“Aún permanecían en vela los rumores de la manigua y estaba por agotarse la luz de los candiles cuando a las dos en punto de la madrugada del 13 de agosto de 1926, nació Fidel Alejandro Castro Ruz, un niño vigoroso de doce libras de peso, que ensanchó sus pulmones a la primera bocanada del aire de los pinares y se dispuso a sus días con la misma vehemencia de vida, pasión de hacer, y exuberancia natural que lo rodearon cuando los haitianitos del batey se apresuraron en la maleza por hojas de yagruma y verbena con que enjuagarlo a esas horas, para la tersura de la piel y los buenos augurios”.
Párrafo del libro “Todo el tiempo de los cedros”, de la periodista y escritor cubana Katiuska Blanco.
(Publicado en el sitio web de la UTPBA)