En las múltiples jornadas de trabajo, palestinos e israelitas compartían proyectos de planeta… la carpa de Cuba era un enjambre de visitantes, al menos unas 200 personas constituían la delegación cubana. Vilma Espín compartía las sesiones de trabajo con mujeres de todas partes… Porto Alegre era la anfitriona de 50 mil hombres y mujeres de una gran red que venía cristalizando para enfrentar el neoliberalismo global desde la unidad diversa de la contrahegemonía global… En esos días de finales de enero y principios de febrero Sebastián Salgado presentaba su obra, la de las imágenes de los desconocidos del mundo. Apenas había lugar para escucharlo. Allí estaba un hombre que rompió el mito de los silentes… El que decía una y otra vez frente a sus fotografías de ojos y pies de la tierra: «Más que nunca, siento que solo hay una raza humana. Más allá de las diferencias de color, de lenguaje, de cultura y posibilidades, los sentimientos y reacciones de cada individuo son idénticos.»
Más allá de los premios, el fotógrafo brasileño que nació en Minas Gerais en 1944, economista en los 70, descubrió África en misiones afiliadas al Banco Mundial. Allí empezó a tomar sus primeras fotografías. Abandonó su cómoda posición de economista y comenzó su periplo de explorador cámara en mano por África, Europa y América Latina. En 1977 inició un largo ensayo fotográfico sobre los indios y campesinos de América Latina.
Libros, exposiciones, valor para mirar con hondura los ojos de la pobreza, hasta que en 1993 emprendió la serie fotográfica Migrations, que lo llevaría a 43 países, en todos los continentes, para documentar los pueblos que abandonaron el campo para ir a las ciudades.
A su fotografía sociodocumental siguió su trabajo de medioambiente y ser humano. En muchas de sus obras, Sebastián Salgado ha sido un adelantado a los grandes desafíos del planeta. El fotógrafo de blanco y negro armonizó belleza y tristeza, desamparo y justicia… Arropó a los desposeídos, les dio alas, movilizó las sensibilidades a través de los surcos de arrugas sabias de los invisibles. Dispuso su cámara para dignificar América Latina con sus pueblos originarios, con su carga de tierra seca y desolada… Sebastián Salgado, con su fotografía del alma humana y de la Pacha Mama, ha dado voz a los silentes de la tierra.