Mientras se intensifican las discusiones sobre la mejor manera de escribir para la infancia y la modernidad sigue siendo asumida por muchos apelando al desapego, bajo pretexto de romper con las ataduras de la sentimentalidad como expresión emancipatoria de los nuevos tiempos; y los localismos parecen un defecto, al igual que la didáctica de los sentires más ancestrales por donde comenzaron los caminos de humanización del pitecántropos erecto, Cuentos de Guane mantiene invicta su vigencia como un altar frente al cual hay que agradecer el revelar las maravillas de esas pequeñas cosas que constituyen a la larga la cadena de los sucesos que marcan el universo infantil y su autora ha celebrado sus 85 años en compañía de la devoción de sus compatriotas.
Nersys Teresita Gisela Ramona Felipe Herrera, según cuenta en partida de bautismo de Guane, después de estudiar en Pinar del Río, y enseñar en Pinar del Río, convertirse en actriz y guionista de programas para niños en la emisora de Pinar del Río sorprendió al panorama literario cubano con el Premio Casa de las Américas en 1975, gracias a Cuentos de Guane, un libro que convierte en materia de buena literatura la cotidianidad de unos niños y su familia en escenarios pinareños cuando ya ella andaba por los 40 vividos.
Un año más tarde, en 1976, ocurre lo impensable: Nersys Felipe vuelve a merecer el Premio Casa de las Américas con Román Elé, una novela donde las aguas del Cuyaguateje vuelven a ser partes de la vida de los personajes y la Historia con mayúscula se entrelaza con las pequeñas historias que la forman, de la misma manera que el sentimiento patria se nutre, como ya fuera dicho por Martí adolescente, no sólo por el amor a la tierra que pisan nuestras plantas, sino por el entretejido callado de los, en apariencias, menudos afectos a los sencillos acontecerse que desde la infancia van conformando la identidad de ser de un sitio donde la comunidad de intereses nos hacer cercanos entre sí , lo cual permite comprender similares afectos en cualquier esquina del planeta al que aportamos la manera particular de recorrer la existencia.
A Nersys, llamada Felipita por su cariños cercanos, no le habría hecho falta escribir otro libro después de eso dos para dejar una huella definitiva en la historia de la literatura cubana, pero publicó Maisa, otro texto que completa una trilogía maestra en revelar los signos de tres momentos diferentes de la historia de Cuba con la profundidad de las vivencias y la divina levedad de hacerlo con gracia infinita, como quien desgrana una mazorca de maíz en una mañana clara.
La escritura de Nersys Felipe en esa trilogía y en otras obras que vendrán- verso o prosa- tiene el trasfondo pedagógico de las buenas maestras, esas que convierten cada clase, todo proceso de aprendizaje, en suceso agradable porque no se nota el deseo de enseñar sino el de ayudar a descubrir la aventura que es la vida desde el conocimiento de la naturaleza hasta los modos en que se relacionan las personas, sus diferencias al asumir los mismos temas, la manera en se acercan o se alejan, el misterio de que unos sean propicios al entendimiento de la bondad y otros ofuscados por ideas erróneas de presuntas superioridades.
Asumir temas que no parecen propicios para los niños, según cierta antigua tradición, como la muerte, el racismo, las diferencias de clases, la poca edificante severidad de religiones creadas para fomentar el amor en los terrícolas, e insistir en ellos a pesar de que tradiciones más contemporáneas sitúan los llamados temas actuales en otras perspectivas es una muestra de sus concepciones ético. poéticas que constituyen su estética particular.
Sus personajes bien diseñados psicológicamente y bien sostenidos en sus caracterizaciones, son niños y adultos que se pueden encontrar en cualquier calle o ciudad, por diferentes que sean las épocas a que se remiten, son eso que se denomina seres comunes, con vidas comunes según sus circunstancias, que enfrentan contratiempos que de un modo u otra a cualquiera pueden presentarse pero van hilvanando la historia que se cuenta con sus maneras de actuar ante los desafíos que se le presentan.
