Evidentemente emocionado por la trascendental noticia que recorre el mundo, el destacado pintor y ceramista avileño Roberto Ávila Hernández (Ciego de Ávila, 1963), dijo que “el hallazgo de una vacuna auténticamente cubana contra la Covid-19 es una conquista de la ciencia insular que nos enorgullece, pues nos ubica a la altura de las naciones más desarrolladas del mundo, muchas de las cuales no lo han podido lograr. Es sin dudas, el mejor homenaje a nuestro querido Comandante en Jefe Fidel Castro en el mismo mes en que cumplió sus 94 años; él fue el principal propulsor del desarrollo del sector biotecnológico en el país”.
Al referirse al nombre de la vacuna dijo que esta “tiene un nombre muy singular, simbólico: Soberana, el cual alude a esa decisión de este pueblo por sostener su independencia y defender las conquistas de la Revolución, entre las que se encuentra, precisamente, el extraordinario polo científico creado y fortalecido por nuestro inolvidable Comandante en Jefe.”, apuntó este artista con cerca de medio centenar de exposiciones personales realizadas en diferentes galerías de arte de varias provincias, entre ellas la capital.
“Somos el primer país de Latinoamérica en dar a conocer un candidato vacunal, lo cual nos sitúa al mismo nivel de otras potencias desarrolladas que están en similar proceso, como China, Estados Unidos, Inglaterra, Rusia, Alemania, y otras”, dijo miembro de la Asociación Cubana de Artesanos Artistas (ACAA) y de la Fundación Caguayo.
A través de su obra, este artífice se ha destacado por su interés en la experimentación y el ensayo constantes mediante las distintas posibilidades que le ofrece el barro y el dominio de una técnica favorecida por sus recurrentes ejercicios plásticos en pintura y escultura.
“Los creadores cubanos felicitamos a nuestros científicos que han hecho posible que ya nuestro país, bloqueado por el imperialismo yanqui, haya logrado el primer candidato vacunal contra la Covid-19, cuyos ensayos clínicos estamos seguros que patentizarán su total éxito”, enfatizó.
Conocido en importantes encuentros, ferias y salones de artesanía, entre ellos FIART e IBEROARTE, el prolífico creador enfatizó: “pienso que ha sido muy difícil para los científicos alcanzar esta victoria a favor de la vida en tan poco tiempo, pues se sabe que la invención de un producto capaz de inmunizar un virus como la Covid-19 lleva años en poder desarrollarse. Reconoció que, ante un virus desconocido, era imposible predecir el logro de una vacuna en tan poco tiempo, pues ese tipo de proyectos lleva años desarrollarse.
Aunque Ávila incursiona con notable éxito en el dibujo y la pintura, su obra en cerámica alcanza niveles de reconocimiento internacional, sobre todo porque en cada uno de sus trabajos en esta expresión de las artes visuales trasciende lo meramente utilitario, en un discurso iconográfico que se funda en sólidos estigmas de cubanía.
Desde que en su provincia se decretó el distanciamiento social, este infatigable artista se recluyó en su estudio-taller donde acometió disimiles proyectos en las diferentes expresiones plásticas que acomete, en las que entreteje dos elementos esenciales: primero, las raíces mismas de la artesanía popular, un arte unido a la historia de casi todos los pueblos del mundo y en particular el de la isla —desde la época precolombina—, cuyos habitantes del campo y de las regiones más pobres y marginadas hicieron que perdurara como parte latiente de nuestro patrimonio cultural; y segundo, el vínculo de tal modo de expresión iconográfica a los emblemas propios de la modernidad, en este caso aludiendo, con cierta ironía, a la informática y a la globalización del arte en internet.
En sus iconográficas es recurrente tema rural. En el caso particular del barro, posee una forma muy personal de trabajarlo, ejercicio en el que sobresale, además, por el uso del color sobre este, pigmentos generalmente monocromáticos o sobrios, con preponderancia de los ocres, como aludiendo a la tierra. De ese entretejido surge una obra rica en matices y texturas que revelan fabulaciones, algunas de ellas también portadoras de un sutil sentido poético y humorístico.
La naturaleza, prolífica en la zona donde vive y realiza sus obras, está en el centro de la onírica imaginación de este creador, quien convierte en símbolos a algunos de los animales propios de su entorno, unas veces estructurados en dibujos o figuras volumétricas esencialmente minimalistas o a través de quimeras en las que los mitológicos gallos y tauros de los campos cubanos transitan por un proceso de extraña metamorfosis plástica, intención que permite corroborar a través de platos, esculturas, vasijas… las posibilidades expresivas del barro en manos del hábil artífice.