es bloqueada desde hace casi 60 años. La vida es un reto a la imaginación, pero su gente no se cansa de bailar. Sonríe y baila y conoce la laboriosidad. Así ha vivido desde mucho tiempo atrás. Y hasta donde alcanza el recuerdo, vence obstáculos para hacer el bien… sin dejar de sonreír…
Recientemente una noticia impactó al mundo: Llamada Soberana 01, Cuba presentó su primera vacuna contra la Covid-19, desarrollada por el Instituto Finlay de Vacunas (IFV), que entró en su primera fase de ensayos clínicos en humanos. A partir del 11 de septiembre, con una muestra de más de 600 voluntarios, entrará en la siguiente fase y para febrero de 2021, la vacuna estará a disposición de la población de su país de manera gratuita.
Existen en el mundo, 30 candidatos vacunales aprobados, todos ellos provienen de solo 14 países y uno de ellos, es Cuba; hasta ahora, la única vacuna diseñada en América Latina y el Caribe. Los científicos cubanos involucrados pertenecen a tres instituciones líderes en la isla: El Instituto Finlay de Vacunas, el Centro de Inmunología Molecular y la Universidad de La Habana. Ellos han dicho: “Soberana es el primer candidato de Latinoamérica y el primero de un país pobre en recursos económicos, pero grande de espíritu”. “Es la razón también por la que lo hemos logrado”.
El proyecto está basado en plataformas tecnológicas y de producción ya existentes en el país, y parte de la plataforma de una vacuna desarrollada en Cuba con años de uso y probada eficacia. Pese al bloqueo feroz a que es sometida por décadas, la isla tiene avances notables en el área científica, resultado de una estrategia que prioriza la salud pública, gratuita y de alcance universal. Los protocolos médicos empleados para combatir la Covid 19 se fundamentan principalmente en medicamentos de producción autóctona.
Belinda Sánchez Ramírez, es Doctora en Ciencias, directora de Inmunología e Inmunoterapia del Centro de Inmunología Molecular (CIM) y una de las líderes del proyecto cubano. Ante el descubrimiento científico mueve ligeramente la cabeza, sonríe y dice: “Estamos muy felices, porque nos sentimos útiles”. Y cuando se interroga por el nombre de la vacuna, Soberana, los científicos afirman: “Quien realmente le puso el nombre de Soberana fue el pueblo, por el orgullo que nos hizo sentir, y será el nombre comercial de la vacuna para su utilización en el país”.
Los días transcurren tensos, complejos, llenos de expectativas en la isla. Se necesita paciencia, precisión, velocidad, fe. Y eso nunca ha faltado. Está de sobra, junto a la alegría y a la capacidad de bailar, en medio de los sonidos del viento cuando abre y cierra puertas.
Contaba Julio Cortázar, el escritor argentino que dibujó como nadie a los explotadores y a los pueblos, que un fama “tenía un reloj de pared y todas las semanas le daba cuerda CON GRAN CUIDADO. Pasó un cronopio y al verlo se puso a reír, fue a su casa e inventó el reloj-alcachofa o alcaucil, que de una y otra manera puede y debe decirse. El reloj alcaucil de este cronopio es un alcaucil de la gran especie, sujeto por el tallo a un agujero de la pared. Las innumerables hojas del alcaucil marcan la hora presente y además todas las horas, de modo que el cronopio no hace más que sacarle una hoja y ya sabe una hora. Como las va sacando de izquierda a derecha, siempre la hoja da la hora justa, y cada día el cronopio empieza a sacar una nueva vuelta de hojas. Al llegar al corazón el tiempo no puede ya medirse, y en la infinita rosa violeta del centro el cronopio encuentra un gran contento, entonces se la come con aceite, vinagre y sal, y pone otro reloj en el agujero.”
Sencillamente, aunque los famas de siempre no se cansen de idear injusticias, es una verdad como un templo la irrefutable dignidad de los cronopios.