COVID-19

Impedir la trasmisión vertical, otro logro de la ciencia cubana

Detener el avance de las enfermedades infecto-contagiosas provocadas por virus, bacterias, parásitos y otros microorganismos, ha sido un cometido impostergable de los científicos de todos los tiempos. En los últimos sesenta años eficaces vacunas preventivas han podido lograr el control de grandes epidemias, pero la constante aparición de nuevos, más complejos y destructivos microbios —como el SARS-CoV-2— constituye un permanente desafío a la inteligencia humana y al poder de su ingenio.

Pero, como es sabido, combatir a toda especie de gérmenes no está únicamente ligado a la creación de novedosos inmunógenos; la prevención tiene escalones a los cuales tenemos que acudir”, y uno de ellos es la más estricta vigilancia a las vías de transmisión. A esta, se ha dedicado durante décadas el Centro de Inmunoensayo, del Grupo BioCubaFarma.

Esta institución científica —que acaba de lograr en muy poco tiempo un test de anticuerpos contra el SARS-CoV-2, y que trabaja en otras variantes abarcadoras de las diferentes aristas precisas para el diagnóstico del nuevo coronavirus—, con su tecnología SUMA, ha tenido entre sus propósitos la creación de kits que permitan la vigilancia de la trasmisión vertical.

Este, es el camino por donde el hijo se contagia de determinadas infecciones que sufre la madre. Porque, los procesos gestacional y del parto son propiciadores del contagio mediante la sangre y la leche materna. Y el éxito de la vigilancia vertical está precisamente en el seguimiento de la madre y el hijo durante el embarazo y el nacimiento, a través de estrategias de estudios poblacionales que no solamente están supeditados a exámenes de laboratorio, sino también a exploraciones clínicas y epidemiológicas.

Patologías como el SIDA, las hepatitis, la toxoplasmosis, el papilomavirus humano, la sífilis y el Chagas, entre otras, son parte de una larga lista de afecciones que pueden ser trasmitidas de la madre al feto o al recién nacido sano y que son evitables a través de la vigilancia vertical.

El VIH, por ejemplo, es capaz de atravesar la placenta e infectar al feto. Esto puede suceder a partir de la octava semana de gestación, aunque es mucho más frecuente que ocurra en los últimos 60 días del embarazo. Por otra parte, el mecanismo de infección de los recién nacidos parece ser que tiene lugar en el momento del parto, a través de las secreciones vaginales o la sangre de la madre infectada. Asimismo, este virus es capaz de ser excretado, hasta en un 14 por ciento de los casos, mediante la leche materna.

En Cuba a todas las embarazadas se les practica el estudio de VIH. Se utiliza la tecnología SUMA, que tiene una especificidad muy alta (99,8 por ciento), lo que significa que si la prueba de laboratorio resulta activa hay grandes posibilidades de que sea realmente así.

Entre otros estudios de similar perfil que se practica a las embarazadas en el país está el de la hepatitis B y C y el de la sífilis.

En el caso de un diagnóstico de hepatitis B en estas pacientes, se espera el nacimiento del niño por cesárea, pues no se sabe si viene infectado o no, y en el momento del parto y al nacer se le aplica una gammaglobulina hiperinmune contra la enfermedad, que le trasmite un gran número de anticuerpos específicos.

Esta acción, así como la certificación de la sangre donada, y la vacunación han disminuido la prevalencia de la hepatitis B en Cuba. En el mundo es muy alta. Hay países del Tercer Mundo que pueden llegar a tener altos porcentajes de infección crónica, pues la calidad de la sangre no es la mejor y la transmisión vertical es muy grande debido a que no se realizan pesquisas en la etapa prenatal.

Igualmente se conoce que el papilomavirus humano, de trasmisión sexual, contagia al hijo durante el parto en el 30 por ciento de las madres infectadas. Patologías como la toxoplasmosis, la sífilis, el herpes simple y la rubéola, también pueden ser controladas por la transmisión vertical.

A este objetivo contribuye, en primer lugar, la existencia de estrategias de pesquisajes masivos desarrollados en Cuba durante décadas. Todas las acciones desarrolladas en el país en este sentido condujeron a que en 2015 la OMS validara la eliminación en la Isla de la transmisión del VIH y de la sífilis de madre a hijo.

En cuanto al nuevo coronavirus, la comunidad científica no ha detectado su presencia  ni en la leche materna ni en el cordón umbilical. Tampoco en el líquido amniótico. Por tanto, se considera que la transmisión de la enfermedad de la madre al bebé solo puede producirse por un contacto estrecho entre ambos.

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Flor de Paz
Periodista y Editora.

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