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¿Por qué ser irresponsables?

Estoy convencido de que en Cuba, nuestra pequeña Isla, en sus habitantes que la criticamos a la vez que la construimos, hay conciencia más que suficiente como para no actuar irresponsablemente, cuando debemos hacerlo con mayor seguridad y disciplina para no incurrir en errores que pueden resultar letales.

No consigo aceptar aquellos argumentos de quienes tratan de justificar el contagio de la COVID-19 con la necesidad de hacer colas para adquirir alimentos. No se trata de eso, y desde un primer momento, cuando nuestro Gobierno adoptó el plan de medidas para enfrentar la enfermedad, se estuvo consciente, muy consciente, del gran reto que significaba organizar el comercio para que «todo llegara a todos».

Para ello, además de pedir la colaboración ciudadana y de las autoridades, se estableció la medida del distanciamiento social obligatorio en cada cola, y se han ido instrumentando mecanismos  como cumplir con la distancia de un metro y medio entre cada persona, organizar el orden de entrada para evitar los «colados», eliminar a los autoproclamados jefes de cola, los que fabrican tickets y hasta cobran por ellos; en fin, toda una gama de indisciplinas a las que hay que llegarle con todo, para arrancarlas de raíz.

También me resulta difícil de digerir, que a estas alturas todavía haya centros laborales con funcionarios irresponsables que no aplican las medidas establecidas de higiene, protección, obligación del uso del nasobuco, lavado y desinfección de las manos, entre otras. Igualmente la responsabilidad individual de no asistir a lugares públicos, llámense centros de trabajo, comercios u otros, si se tiene algún síntoma.

O quienes se han adelantado y actuado de manera inconsulta en el reinicio de labores suspendidas por el peligro de contagio, hasta que se determine otra cosa por las autoridades gubernamentales.

De todo ello se habló —claro y preciso— en la más reciente Mesa Redonda dedicada a La Habana. Se enfatizó en la  necesidad de no permitir las indisciplinas sociales y de unirnos, cohesionados y firmes para dar la estocada final a la pandemia.

A nuestro favor hay más que suficientes elementos: los que violan la ley, los indisciplinados, los irresponsables son minoría y por tanto, si la mayoría cumplimos y actuamos, denunciamos lo mal hecho y nos unimos con la miraba fija en el gran abrazo que nos espera cuando hayamos dominado  a la COVID-19, no habrá brecha para ellos.

Solo así podremos vencer esos otros virus: coleros, adulteradores de precios, administrativos indiferentes, desviadores de recursos, o chanchulleros que hacen gala de «saberlo todo» para crear mentiras, distorsionar verdades, y hasta servir a los enemigos de aquí y de allá.

En esos casos, no pecar de ingenuos, pues detrás de falsedades y rumores, están los que se empeñan en destruir nuestro proyecto, los que aplican las más crueles sanciones económicas y hasta persiguen por todo el universo cualquier intento de compra de medicinas o alimentos para hacer frente a la situación causada por el coronavirus.

Emplean estos enemigos, internos y externos, las mentiras que estimulan a la desidia, la indiferencia y la indisciplina, males a los que debemos cortar el paso, lo mismo en una cola, en la acera, que con aquel que en el barrio prefiere no abrir la puerta a esos jóvenes de batas blancas que todas las mañanas nos visitan y nos dan seguridad, salud, confianza y garantía de presente y futuro.

(Foto: ACN/Yasiel de la Peña)

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Elson Concepción Pérez
Periodista cubano y analista de temas internacionales. Forma parte de la redacción del diario Granma.

2 thoughts on “¿Por qué ser irresponsables?

  1. Excelente artículo compañero Elson, sigo con gran atención las publicaciones de cubaperiodistas ,refleja con mucha claridad la situación actual. Gracias.

  2. Estimado Elson: estaba (estoy) a punto de escribir en algún medio sobre la incredulidad en la permanencia de las colas a estas alturas del proceso revolucionario en nuestro país. No es un fenómeno autóctono, ya se sabe. Nuestro ¨aporte¨ ha sido su versión o versiones, sus actores y otras cosas que Ud. menciona en su trabajo. Probablemente Cuba sea el único país del mundo donde existe, al menos de manera activa y muy vigente, una tarjeta de racionamiento. Explicar que no puede hacerse uso de ella para repartir lo más equitativamente posible los pocos recursos alimentarios con que cuenta el país por no haber disponibilidad para todos … es una excusa PUERIL! Se necesitan, sí, mucha voluntad, tiempo, inteligencia que dedicarle al asunto pero es inaceptable como incomprensible que el estado no haya dado la máxima prioridad a este asunto que, por demás , rebasará el tiempo de esta pandemia según han informado nuestras autoridades. Las medidas tomadas a favor de los adultos mayores de 65 son insuficientes. No puede dejarse a la conciencia social (aunque en algunos casos resulta sorprendente su valía) el destino de las personas que no están en condiciones de someterse a una cola, cuando, por demás, los artículos de mayor necesidad son comercializados de manera limitada. Hasta cuándo persistirán coleros -personas mayormente sin compromiso laboral y sin suficientes recursos económicos que justifiquen su persistencia en las colas- los revendedores, los intermediarios, vendedores de turno y toda una gama de ¨trabajadores¨ que alteran nuestro orden social. Creo que el estado tiene que encontrar la solución más temprano que tarde e impedir lo que en este momento constituye una falta de equidad y hasta una injustiicia social.

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