Disfruto otra vez de Swines a la nostalgia, libro de Elio Menéndez García, publicado por la Editorial Mecenas cienfueguera en combinación con Juventud Rebelde. Relectura con sabor de consuelo ante la reciente muerte del escritor de estas crónicas deportivas aquí enlazadas. Estos suinazos conquistaron el éxito desde su primera presentación, en el Parque Central habanero, concurrencia muy apropiada, y continuó por el camino triunfal. Lógico: ¡es tan humano este libro! Creación muy por encima de bolas y strikes, del jab y el gancho, de estadísticas y aplicaciones científicas, de estadios y gimnasios, sin negarlos: los hace más comprensibles, los enaltece.
Los textos inicialmente vieron la luz en la sección Tiempo entre el 2003 y el 2005, en el diario de la juventud cubana. Unidos en un solo tejido demuestran que el buen periodismo no fallece al otro día y obtiene potencia con los años. En el prólogo Michel Contreras expresa: “Elio devino escuela. Digo más… junto a Eladio Secades, remata nuestro mejor tándem histórico de cronistas deportivos. Sabiduría y elegante cubaneo: he aquí dos puntos en común entre aquellas Estampas de la época y estos Swines a la nostalgia…”.
Clasifico desde hace mucho tiempo a Elio como el más destacado periodista deportivo cubano después del triunfo de nuestro pueblo, y uno de los más grandes de todas las épocas. Muy superior a Eladio, quien no llega como ciudadano al tobillo de las condiciones intelectuales que poseía. Menéndez García es mejor ser humano que periodista a pesar de su alta calidad profesional: su virtud supera a su talento. Y jamás se pierde en la drogadicción del cubaneo: en sus líneas vibra la cubanía. Hecho a mandarriazos: autodidacto, marino, constructor, panadero, tras el mostrador… Allí, junto a Salamanca, soñaba y convertía la bodega en estación de radio con narraciones y comentarios, cucharones disfrazados de micrófono.
No le falló a su origen ni a lo más hermoso de su pequeña patria: Juanelo, territorio de San Miguel del Padrón. Relacionado con la izquierda, admiraba y amaba a Antonio Guiteras y fustigaba el dogmatismo que laceró a esta gran figura de la nación. Aún me contaba con dolor la censura que ocultó la verdad en un programa radial de sus tiempos juveniles sobre Manuel García, para no mostrar la real faz de un traidor y ladrón, complicado en el asesinato, exaltado inmerecidamente por un mambisado dejado muy atrás. Tanto era la pasión de Elio por lo verdadero, lo justo.
Cuando la ensoñación de su etapa de dependiente pudo convertirse en vida, no se limitó a cantarle al deporte nuevo: dirigente sindical de los primeros tiempos lindos y duros, luego del Primero de Enero, al frente de brigadas de macheteros en el Inder, donde combatió a los que intentaban desunirnos: soldado fiel de Fidel, el corazón siempre rojo. Después, Granma. Al pasar a Juventud Rebelde, refulgió también como jefe de la página, elevada a la cima mientras formaba a los recién incorporados.
En la actuación de mi hermano no hay mentira ni rencor. Vencedor de obstáculos, envidias, olvidos… Nunca lo enviaron a unos Juegos Olímpicos, y el certamen y los lectores se perdieron sus escritos maravillosos, pero ¿quién de valía no ha sido golpeado por la mediocridad? Su prosa conduce la fuerza humana con poesía sin proponérselo, de forma natural, lejos de quienes en la prensa halan la ¿literatura? por los pelos, careciendo de alas: no hacen el amor, violan.
El autor de Swines… sabe batear: penetra los pechos desde su pecho, deja huellas, impulsa a la reflexión. Con sus crónicas, toca la puerta de la sensibilidad para llegar al razonamiento; con sus artículos, toca la de la razón para arribar al sentimiento. No envía estadísticas y teorías a la orilla: las ilumina al profundizarlas. Argumenta con belleza o con la belleza nos encamina hacia los argumentos, trata de hacernos pensar desde lo más puro. Cuando un artista, un escritor, un periodista, un maestro consigue esto, ¡cuánto bien siembra y cosecha! Forja, crea, redime. Volver a publicar Swines a la nostalgia es acción necesaria, justa, combativa. Y sitúo a la Editorial Pablo de la Torriente en la primera línea de mi proposición.