FIEL DEL LENGUAJE

Fiel del lenguaje / 23 Muletillas y bastones

Las muletillas infectan el lenguaje, especialmente el habla, y a veces también la escritura. Algunas delatan la nacionalidad de quien las usa. Si cada tres o cuatro enunciados alguien larga “Vamos a ver”, puede conjeturarse que es de España, y como si diera una señal de lucha contra la invidencia. Si usa “¿No es cierto?”, cabe ubicarlo en Argentina. Pero a menudo, en la inercia del habla, se llega a prescindir del tono interrogante y podría pensarse que el mismo hablante desmiente paso a paso lo que dice.

En un tiempo se hizo habitual en Cuba, para dirigirse a un auditorio, empezar diciendo: “¡Bien, compañeros!”, y habrá otros ejemplos. Algunas motivaciones del lenguaje político pueden terminar en muletillas, como aquello de “especialmente de la Unión Soviética”. Hace algunos años se abusaba de una que no ha desaparecido por completo y hasta reverdece: “como tal”. Se oían enunciados de este cariz: “Me comí un bistec como tal”, lo que, además de dar apetito o añoranza haría pensar de qué otra manera comerse un bistec. Salvo que fuera imaginario, lo que tampoco debía descartarse.

De esa muletilla el colega y amigo Ricardo Viñalet se burlaba sin piedad. Tanta era su saña contra ella, y tanto su sentido del humor, que a raíz de su muerte a manos de la nicotina —pérdida prematura que muchos lamentamos—, le dediqué una semblanza en Cubarte, y la titulé “Ricardo Viñalet: la muerte como tal”. No podía incurrir en solemnidades que, de él enterarse, me habrían costado carcajadas y burlas suyas.

Con las muletillas tradicionales compiten ahora en Cuba vocablos o giros que más bien parecen usarse como bastones para remachar lo dicho: el caso de también, por supuesto y además, que abundan a diestra y siniestra, y por el medio. A menudo hacen que textos y discursos terminen enfermos de lo que podría llamarse cansonería. Y ni hablar de afectaciones chics tipo un poco que y como que. A veces dan ganas de acudir a Miguel Matamoros y reclamar: “¡Pero suelten la muletilla y el bastón, y mejoren la expresión!”

Hay usos impertinentes que devalúan la información ofrecida. Un caso sonado es según, válido para no comprometerse con la fuente, recurso legítimo cuando es intencional y se justifica, pero frecuentemente parece más bien un comodín deslexicalizado, mero calzo “rítmico”. Se oyen enunciados como estos: “Según el presidente de la República, el país avanza” o “Según la Agencia Cubana de Noticias, se cumplió el plan de producción”. No equivalen a “El presidente de la República informó que el país avanza” o “La Agencia Cubana de Noticias reportó el cumplimiento del plan de producción”.

Algo parecido a lo que sucede con según pudiera decirse sobre de acuerdo con, o acorde con, construcciones ambas que, de paso, propician insistir hasta el cansancio en que son las formas propias del español, no de acuerdo a y acorde a. Estas rinden pleitesía al inglés y, si en cualquier caso resultan incorrectas, en personas de alta responsabilidad profesional rechinan más que las carretas de Agustín Acosta, aunque pasen inadvertidas porque los oídos estén moribundos de tanta bulla.

En estos días en que, frente a la pandemia que enluta al mundo, las autoridades de Salud Pública del país cumplen tan admirable función en todos los órdenes —incluyendo el comunicativo—, se oyen reportes impropios. Luego de una importante información ofrecida por la autoridad competente, un comunicador puede aparecer diciendo: “Ahora haremos algunas precisiones”.

Semejante anuncio puede suscitar que la teleaudiencia se pregunte: “¿Qué dato impreciso habrá dicho el especialista para que se requieran las precisiones de un locutor, o un periodista?” Las rectificaciones necesarias deben hacerse. Pero lo hasta ahora visto muestra que lo pertinente sería “hacer algunas puntualizaciones”, porque el comunicador no ha precisado nada: solo ha seleccionado y repetido algunos datos.

