Durante las casi tres décadas en que desempeñó el cargo de Historiador de La Habana – desde 1936 y hasta su muerte en 1964 -, Emilio Roig de Leuchsenring realizó una gigantesca y encomiable labor en favor de la protección, conservación y divulgación del patrimonio histórico y cultural de Cuba.
Emilito, como lo llamaban sus compañeros y amigos, nació el 23 de agosto de 1889 en la capital cubana, y luego de cursar los primeros estudios en el Colegio de Belén se graduó de bachiller en Letras y Artes en el Instituto de La Habana, en 1908, años después, en 1917, se tituló de Doctor en Derecho Civil y Notarial en la Universidad de La Habana.
Según consta en una síntesis biográfica suya publicada en la enciclopedia digital cubana (ecured.cu), sus pasos iniciales en el periodismo los dio con apenas 15 años, cuando publicó en el Diario de la Marina su primer artículo, Impresiones de viaje, y años después, en 1912, al ganar un concurso humorístico convocado por la revista El Fígaro con su trabajo ¿Se puede vivir en La Habana sin un centavo?
Luego colaboró con la Revista Jurídica y fue redactor y jefe de Redacción de Gráfico y director de la Revista de Derecho, además de laborar como redactor en la Revista Social.
Nombrado en julio de 1935 Historiador de La Habana, Roig se dio a la tarea de crear y organizar la Oficina del Historiador de la Ciudad, que inició sus labores un año después.Comenzó entonces la etapa más pródiga y multifacética de su vida como investigador, historiador y periodista, con las ediciones de los Cuadernos de historia habanera, que se publicaron ininterrumpidamente hasta 1962, las Actas capitulares del Ayuntamiento de La Habana y la Colección histórica cubana y americana, además de colaborar con diversos medios de difusión masiva como El Mundo, Alma Latina, Heraldo de Cuba, El País, Bohemia, Revista de la Universidad de La Habana, La Discusión y Vanidades, entre otros.
Su labor cultural y social en general fue tan amplia, que durante sus años como historiador fue miembro y ocupó cargos de dirección en instituciones como la Junta Nacional de Arqueología y Etnología, el Colegio Nacional de Periodistas, la Comisión de Monumentos, Edificios y Lugares Históricos y Artísticos Habaneros, el Colegio de Abogados de La Habana y la Sociedad Cubana de Derecho Internacional, entre otras.
Sacó tiempo, además, para escribir varios libros, dictar muchas conferencias y publicar más de 200 artículos periodísticos en diversos órganos de prensa y revistas especializadas de la época, en los que divulgó, entre otros temas de sumo interés, el pensamiento antiimperialista de José Martí y la penetración imperialista en Cuba.
Pero quizás nadie esté más autorizado para justipreciar la inmensa obra cultural de Emilio Roig que el doctor Eusebio Leal, quien desde su juventud fue uno de sus colaboradores y luego de su muerte se hizo cargo de la continuación de su labor como Historiador de La Habana, cargo que ha desempeñado eficazmente hasta hoy, durante ya cerca de medio siglo.
En una entrevista que le realizara la periodista Magda Resick, publicada en el sitio web lajiribilla.cu, Leal se expresa sobre Roig en los siguientes términos:
“Era un estudioso consciente y no sólo recopiló y convirtió en doctrina, sino que también fue el mentor de una generación de intelectuales antiimperialistas, patriotas y cubanísimos (…). No olvidemos que se conserva el manuscrito donde Mella describe a Emilito como “maestro en estas lides contra el imperialismo yanqui”.
“Él fue un historiador, un publicista, un orador, un polemista, un hombre muy popular que salía a las calles y andaba a pie de un lado para otro, pero sobre todo un cubano muy completo.
“Roig bebió en la fuente de los padres de la independencia. Por eso, en su libro Tradición antiimperialista de nuestra historia, que es una conferencia, escoge pensamientos de Martí, Maceo, Máximo Gómez, Calixto García, Manuel Sanguily… con los cuales resume el ideario de los padres fundadores, confiriendo gran importancia al pensamiento de José Martí, al cual consideraba la máxima expresión de la vocación nacional y antiimperialista del pueblo cubano.
“Es más, llega a la conclusión de que una persona honesta podía tener cualquier otra discrepancia, pero no podía negar la injerencia, el papel nefasto que había jugado hasta nuestros días la posición del Estado norteamericano hacia la Revolución Cubana iniciada por Céspedes”.
Cuando este 8 de agosto se cumplió medio siglo de su desaparición física, están aún vigentes las ideas y el legado de la abarcadora obra socio-cultural de Emilio Roig de Leuchsenring, un paladín en la preservación del patrimonio material y espiritual de la cultura cubana, digno patriota, brillante historiador y prolífico periodista.
Tomado de la web Cubaperiodistas.cu