Qué bien que este 2020, con su carga de coronavirus, crisis económicas y conflictos globales nos haya traído también algunas buenas novedades. En marzo pasado, por ejemplo, por primera vez en Cuba una tripulación formada totalmente por mujeres piloteó una aeronave en un vuelo doméstico. A pura ala femenina, un ATR-72 de la compañía Cubana de Aviación cubrió la ruta La Habana-Nueva Gerona-La Habana.
La tripulación del vuelo 802 estuvo integrada por la capitana Liliannis Abad, las copilotos Yamila Rodríguez y Amalia Cardoso, las aeromozas Irina Oroza y Maylen de la Caridad Roca y la técnico en motor y fuselaje Dailys Rodríguez Castellanos, y su desempeño ese día marcó un hito más en la historia de la aviación cubana. Al pie de la escalerilla las autoridades aeronáuticas esperaban a las pilotos y tripulantes con una flor y el saludo y la felicitación por el Día Internacional de la Mujer.
Cuando fueron informados de que tan sui generis equipo humano estaría a cargo de volar su avión, los pasajeros aplaudieron la noticia y al final, tras el feliz aterrizaje, repitieron la dosis de palmadas, mostrando su admiración y respeto.
Algo similar ocurrió ese mismo día en La Habana, al ser recibido en el aeropuerto internacional José Martí el vuelo de Air France procedente de París, totalmente realizado por mujeres. En realidad esta iniciativa partió de la aerolínea bandera francesa, que desde 2007 y como saludo al Día Internacional de la Mujer, planifica un vuelo totalmente comandado por mujeres, hacia uno de sus destinos globales. En ocasiones anteriores les correspondió a las rutas de Air France desde París hacia Tokio, Beijing, Mumbai y Nueva York, entre otras ciudades.
Primera cubana aviadora
Hablando de mujeres aviadoras, vale recordar que hace noventa años, el 23 de mayo de 1930, la joven Bertha Moraleda, de solo 18 años de edad, recibió en La Habana su título de piloto-aviadora. Le correspondió así el glorioso honor de ser la primera mujer cubana en pilotear un avión.
Hay que imaginar la clase de intrepidez de esta mujer para llegar a volar uno de aquellos artefactos, el Curtiss Fledgling, un biplano convencional de fabricación norteamericana, inicialmente diseñado para la Marina y que posteriormente fue utilizado como taxi aéreo y avión de entrenamiento durante los años treinta del pasado siglo.
Con base en la escuela de aviación Curtiss, que radicaba en Rancho Boyeros, en las afueras de La Habana, la cubanita Berta Moraleda fue entrenada por la aviadora francesa France Harrel, una de las pocas mujeres que tenía licencia de pilotaje en el mundo entonces. Luego realizó su primer soleo o vuelo sin instructor y fue acreditada tras 53 horas de entrenamiento. Llegó a realizar acrobacias aéreas y acumuló más de 200 horas de vuelo en toda su carrera. Sin duda, fue una intrépida adelantada que demostró, al igual que nuestras contemporáneas, que para las mujeres no hay límite ni al surcar los cielos.