La pandemia de la COVID-19 ha provocado un aumento de la mortalidad en todo el mundo, determinando que un número considerable de personas sufran duelo por la pérdida repentina de familiares, sin embargo aún se desconoce cuántos individuos han experimentado la muerte de un pariente cercano y cuántos en total lo harán en el transcurso de la enfermedad.
Tras el propósito de conocer esos detalles en Estados Unidos, un grupo de científicos de la Universidad del Sur de California crearon el multiplicador de duelo COVID-19, indicador que utiliza para el análisis las estimaciones demográficas basadas en microsimulación de redes de parentesco en los EE.UU., el gradiente de edad en la mortalidad por el SARS-CoV-2 y varios escenarios hipotéticos de prevalencia de infección.
La investigación, publicada en Proceedings of the National Academy of Sciences, reveló que la enfermedad ha generado una “ola de dolor” en EE.UU. ya que más de 1,2 millones de estadounidenses han perdido a un familiar cercano (definido como abuelo, padre, hermano, cónyuge o hijo).
Por otra parte, los expertos encontraron que, en promedio, cada muerte por el nuevo coronavirus corresponde a aproximadamente nueve personas que han perdido a un familiar. Estimaciones que también implican, por ejemplo, que si 190 mil norteamericanos mueren por la enfermedad, como algunos modelos predicen para agosto de 2020, entonces alrededor de 1, 7 millones experimentarán el dolor por la muerte de un ser querido.
De acuerdo con los autores del estudio, las elevadas cifras de mortalidad indican la posibilidad de que ocurra una segunda ola de desafíos de salud vinculados al duelo, la pérdida de apoyo social y económico.
Asimismo, los científicos señalan que después de experimentar la muerte de un ser querido tras una crisis sanitaria como la actual, los individuos poseen un alto riesgo de padecer factores estresantes negativos, los cuales conducen a la reducción del logro educativo de los jóvenes, la interrupción de los matrimonios y a un deterioro de la salud física y mental en todos los grupos de edad.
Esos efectos, podrían verse potenciados debido a las particularidades de la enfermedad. En primer lugar, las muertes por COVID-19 son repentinas e imprevistas; en segundo lugar, su naturaleza infecciosa impide la interacción de los familiares con los enfermos; en tercer lugar, el virus interrumpe la participación de las familias en los funerales y en cuarto lugar, algunas familias sufrirán simultáneamente la pérdida de múltiples de sus miembros.
Las facetas mencionadas pueden ser especialmente traumáticas y tener consecuencias más severas para los afligidos en el panorama de mortalidad.
Este domingo, según datos de la Universidad Johs Hopkins, EE.UU. contabilizó más de tres millones de casos confirmados y más de 140 mil muertes.