En calidad de periodista y a fin de llegar a una conclusión tuve que leer todos los posts y ver todos los videos publicados en YouTube que han servido a residentes de Miami, en su mayoría, para atacar a Irma Shelton Tassé. Es evidente. El pensamiento único de los Estados Unidos sobre la supuesta superioridad del capitalismo vs el socialismo, en particular la variante estadounidense, ha absorbido totalmente su mente. De hecho, les encanta el sistema del país. Por ello, cuando una mujer cubana se atreve a cuestionarlo se horrorizan. Presas de terror y desesperación pierden aliento y se agarran la cabeza entre las manos, como para que el reportaje de Irma no permee su manera de pensar.
Temen a ser desafiados. Es particularmente el caso durante la pandemia de la COVID-19. Esta enfermedad al menos tiene el mérito de exponer la completa quiebra del sistema capitalista, no solo como modelo para el mundo, sino por lo que representa significativamente para los Estados Unidos. Es por lo que andan tan descontrolados en estos momentos.
Esta mañana leí un artículo de opinión en el Washington Post intitulado: “La brecha del Covid-19 es una división de clase” (en inglés, The Covid-19 Divide Is a Class Divide) escrito por un reaccionario recalcitrante. Él está igual de horrorizado. La élite estadounidense sabe que tiene que lidiar con la división de clase como nunca ha sido necesario en casi un siglo. Se ven confrontados ante el temor de que la gente no llegue a la conclusión de que la solución no estriba en un sistema capitalista reformado, sino en un sistema socialista enteramente nuevo.
Esta breve nota no nos permite considerar el imperialismo como la fase más elevada del capitalismo. Basta con mencionar rápidamente que las personas tipo “Miami” en su desesperada voluntad de desacreditar a Irma, traicionan uno de los fundamentos de la política exterior del pensamiento único de los Estados Unidos que data del siglo XVIII: Cuba debería pertenecer a los Estados Unidos, ya sea directa o indirectamente.
No obstante, Irma, como tantos otros periodistas revolucionarios constituye un baluarte contra todos los intentos de los Estados Unidos de dominar a Cuba. Irma es patriota, revolucionaria impregnada de la perspectiva socialista cubana, y antídoto contra el pensamiento único estadounidense. He podido constatar la fortaleza de su periodismo, así como su temple como diputada en la Asamblea Nacional durante su breve mandato. Con respecto a toda esta controversia, el choque de estas visiones incompatibles es la esencia. Todo lo demás son detalles.
Sin embargo, no puedo dejar en el tintero el hecho de que las personas más visibles y vociferantes del sur de la Florida involucrados en la cruzada contra Irma son todos hombres. Irma es cubana. “Víctimas” del pensamiento único de los Estados Unidos, los detractores histéricos pensaron que podían intimidarla. Aun así, ¿Ignoran que Cuba es la tierra de Mariana Grajales, Ana Betancourt, Cecilia Sánchez, Haydee Santamaría, Vilma Espina y muchas más? ¿No saben que Fidel contribuyó a propulsar a las mujeres a su vanguardia legítima de la Revolución Cubana y que las mujeres cubanas revolucionarias nunca traicionarán este legado de Fidel?