PERIODISMO CIENTÍFICO

Gracias a la extinción de los dinosaurios, usted puede leer este artículo

La vida en la Tierra —como la conocemos por detallados estudios de las ciencias que investigan este proceso— ha pasado por grandes catástrofes ambientales, como enfriamientos y  calentamientos del clima mundial, deslizamientos de las placas tectónicas que subyacen bajo los continentes (causantes de terribles terremotos y maremotos),  y también por desastres extraterrestres como el choque del planeta con grandes asteroides o meteoritos.

Todo lo anterior ha producido, a gran escala, extinciones masivas de especies que no pudieron adaptarse a cambios inesperados y de rápida ocurrencia.

En estos procesos de extinción masiva, concurren dos agentes causales: los que provocan los grandes cambios ambientales antes mencionados y el estado de desarrollo evolutivo en que se encuentran las especies. Lo casual tiene lugar entonces cuando ambos convergen de manera simultánea.

Un ejemplo es el gran asteroide, convertido en un meteorito de 10 kilómetros de diámetro, que cayó hace 65 millones de años cerca de lo que hoy conocemos como Yucatán.

Los periodos de la historia evolutiva de la Tierra se clasifican en primario, secundario, terciario y cuaternario. El mencionado meteorito cayó justo al final del terciario y comienzos del cuaternario.

Y lo hizo precisamente en la etapa de mayor esplendor del grupo de los reptiles conocidos como dinosaurios. Si ese evento hubiera ocurrido mucho antes: durante el auge del desarrollo de los peces óseos, o mucho después, la historia de la vida en la Tierra seria otra muy distinta.

La caída de dicho meteorito coincidió además con un enfriamiento global, movimiento de las placas tectónicas de los continentes, con terribles terremotos. Pero lo peor fue que el choque entre la Tierra y el meteorito produjo una explosión equivalente a 100 millones de bombas de hidrógeno y levantó tal nube de polvo que el día se convirtió en noche, y durante más de un año, se eliminó la fotosíntesis en muchas regiones.

Tales catástrofes afectaron sobre todo a los grandes animales, como lo eran precisamente la mayoría de los dinosaurios, que fueron desapareciendo paulatinamente.

La gran casualidad fue que en aquella época los mamíferos, derivados de un grupo de reptiles primitivos, estaban en la etapa de desarrollo como pequeños animales vivíparos, rápidos y nocturnos, lo que también les permitía convivir con los grandes dinosaurios sin mucha competencia.

Hoy la mayoría de los paleontólogos están de acuerdo en que, si los grandes dinosaurios no se hubieran extinguido por la caída del meteorito, los mamíferos no hubieran podido “heredar” la Tierra, ahora libre de feroces competidores.

De no haberse extinguido los dinosaurios, estos hubieran continuado evolucionando y dominado nuestro planeta, al desarrollar sobre todo un gran cerebro (en relación con su cuerpo) y la marcha bípeda, como ocurrió con los humanos, y como ya estaba ocurriendo con una de las especies de esos grandes reptiles. Entonces, posiblemente, el grupo de los monos, nuestros antepasados, nunca hubiera aparecido.

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Vicente Berovides Alvarez
Profesor Emérito de la Universidad de La Habana.

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