Quizás, cuando era pequeño, Yuri Gagarin no soñó nunca con viajar al espacio. Había nacido el 9 de marzo de 1934 en la aldea campesina de Smolensk, territorio de la otrora Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). En aquel lugar, las ambiciones eran de otro tipo.
El negocio familiar había sido por varias generaciones la carpintería. Sin embargo, el joven Yuri no parecía interesado en esa ocupación. Su padre, habituado al trabajo, no quería un hijo vago y se sorprendió cuando este le confesó que ya tenía planes. Deseaba unirse al ejército para ser piloto.
Video sobre la vida de Yuri Gagarin (Tomado del perfil de YouTube de Sputnik Mundo)
Mucho tiempo después, su propia hija Elena, contaría que esta aspiración nació durante la Segunda Guerra Mundial. Siendo apenas un niño, Gagarin vio como un avión soviético era derribado cerca de su pueblo natal por los nazis. Junto a un amigo, ayudó a esconder y salvar la vida del piloto de la aeronave.
Sin embargo, el anhelo tardaría en cumplirse. En 1946 la familia de Yuri se trasladó a Gzhatsk. Ahí se convirtió en obrero metalúrgico hasta que, casi una década después, pudo aprender a pilotar un avión ligero en un aeroclub local.
Consiguió entrar a la Escuela Militar de Pilotos de Oremburgo de manera oficial en 1955. En solo dos años consiguió sus alas de oficial que le permitían volar diferentes artefactos.
Luego de los éxitos alcanzados por la URSS en la carrera espacial a partir de 1957, el gobierno soviético se preparaba para enviar humanos al cosmos. Cerca de tres mil 500 jóvenes se presentaron de forma voluntaria al programa. Gagarin fue uno de ellos.
Yuri ocupó un puesto entre los 20 seleccionados más prometedores con los que trabajaron los expertos a lo largo de 1960. Luego el grupo se redujo a seis hombres y, finalmente, los científicos apostaron todas sus cartas por el humilde hijo de carpintero.
Tras una infinidad de pruebas físicas y psicológicas, Gagarin resultó ser la persona idónea para el viaje espacial. Medía 1 metro y 57 centímetros — bastante bajito para un hombre de su tierra — y al parecer tenía un cuerpo ligero. Todos esos elementos eran ventajosos de cara a la cabina del cohete donde viajaría.
El vuelo tuvo lugar el 12 de abril de 1961, a bordo de la nave Vostok 3KA-3, conocida como Vostok 1. A partir de ese día, el nombre de Gagarin quedó inmortalizado en los libros de historia de la humanidad.
¿Hubo contratiempos? Claro. Cualquier experimento sin precedentes está sujeto a dificultades en la ciencia. Mirar las Estrellas te contará más al respecto en otras oportunidades.
Luego de regresar a la Tierra, Gagarin se convirtió en un personaje famoso. Viajó por el mundo dando charlas sobre sus experiencias; incluso visitó Cuba.
Desafortunadamente, el primer cosmonauta de la humanidad falleció a una edad muy temprana. El 27 de marzo de 1968, el avión caza de entrenamiento en que viajaba se estrelló al noreste de Moscú. Tenía solo 34 años entonces.
“¡Payejali!”, gritó Gagarin al partir al espacio
Más allá del innegable logro de haber sido el primero en visitar el cosmos, Yuri tiene otros motivos para ser recordado. Las reacciones de su cuerpo al viaje espacial ayudaron a los científicos a comenzar los estudios sobre cómo reaccionaban los humanos a la ingravidez.
Su hazaña también se convirtió en un símbolo político durante los años de la Guerra Fría entre la URSS y los Estados Unidos. Pero, por encima de todo, Gagarin se transformó en un icono que motivó a muchos jóvenes a soñar con alcanzar las estrellas desde un cohete.
(Tomado de Juventud Técnica)