Entre un tercio y la mitad de los contagios de COVID-19 en todo el mundo serían responsabilidad de los denominados “supercontagiadores”, personas con mayor sensibilidad a la transmisión del SARS-CoV-2, y cuya existencia quedó comprobada en un estudio realizado por científicos españoles.
La investigación, desarrollada por la Facultad de Medicina de la Universidad de Santiago de Compostela (USC) y por el Instituto de Investigaciones Sanitarias (IDIS), analizó alrededor de 5 000 genomas del nuevo coronavirus, que en términos de códigos genéticos representan cerca de 150 millones de letras.
“Teníamos claro que para comprender lo que estaba sucediendo en esta pandemia, primero debíamos hacer una reconstrucción adecuada del proceso evolutivo que dio origen al virus y a sus diversas versiones actuales; un árbol filogenético que relaciona todos los genomas de manera precisa”, explicó el profesor de la Facultad de Medicina de la USC, Antonio Salas, uno de los coordinadores principales del análisis, de acuerdo con un comunicado de la institución universitaria.
Además del trabajo taxonómico realizado con los genomas del virus, una de las premisas más importantes estaba en demostrar la existencia de los “supercontagiadores”, figura polémica que ha sido discutida en los medios de comunicación y desde el punto de vista de la epidemiología, pero de la cual no habían evidencias, tal como aclara la nota difundida por la USC.
Esas personas, detalló Salas en una entrevista publicada en La Voz de Galicia, presentan una mayor carga viral, sin embargo sus síntomas no son los suficientemente llamativos o son asintomáticos.
Asimismo, destacó que los tiempos de incubación en esos individuos son muy largos, con una duración de hasta 24 días y agregó, como otra de las características, que suelen presentar más secreciones respiratorias o más capacidad para proyectarlas que el resto de las personas.
El estudio reveló que, en determinados sitios, estos agentes altamente contagiadores dieron lugar a lo que los expertos llaman “efectos fundadores locales”, los cuales producen brotes epidémicos de alcance variable a nivel local o incluso nacional.
Igualmente, la investigación permitió constatar que España ha sido un caso especial en la propagación de la pandemia, pues además de las primeras cepas del virus que afectaron a casi toda Europa, al país ibérico llegó también “una cepa asiática que apenas entró en ningún otro país europeo”.
Por otra parte, los autores del trabajo comprobaron que la variabilidad genética del coronavirus es la propia de un proceso evolutivo natural, por lo que afirman: “los datos no serían compatibles con las manipulaciones de laboratorio, basadas en teorías de conspiración, sin argumentos científicos”.