En las últimas horas he tenido que lamentar la pérdida de colegas muy allegados durante casi medio centenar de años en el ejercicio de la profesión periodística. En primer lugar, a Raúl Noriega Mendoza, periodista y publicista, fundador del Instituto Cubano de Radio y Televisión. Con Noriega aprendí mucho durante su estancia en Radio Cadena Agramonte, sobre todo de organización del trabajo, de aquellas cosas que no están en los libros o textos de la academia, pero sí en el acontecer de un perro viejo, revolucionario hasta la médula, durante los primeros años de mi formación en la redacción de Adelante.
Hace unos minutos, en el contacto habitual con Rosa Blanco Ramos, jefa de información de Televisión Camagüey, además del intercambio sobre mi trabajo a distancia desde la casa, se me helaron los pelos cuando, tras una pausa, dijo “oye gordo tengo que decirte una cosa…”: se murió Rolando del Barrio. No sé cuántas imágenes me pasaron por la mente, entre las jocosidades personales y la solicitud precisa de trabajo, con inmediatez en la cobertura quien por largos años fungiera como jefe de corresponsalía del Sistema Informativo de la Televisión Cubana.
Era muy popular su referencia a los llamados “chasquis” –escribió un libro—y sus motivaciones, la necesidad de comunicación. Los chasquis eran corredores adiestrados que llevaban las noticias de día y de noche y que a una determinada distancia efectuaban su relevo».
De ambos hay una buena herencia: el compromiso del periodista de llegar al pueblo con un mensaje certero, objetivo y creíble.