Corren errores no solo en el uso de vocablos, sino también de signos diminutos, dígase la coma. Sobre la importancia de esta última abundan anécdotas, y cada quien recordará alguna, o podrá crearla. Aquí se trata del vocativo, que identifica al destinario de algo que se dice o se escribe, y donde el uso de la coma no es estilístico u opcional, sino normativo. Pero la regla se viola constantemente, no solo en las prisas de internet y en mensajes personales de texto cursados por esa vía o por teléfono, o en apuntes manuscritos.

“Excelente amigo tu vecino” no equivale a “Excelente, amigo, tu vecino”. Al articulista le han contado que, para explicar el vocativo, un muy serio y sapiente profesor universitario de gramática solía escribir en la pizarra el título de la conocida pieza de Eliseo Grenet, “¡Ay, mama Inés”, para luego aleccionar al alumnado: “¡Cuidado con poner una coma de más!”

Pudiera decirse que en la correspondencia informal entre personas de confianza no se requiere tanto esmero. Pero quien se acostumbra a usar mal el lenguaje en lo privado, termina haciéndolo también públicamente, incluso a niveles masivos. Si en las pantallas del televisor se lee —por ejemplo— “¡Upa nene!” y “Hola chico”, no “¡Upa, nene!” y “Hola, chico”, el error cunde, y puede desorientar especialmente al público infantil, requerido y merecedor de que se le trate con el mayor cuidado.

Como se apuntó a propósito de la muletilla rioplatense “¿No es cierto?”, los signos de puntuación tienen gran importancia. El articulista se preocupó cuando alguien le pidió que lo ayudara a obtener un libro que acababa de salir, 20 de mayo, fecha gloriosa: dicho así, con un énfasis afirmativo que parecía más de complacencia que coloquial. Pero pronto lo tranquilizó saber que el volumen, obra de la colega Ana Cairo Ballester —lamentablemente fallecida pocos años después en plena producción intelectual—, se titula 20 de mayo, ¿fecha gloriosa?, como corresponde a una efeméride sobre la cual mucho se ha dicho, y aún habrá que decir.

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Luis Toledo Sande
Escritor, investigador y periodista cubano. Doctor en Ciencias Filológicas por la Universidad de La Habana. Autor de varios libros de distintos géneros. Ha ejercido la docencia universitaria y ha sido director del Centro de Estudios Martianos y subdirector de la revista Casa de las Américas. En la diplomacia se ha desempeñado como consejero cultural de la Embajada de Cuba en España. Entre otros reconocimientos ha recibido la Distinción Por la Cultura Nacional y el Premio de la Crítica de Ciencias Sociales, este último por su libro Cesto de llamas. Biografía de José Martí. (Velasco, Holguín, 1950).

5 thoughts on “Fiel del lenguaje / 23 Muletillas y bastones

  1. Oportuno, importante y útil a los profesionales del periodismo y las comunicaciones y a los maestros de todas las enseñanzas. Pero creo que necesariamente denso/aburrido para un público medio, pero es acicate para quien tiene sed de cultura.
    Sugiero, no deje de tratar el tema del género en los apelativos: queridos ciudadanos y queridas ciudadanas; queridos maestros y queridas maestras; estimados doctores y estimadas doctoras; apreciados ingenieros e apreciadas ingenieras …… esos discursantes, que crecen como la verdolaga, no le pueden hablar a los periodistas, porque no pueden hacer el apelo, ¿ cómo hacer el apelo?: útiles periodistOs y útiles periodistas…………

  2. Hay muletilla por regiones en nuestro país, por ejemplo, en la Habana se usa ” viste!!”, el Oriente, ” Ve!!”, deslucen mucho el diálogo.

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