La historia marca al 9 de marzo de 1923 como la fecha en que por vez primera se escucharon las primeras trasmisiones radiales en Sancti Spíritus, efectuadas por el ingeniero electricista, norteamericano, Frank A. John, quien fungía como administrador del Central “Tuinucú”, hoy “Melanio Hernández” del municipio de Taguasco.
Aunque apenas estuvo par de años instalada, la planta de radio inspiró a otros para concebir pequeñas emisoras.
Así, sucesivamente, se fue alimentando la historia de la radio en el territorio. El 12 de noviembre de 1933 surgió la primera radioemisora comercial experimental en Sancti Spíritus con las siglas CMHB, que fue conocida popularmente como La voz del Yayabo.
Su programación fue conformada por elementos artísticos locales, grabación de discos, la retransmisión por contrato de programas nacionales y la visita de figuras del arte como Ricardo Dartés, que cantó tangos con los románticos gauchos de Adolfo Guzmán. El sustento económico provenía de la captación de anuncios de comerciantes del pueblo, de actividades bailables periódicas y de algunos productos de la industria nacional.
Después de varios contratiempos, fue el 11 de julio de 1945 la fecha en que sale al aire la CMHT, que palpita en la etapa revolucionaria, en la que se inscribe con el nombre público de Radio Sancti Spíritus, en el año 1960.
A partir de esa fecha, la emisora comenzó a crecer con la revolución, tanto en tecnología, programación diversa, como en profesionalidad.
En 1990 nace la nueva sede de Radio Sancti Spíritus, una edificación que por sus bondades y tecnología fue bautizada como el Palacio de la Radio Cubana.
A partir de ese momento, periodistas, aristas, realizadores de sonido, locutores, técnicos, ingenieros y personal de variados servicios comenzaron a escribir una historia distinta y meritoria en la radio en Cuba.
Multipremiada en eventos de diversa índole. Reconocida en Cuba por sus resultados. Distinguida por una audiencia que cada día la busca como su mejor compañía.
Radio Sancti Spíritus llega a su 75 cumpleaños. Y lo hace con la lozanía de una quinceañera.
