La pandemia de la COVID-19 en África ha tenido un comportamiento singular. Lo explica un reporte de la revista Science en el que se asegura que el continente reportó su millonésimo caso oficial de la enfermedad la semana pasada, que presenta menos de un caso confirmado por cada mil personas y que, hasta ahora, solo ha habido 23,000 muertes.
Por otra parte, “varios estudios de anticuerpos sugieren que muchos más africanos han sido infectados por el coronavirus, una discrepancia que desconcierta a los científicos de todo el continente”.
En este sentido, la inmunóloga Sophie Uyoga del Programa de Investigación Wellcome Trust del Instituto de Investigación Médica de Kenia, dijo: “No tenemos una respuesta”.
La científica y sus colegas, analizaron el mes pasado “a más de 3000 donantes de sangre” y estimaron que “uno de cada 20 kenianos de 15 a 64 años, o sea 1,6 millones de personas, tiene anticuerpos contra el SARS-CoV-2, lo cual indica una infección pasada”.
Cuando finalizó el estudio a mediados de mayo, “el número de víctimas oficial de Kenia era de 100. Y los hospitales no informaron sobre un gran número de personas con síntomas de COVID-19”.
Otras investigaciones de anticuerpos en África han arrojado hallazgos igualmente sorprendentes. Al respecto la nota cita una encuesta con 500 trabajadores de la salud asintomáticos en Blantyre, Malawi.
“Hasta el 12,3 por ciento de ellos estuvieron expuestos al coronavirus”, comentó el inmunólogo Kondwani Jambo del Programa de Investigación Clínica Malawi-Liverpool Wellcome Trust.
Del análisis de estos resultados, y de acuerdo con las tasas de mortalidad por COVID-19 en otros lugares, los científicos estimaron que el número de muertes reportado en Blantyre en ese momento, 17, era ocho veces menor que el esperado.
Asimismo, el reporte menciona otros casos como el de Nampula y Pemba, en Mozambique, donde fueron encuestadas unas 10.000 personas y se hallaron anticuerpos contra el SARS-CoV-2 entre el 3 y 10 por ciento de los participantes.
Los vendedores del mercado —especifica el texto— tuvieron las tasas más altas, seguidos por los trabajadores de la salud. “Sin embargo, en Nampula, una ciudad de aproximadamente 750.000 habitantes, se habían confirmado apenas 300 infecciones en ese momento”. Además, “Mozambique solo tiene 16 muertes confirmadas por COVID-19”.
Las explicaciones a esa enorme brecha entre los datos de anticuerpos por un lado y el caso oficial y los recuentos de muertes por el otro son diversas.
Entre las que el reporte expone está la posibilidad de que África pierda muchos más casos que otras partes del mundo porque tiene mucha menos capacidad de prueba.
“Kenia analiza aproximadamente a uno de cada 10.000 habitantes diariamente para detectar infecciones activas por SARS-CoV-2, una décima parte de la tasa en España o Canadá. Nigeria, la nación más poblada del continente, prueba a una de cada 50.000 personas por día. Incluso muchas personas que mueren por COVID-19 pueden no recibir un diagnóstico adecuado”.
La patóloga Anne Barasa de la Universidad de Nairobi, piensa que, aun así, se esperaría un aumento general en la mortalidad, que Kenia no ha visto.
En Sudáfrica ha sido diferente: el número de muertes naturales en exceso reportadas entre el 6 de mayo y el 28 de julio superó su número oficial de muertes por COVID-19 en un factor de cuatro a uno, subraya el texto.
Una opinión compartida para explicar la diferencia en el comportamiento de la pandemia en África respecto al resto del mundo es el predominio de una población joven. La edad media en Kenia y Malawi, por ejemplo, es de 20 y 18, respectivamente.
Por su parte, el inmunólogo Kondwani Jambo, explora la hipótesis de que los africanos han estado más expuestos a otros coronavirus que causan poco más que resfriados en los humanos, lo que puede proporcionar alguna defensa contra el COVID-19, señala el reporte.
Otra posibilidad esbozada en el reporte es que la exposición regular a la malaria u otras enfermedades infecciosas podría preparar al sistema inmunológico para combatir nuevos patógenos, incluido el SARS-CoV-2.