Cuentos de Guane va trazando un paralelo entre el pasado y el presente del niño narrador, sin estridencia, reemitiéndose a los relatos de la familia que sirven de fuente nutricia para saber que ha ocurrido antes y así se van trenzando los elementos anteriores con los presentes en un viaje que el protagonista sabe que no será alegre pero sirve para enfrentar el suceso difícil de la muerte del abuelo como parte de la vida que no cesa y sigue reproduciéndose a cada momento como compensación a las pérdidas que causan dolor que tiene consuelo en la continuidad de los afectos.
Para Nersys, como para Martí, el amor todo lo puede pero no al estilo de las novelitas rosas, sino como construcción ardua que se impone a arbitrariedad terribles como negarle las virtudes a alguien por ser negro como ocurre con Román Elè o despreciar a un obrero que garantiza la vida de su familia con su trabajo como ocurre en Maisa.
Pero todos esos temas tremendos de las contradicciones de la vida, apreciables desde la infancia, están matizados por una poética subyacente, callada, que flota en la estructura misma de las obras y en el uso del lenguaje, donde las palabras usadas, las mismas del buen decir común alcanzan significados trascendentes a partir de una filosofía no declarada pero manifiesta en hacer notar todo lo hermoso que rodea a sus personajes aún en circunstancias adversas y que trasmite esa virtud de la infancia que sabe convertir acontecimientos sin aparente importancia en suceso extraordinario y que van desde amar un juguete, bañarse en el río o disfrutar el esplendor de una fruta.
El apego a la infancia, a sus sortilegios, conservar esa capacidad de sorpresa es una de las convocatorias latentes en la obra de Nersys Felipe a pesar de su tinte nostálgico, pero su nostalgia es reconfortante para el lector que la percibe porque tiene como soporte la ternura, un sentimiento de gratitud por la herencia recibida desde lo más estrictamente personal hasta lo general de los 85 años recorridos en su andar, acabados de cumplir el 31 de agosto del 2020.
Su reinvención de realidades diferentes desde Cuentos de Guane, Román Elé, Maisa y Cuentos de Nato, su poder de penetración poética en los aconteceres del diario vivir, son reelaborados en la creación de duendes y duendas que aparecen recogidos en el cuaderno Corazón de libélula, en el cual los personajes fabulados a partir de antañas leyendas siguen vinculados a sus temas de preferencia : el paisaje donde siempre están presenten el aroma de la floresta pinareña, las aguas que corren por sus ríos, los conflictos que el amor resuelve, la mirada reverencial a las personalidades históricas como ocurre en los cuentos La bufanda y Noche en Nueva York dedicados a Antonio Maceo y José Martì respectivamente.
No hay rupturas estilísticas, ni conceptuales entre sus obras que bucean en la realidad con la escafandra amorosa del equilibrio y las otras, a las cuales ha añadido duendes, duendas, sirenas personajes del imaginario popular que en definitiva simbolizan las aspiraciones espirituales de contar con otros recursos para enfrentar los desafíos existenciales desde tiempos remotos.
Nersys ha consolidado una manera de decir un estilo, donde el dominio del idioma está salpicado de invenciones de nombres, expresiones populares y diminutivos que no molestan sino que refrescan y ponen notas de humor en su elegante prosa y en sus versos cantores.
Es una escritora de la estirpe de José Martí, Onelio Jorge Cardoso, Eliseo Diego, Saint Exúpery, Gibran Jalil Gibran, autores reveladores de la poesía de la vida a pesar de las contradicciones, las injusticias, los desentendimientos, el dolor, autores que escriben apropiados de la compleja dialéctica de la existencia sin discutirle el cetro a la esperanza, propiciadores de crecimiento espiritual. Ella es de esa estirpe, pero con voz propia, una voz que se hace escuchar aunque no tenga decenas de obras, donde no hay ingenuidad sino sabiduría afectuosa.
Ha conquistado muchos premios que la asustan a pesar de la gratitud por ellos, pero si no los tuviera, si no hubiera sido proclamada Premio Nacional, sería de todas maneras una imprescindible en la literatura cubana, una especie de misterio que niega tantas generalizaciones teóricas, alguien que desde la más profunda localidad hizo visible la universalidad, alguien que desde su Pinar del Rio ha conseguido ser reconocida como un paradigma en el que ella no se ve, porque todavía, a pesar del Premio Nacional de Literatura, afirmaba que está aprendiendo a escribir.